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PND: ¿plan o quimera? // Diego no paga predial

E

n la mañanera de ayer al presidente López Obrador le dio por distribuir ejemplares del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024 (presentado en sociedad el pasado 2 de mayo) entre los asistentes a la conferencia y anunció que esa práctica continuará para que la mayor parte de los ciudadanos lo conozca, sepa cuál es el marco de referencia, el marco teórico, político y conceptual de nuestras acciones de gobierno.

Es de suponer que dicho documento es conocido por la mayoría de los colegas asistentes a la mañanera, pero no está de más recordar que se trata del PND número ocho de los pasados 39 años, aunque el primero, de José López Portillo, fue bautizado como Plan Global de Desarrollo 1980-1982 y su armado correspondió al entonces secretario de Programación y Presupuesto, Miguel de la Madrid.

Antes de distribuir los ejemplares entre los colegas, el mandatario señaló que el PND es fundamental, un capítulo completo de la política social y económica, para construir un país con bienestar, desarrollo sostenible. Se trata de que los mexicanos tengan elementos teóricos, conceptuales y un marco de referencia del porqué de nuestras acciones, en qué nos basamos, en qué se inscribe lo que estamos haciendo, para que se entienda mejor por qué el combate a la corrupción, por qué la austeridad, por qué el nuevo paradigma en materia de seguridad pública. Es un orgullo porque siempre los planes de desarrollo se hacían a partir de la agenda que imponían desde el extranjero con las llamadas reformas estructurales; esto es distinto.

Subrayó que su gobierno desempolvó el artículo 25 de la Constitución, el cual deja en claro que el responsable de promover el desarrollo es el Estado, y ese principio no se aplicaba durante el periodo neoliberal, se pensaba que todo lo resolvía el mercado, que el Estado no tenía por qué promover el desarrollo. Claro que todo esto era muy hipócrita, porque se usaba al Estado, como sucedió, para rescatar a los bancos, lo que fue el Fobaproa. Ahí sí les gustaba que interviniera el Estado.

Pero no sólo los bancos, porque los gobiernos neoliberales rescataron al gran capital en infinidad de ocasiones, todo, desde luego, a costillas de la nación. De hecho, llegaron al descaro de utilizar amplia y discrecionalmente los recursos públicos para rescatar a las mismas empresas que el Estado privatizó.

Pero bueno, el punto es que el PND 2019-2024 está en ejercicio y el actual gobierno debe estar muy atento al cumplimiento de las metas en él establecidas, porque en las siete ocasiones anteriores (de López Portillo a Peña Nieto) los respectivos planes fueron una descarada tomadura de pelo, mientras la realidad implacablemente se comía el bienestar de la población.

Los siete gobiernos previos prometieron abundancia a manos llenas e incumplieron en igual medida: crecimiento económico acelerado, desarrollo a niveles de primer mundo, veloz abatimiento de la pobreza, sociedad igualitaria, reparto equitativo del ingreso y la riqueza, justicia, combate a la corrupción y la impunidad, y muchísimo más. Allí están los resultados.

Solo como ejemplo, en materia económica la diferencia entre lo prometido y lo alcanzado resultó abismal: Miguel de la Madrid presumió 5.5 por ciento como promedio anual de crecimiento, pero a duras penas reportó 0.34; Salinas de Gortari 6 por ciento, pero concretó 3.9; Zedillo 5 por ciento y no pasó de 3.5; Fox 7 por ciento y apenas llegó a 2.3; Calderón 5 por ciento anual y de milagro reportó 1.8; Peña Nieto 5 por ciento, y en realidad fue de 2.1.

Entonces, el PND 2019-2024 tiene la obligación de aterrizar lo ofrecido. No puede fallar.

Las rebanadas del pastel

El alcalde panista de Colón, Querétaro, Alejandro Ochoa Valencia, denuncia que al Jefe Diego Fernández de Cevallos –defensor del estado de derecho– no le gusta pagar el predial y en consecuencia debe al municipio alrededor de 900 millones de pesos por tal concepto (acumulados desde 1993) por tres de sus propiedades (El Estanco, La Esperanza y La Ponderosa). Qué tal.