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La narradora Beatriz Espejo recibe homenaje en el Palacio de Bellas Artes
 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de octubre de 2019, p. a10

Este domingo se rindió homenaje a la narradora y ensayista Beatriz Espejo en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en el que se le reconoció su fructífera trayectoria como cuentista y pionera de un gran movimiento de mujeres escritoras, cuando el canon literario en México estaba centrado en la producción entre varones.

Los escritores Ethel Krauze, Hernán Lara Zavala, Agustín Monsreal y Mauricio Carrera destacaron el talento, sensibilidad, inteligencia, sagacidad, intuición y rigor de la maestra Espejo, cuya producción literaria y ensayística es parte imprescindible de las letras mexicanas.

Beatriz es una mujer de cuento en todos los sentidos. Parece un hada de la literatura, hermosa y fina. Un hada madrina de las escritoras que tienen en ella a una aliada, con su ojo agudo para la lectura y un oído atento para la conversación profunda; un hada que escribe cuentos como en racimo, diseña antologías de cuento con temas impensados, traduce cuentos con su cuidado estilo, inventa cuentos mientras cocina platillos de cuento y hechiza a hombres y mujeres con su risa esplendorosa, apuntó Krauze.

Durante el reconocimiento, la autora de Infinita evocó la aparición de la revista Rueca en 1941, y a todo el consejo editorial integrado por mujeres, y la fundación, en 1961, de la revista El Rehilete, dirigida por una joven Espejo; asimismo, destacó su trabajo como ensayista de escritoras mexicanas.

Krauze se refirió a su libro de ensayos titulado Seis niñas ahogadas en una gota de agua, en el que la maestra Espejo reflexiona so-bre la literatura de Pita Amor, Guadalupe Dueñas, Elena Garro, Rosario Castellanos, Amparo Dávila e Inés Arredondo, pléyade de escritoras en la que, a decir de Lara Zavala, también forma parte Espejo.

Beatriz, explicó Krauze, es una de las pioneras de todo ese gran movimiento de mujeres que se revelan y se rebelan hoy en torno a la literatura. Movimiento que amplía el canon literario que por tradición o inercia cultural había estado centrado en la producción entre varones, a la presencia necesaria, inteligente, transformadora de las mujeres que escriben.

Constructora de arquitecturas míticas

Lara Zavala se refirió a la amplia bibliografía de la homenajeada, a su sentido del humor e ironía, y en particular a su libro de cuentos Alta costura, en los que se enlistan los cuentos El bistec, Una hilera de besos, Entrevista con una leyenda (encuentros con Pita Amor) y Hechicera, entre otros.

El también cuentista Agustín Monsreal leyó el prólogo que escribió para la producción sonoro-literaria Voz viva de México, dedicada a la catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Alejada de las modas literarias, Beatriz Espejo inventa y construye la peculiar arquitectura mítica de cada uno de los primordiales universos femeninos que su memoria y su imaginación inventada, apuntó.

Para concluir, la propia narradora y ensayista Beatriz Espejo leyó dos textos: Huberto Batis y yo y Los delfines blancos, éste dedicado a Emmanuel Carballo.