Opinión
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Una lanza por la luz del mundo
C

omo tapatío que, por su credo religioso o la falta del mismo, ha sufrido en carne propia la discriminación y el menosprecio social de muchos de sus paisanos católicos, no puedo dejar de ver con simpatía el trabajo que realiza la casi centenaria iglesia que denominamos La luz del mundo.

Al margen de todo, respetamos la labor social que lleva a cabo dicha comunidad, manteniendo a su feligresía libre de la miseria, la insalubridad, la carencia de enseñanza, el desempleo, la drogadicción, el alcoholismo y demás, así como de la falta de honradez. Puede asegurarse que, en general, la imagen que tenemos de dicha comunidad es impoluta.

También debemos reconocer que, en virtud de que su meollo se encuentra precisamente en Guadalajara, donde se realizan varias reuniones anuales que atraen mucha gente de todo el mundo, es pingüe la derrama económica en buena parte de la ciudadanía.

Su líder ha sido objeto de graves acusaciones en California, mismas que lo mantienen en la cárcel a pesar de que las pruebas que las deberían sustentar brillan a tal grado por su ausencia que, incluso, dos de las fiscales (se dice que de filiación opusdeista) acaban de ser multadas con cinco mil dólares cada una por no exhibirlas.

En los primeros días de agosto estuve presente en una de las sesiones del juicio en la que los defensores esperaban reducir la salvaje fianza de 50 millones de dólares que le habían impuesto para seguir el juicio en libertad, pero en vez de eso el juez sentenció que el acusado no tenía siquiera derecho a ella.

Dos experiencias quiero compartir de aquella sesión a la que asistí:

Una: nunca en la vida he visto un juez tan descaradamente cargado hacia un bando de la contienda, lo mismo con el lenguaje corporal que el verbal. Tan es así que daba la impresión de que entre la fiscal y Su Señoría había queveres extraoficiales.

Otra: el larguísimo testimonio que presentó la parte acusadora, era de un personaje contratado exprofeso por ella misma para que espiara al inculpado durante varios años y, respecto de lo único grave que contenía su denuncia, nunca fue categórico. Siempre decía, tal parece, supongo, creo, etcétera.

No obstante la falta de precisión y claridad, el fallo de ese día sí fue contundente: como ya dije, no dio siquiera lugar a fianza.

He de completar que la razón de mi presencia, y la de un experto en temas religiosos, era responder a unas declaraciones hechas por la fiscalía en fechas anteriores, asegurando una inmoralidad generalizada entre los más de cinco millones de fieles que tiene la comunidad. Puede decirse que prácticamente la tachó de un prostíbulo gigantesco…

Mi papel iba a ser simplemente dar mi opinión, debidamente fundamentada, en favor de lo contrario. Pero el juez de marras, según me dijeron, al ver el curriculum de quienes fuimos invitados por la defensa para tratar el tema, decidió sacarlo a última hora de la agenda, por temor a que dejáramos muy mal parada a su protegida…

El sabor que me dejó entonces la justicia estadunidense fue muy amargo, aunque los dolaritos que pagarán las fiscales por no demostrar sus asertos, lo suaviza un poco. Pero haiga sido como haiga sido sin acusaciones fundamentadas, a pesar de haberlo estado espiando durante casi un lustro, el líder de dicha comunidad religiosa permanece encarcelado desde hace un tercio de año.