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León-Portilla fue homenajeado con poesía en el Palacio de Bellas Artes

‘‘Miguel, lloramos tu partida, pero celebramos tu prolífica vida’’, dijo un representante de la familia del filósofo // La Secretaría de Cultura de la CDMX propondrá que la alameda de Santa María la Ribera lleve el nombre del experto en filosofía náhuatl

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▲ Marisa León-Portilla, hija de Miguel León-Portilla; Enrique Graue, Beatriz Gutiérrez Müller, Ascensión Hernández Triviño (viuda del historiador), su nieto Miguel Hierro León-Portilla, y Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Alejandra Frausto (al micrófono), ayer, durante el acto in memoriam en el máximo recinto cultural del país.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 4 de octubre de 2019, p. 2

Colegas del historiador Miguel León-Portilla, discípulos, familiares, lectores y funcionarios culturales acudieron a honrar ‘‘a un sabio generoso que supo sembrar el amor al conocimiento, el amor al estudio, pero sobre todo el amor a este México diverso”, sostuvo la titular de la Secretaría de Cultura federal, Alejandra Frausto, en su intervención, luego de colocar la bandera de México sobre el ataúd.

El homenaje oficial al autor de Visión de los vencidos se inició ayer al filo del mediodía, dos horas después del horario al que originalmente se convocó, ‘‘a petición de la familia, para que pudieran descansar un poco”, se explicó.

Antes de la llegada del cuerpo, se transmitieron videos con las conferencias del investigador y los solistas del Ensamble de Bellas Artes, dirigidos por Christian Gohmer, interpretaron una selección de la Misa solemne de Rossini.

La Ciudad de México rendirá tributo al maestro

Después hubo un recital de poesía en lenguas indígenas (mixe, mixteco, totonaco y zapoteco), en voz de Nadia López García, Juventino Gutiérrez, Alejandra Cruz y Víctor Cata en el primer bloque de la sencilla ceremonia organizada por el gobierno federal por conducto de de la Secretaría de Cultura, en colaboración con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Alejandra Frausto añadió que León-Portilla ‘‘dio al mundo uno de los panoramas más profundos y comprensivos del mundo indígena mesoamericano. Fue un humanista que siendo uno de los más grandes maestros, siempre conservó la mirada de niño, la mirada curiosa de un joven alumno. Dio voz a los vencidos, destapó un cesto que se mantenía olvidado y lo puso sobre la mesa para que supiéramos que ahí había pensamiento filosófico, literatura indígena, erotismo, al nivel de las más grandes civilizaciones”.

En su turno, el rector de la UNAM, Enrique Graue, colocó la bandera puma sobre el féretro y dijo que la máxima casa de estudios ‘‘ha perdido a uno de sus más ilustres miembros”. Recordó que la primera edición de Visión de los vencidos se publicó hace 60 años en el seno de esa universidad, libro que ‘‘ha sido traducido a más de 20 idiomas, con un tiraje acumulado de más de 600 mil ejemplares; la UNAM está de luto, pero ese gran universitario, que dio voz al espíritu de nuestra raza, se queda con nosotros, el defensor de nuestros orígenes, el hombre alegre, racional y justo”.

Al homenaje también asistió la historiadora Beatriz Gutiérrez-Müller en representación de su esposo, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

En nombre de la familia León- Portilla, Gerardo Hierro, yerno de don Miguel, leyó una emotiva semblanza del filósofo hecha por Clementina Díaz de Ovando (1916-2012), una de las grandes amigas del experto en filosofía náhuatl.

‘‘Miguel, lloramos tu partida, pero celebramos tu prolífica vida”, expresó Hierro con voz quebrada, y brotaron los aplausos entre los presentes.

Al término de los discursos se iniciaron las guardias de honor mientras tocaba la Banda de música de Texcoco y se efectuaba el segundo bloque del recital de poesía en náhuatl, maya, mixteco, mazateco y zapoteco a cargo de Natalio Hernández, Briceida Cuevas Cob, Celerina Patricia Sánchez, Juan Gregorio Regino y Natalia Toledo.

La poeta juchiteca dedicó sus palabras en zapoteco a León-Portilla y a su padre, el pintor Francisco Toledo, fallecido el 5 de septiembre: ‘‘Xinga guendaguti / Guendaguti nga guyadxiu’ / Ti dani xu’ba’ lu nisa / Ne qué gu’yu’ bixho’zo’; qué es la muerte/ La muerte es mirar una isla / Y no ver a tu padre.”

El secretario de Cultura de la Ciudad de México, José Alfonso Suárez del Real, informó que la capital del país rendirá homenaje a Miguel León-Portilla durante el montaje de la ópera Motecuhzoma II, de Vivaldi, cuyo libreto, realizado por Samuel Máynez contó con el apoyo y revisión del filósofo, sobre todo en la parte en náhuatl que cantan los personajes (en presentaciones los días 7 y 8 de noviembre).

El funcionario detalló que los pueblos originarios afincados en la Ciudad de México serán los invitados de honor el 8 de noviembre, cuando se conmemoran 500 años del encuentro de dos mundos, como llamó el historiador a la llegada de Hernán Cortés a América. También se propondrá añadir el nombre del doctor a la alameda de Santa María la Ribera, pues él fue oriundo de ese barrio, sostuvo Suárez del Real.

Casi al finalizar el programa oficial, llegó al Palacio de Bellas Artes un grupo de bailarines de danzas prehispánicas, de los que cotidianamente trabajan en el Zócalo capitalino, atraídos por la noticia de que ahí se realizaban las exequias del entrañable tlamatini (hombre sabio, en náhuatl).

Los jóvenes concheros ingresaron al máximo recinto cultural del país para hacer una guardia de honor frente al féretro del historiador, hicieron sonar sus instrumentos tradicionales y, en náhuatl, ‘‘desearon buen viaje al Mictlán al maestro, no morirá la flor de su palabra”.

Fue uno de los momentos más emotivos de la tarde. Aunque no se les permitió continuar con su ceremonia de despedida dentro del recinto, al salir continuaron en la explanada del palacio con sus bailes en honor del investigador emérito de la UNAM e hicieron un breve ritual con incienso. El aroma del copal se mezcló con los sonidos de las tlapitzallis (flautas de carrizo), así como los tambores teponaztli y huehuetl, sin faltar el aullido de una caracola que en ese momento convocó las lágrimas a varios de los asistentes.

Así continuaron los concheros hasta que el féretro con los restos del doctor León-Portilla salieron del Palacio de Bellas Artes, entre aplauso y vivas.

Un par de cañones de aire lanzó sobre el cortejo flores de colores, hechas con papel de china, que revolotearon unos segundos sobre el ataúd del ‘‘tlacuilo mayor”, como lo nombró una pancarta extendida por algún lector.