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Salud de familiares, deteriorada tras 5 años
 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de septiembre de 2019, p. 5

Tras cinco años de búsqueda de sus hijos, las familias de los normalistas de Ayotzinapa han comenzado a tener serios problemas en su salud.

De acuerdo con especialistas médicos que los han acompañado, varios presentan crisis nerviosas y de ansiedad, insomnio, enfermedades crónico-degenerativas como diabetes e hipertensión, dolores de cabeza, artritis, males respiratorios, de la piel, digestivas, entre otros.

Desde que su hijo Adán no aparece, don Bernabé Abrajan presenta problemas de sueño y crisis de ansiedad, lo que es evidente en su semblante, tras ese rostro reacio de hombre de campo.

Me cuesta trabajo dormir. En las noches cuando llegó a casa siempre estoy despierto, duermo casi al pie de la puerta pensando que quizás pueden regresar, porque a lo mejor con tanta exigencia los van a soltar.

Cuando toca la cama, don Bernabé gira, da vueltas, lucha con las sábanas y contra el insomnio. La ansiedad se apodera de su mente y su cuerpo, se siente desesperado por la incertidumbre de no saber de los muchachos y porque –aun cuando los padres y las madres han hecho de todo– siento que no hemos hecho mucho. Cuando logra conciliar el sueño, afirma, duerme entre tres y cuatro horas.

Para la familia de Jhosivani Guerrero la ausencia también ha pegado la salud de sus integrantes. A su madre se le agravaron los problemas de riñón –la operarán en unas semanas– y sospecha que probablemente padezca diabetes; a su padre, don Margarito, lo aqueja una hernia que también será tratada pronto.

Las incontables marchas y jornadas de lucha de las familias también han dejado consecuencias: don Margarito ha sufrido de los pies y las rodillas, al igual que muchos de sus compañeros. Recuerda que incluso perdieron ya a una compañera: doña Minerva, quien ya no pudo ver el regreso de los chamacos.

Un caso aparte es el de Aldo Gutiérrez, el normalista que recibió un impacto de bala en la cabeza y sobrevivió, pero desde entonces está inconsciente y postrado a una cama adaptada en la casa de sus padres para su atención. Actualmente está estable, pero con efectos irreversibles, pues tiene dañada más de 70 por ciento de la masa cerebral.

El médico José Raymundo Díaz Taboada, integrante del Colectivo contra la Tortura y la Impunidad –colaborador del estudio de impactos sicosociales en el caso Ayotzinapa, coordinado por la especialista Ximena Antillón, y que ha estado cerca de las familias–, señala que hay tres grupos con diferentes padecimientos de salud.

Quienes ya estaban enfermos, sobre todo de males crónico-degenerativos, se agravaron; un segundo grupo que no había sido diagnosticado con esas enfermedades y que a partir de la desaparición se les detectó, y de quienes padecen otro tipo de males debido a los hechos y las extensas jornadas de búsqueda de verdad y justicia.