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El Fisgón destaca aportes de Miguel Covarrubias a NY; participa en el Festival Celebrate Mexico Now
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▲ Rafael Barajas, El Fisgón, en la Universidad de Columbia.Foto David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 10 de octubre de 2019, p. 4

Nueva York. La extraordinaria aportación de Miguel Covarrubias a la vida cultural de Nueva York, desde la caricatura a la danza y el arte popular y el llamado ‘‘renacimiento en Harlem”, fue el tema abordado por Rafael Barajas, El Fisgón, en el evento inaugural del Festival Celebrate Mexico Now.

Barajas, al ofrecer un perfil del polímata –pintor, caricaturista, muralista, ilustrador, antropólogo, cartógrafo y promotor de danza y educador cultural– contó de la coyuntura revolucionaria tanto en México como a nivel internacional en que surgió Covarrubias, sobre todo bajo la visión del secretario de Educación, el filósofo José Vasconcelos, a inicios de los 20 y sus diversas iniciativas para generar ‘‘arte para el pueblo”, y el arte del pueblo.

Fue con ese trasfondo que llegó el joven Covarrubias –a sus 19 años– a Nueva York en 1923, explicó en el foro copatrocinado por el Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad de Columbia.

En esta ciudad Covarrubias se encuentra con un grupo de artistas y actores culturales mexicanos revolucionarios que lo adopta, y por el cual pasarían desde Carlos Mérida, Carlos Chávez, Rufino Tamayo, José Clemente Orozco entre muchos otros que visitaban, donde se apoyaban –a veces a pesar de los celos– mutuamente, y bailaban y tocaban música al organizar sus famosas ‘‘noches mexicanas”.

A través de José Juan Tablada, el eje de este grupo, fue introducido al mundo cultural estadunidense de Nueva York, el cual ‘‘estaba entusiasmado en adoptarlo” al quedar ‘‘fascinados con los talentos del joven mexicano”.

Empieza a trabajar como ilustrador en las revistas Vanity Fair y The New Yorker produciendo lo que Barajas calificó como ‘‘obras maestras de arte moderno” pero que en ese entonces ‘‘fueron publicadas simplemente como caricaturas”.

‘‘Covarrubias fue uno de los principales fundadores de la caricatura moderna estadunidense, y con ello un fundador de lo que se llama el estilo de Vanity Fair y del New Yorker”, afirmó Barajas. Uno de los caricaturistas más famosos del New Yorker, Al Hirschfeld, diría después que ‘‘yo aprendí todo de Covarrubias”.

Su encuentro con el universo cultural de Harlem se tiene que entender, comentó Barajas, en el contexto del racismo en este país, y no sólo contra afroestadunidenses, sino también contra mexicanos entre muchos otros. Tablada buscó combatir las imágenes estereotípicas del mexicano como ‘‘bandido” o ‘‘flojo” y peor a través de promover a artistas y escritores mexicanos en Nueva York.

En 1924, Covarrubias, ya establecido en Nueva York, hizo amistad con el gran dramaturgo Eugene O’ Neill, quien lo introdujo al mundo del jazz y swing y sus intelectuales, y otros amigos de ese círculo lo llevaron a Harlem, donde visitaron los grandes antros legendarios de ese barrio histórico. Harlem era ‘‘un primo cercano al mundo bohemio de México” en el cual Covarrubias creció, según su biógrafa Adriana Williams, donde en ambos había un proceso de ‘‘redescubrimiento cultural”, citó Barajas.

Ese redescubrimiento se enfocaba en el arte popular. Entre el mundo afroestadunidense eso se expresó en jazz, espirituales, y blues, y Covarrubias lo ‘‘tradujo” en dibujos que posteriormente se volverían famosos representando lo que se llama el ‘‘renacimiento de Harlem”.

Para Covarrubias, la sociedad afroestadunidense, como la mexicana, tenía ‘‘una cultura popular extraordinaria y sofisticada. Ambas eran víctimas de estereotipos crueles y estúpidos”. Así fue que Covarrubias se dedicó a elogiar y festejar la cultura popular afroestadunidense, de manera igual que artistas mexicanos en México festejaban la cultura popular mexicana, explicó Barajas.

Algunas de sus imágenes provocaron debate entre artistas e intelectuales afroestadunidenses, con varios como Langston Hughes celebrando su aportación, mientras otros como W.E. B DuBois criticando su estilo que, acusaba, era sólo otro estereotipo más, con otros percibiendo su estilo de caricatura de figuras –músicos, gente bailando y más– como algo con falta de respeto.

Pero el espíritu en que Covarrubias hizo estas obras, señaló Barajas, ‘‘no fue paternalista, sino como un acto de solidaridad para reivindicar una cultura maltratada. Estaba actuando como una activista cultural de un movimiento revolucionario apoyando a otro movimiento potencialmente rebelde”, argumentó Barajas.

Su obra ilustrando el renacimiento en Harlem se volvió parte integral de esa corriente, porque Covarrubias ‘‘fue capaz de traducir la estética de la música y danza de jazz en un abstracto sintético moderno en el lenguaje plástico”. Ilustró algunos de los libros más esenciales de ese movimiento cultural, creando parte de su iconografía, expuso.

La contribución de Covarrubias al renacimiento en Harlem ‘‘fue un acto de solidaridad cultural a nivel de base”, concluyó el caricaturista –y un fundador– de La Jornada.

Por todo ello, indicó Barajas, Covarrubias –el polímata tímido quien fue caracterizado por Georgia O’Keefe como ‘‘el hombre más interesante del mundo”– amerita mucha más atención en todas sus dimensiones. El Festival Celebrate Mexico Now continúa toda esta semana en Nueva York: http://mexiconowfestival.org.