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La poesía canta sobre la corrupción ‘‘para exorcizarla’’

Hernán Bravo Varela presentó obra de ensayos en el Claustro de Sor Juana

 
Periódico La Jornada
Viernes 13 de septiembre de 2019, p. 6

La poesía, ‘‘ese aparente arte de la palabra sublime”, no está desligada de fenómenos humanos como la corrupción; ‘‘a veces no sabe qué hacer con ella y procura por lo menos cantarla para exorcizarla”, postula Hernán Bravo Varela, a propósito de su libro de ensayos Malversaciones: sobre poesía, literatura y otros fraudes, que ayer presentó en la Universidad del Claustro de Sor Juana.

El ensayo que cierra y da título a ese trabajo publicado por Almadía Ediciones fue animado por una polémica sobre exponer una obra que integraba materiales encontrados en escenas de ejecuciones. Se criticaba que la manera de conseguir las piezas constituía un acto de corrupción, apunta Bravo Varela en entrevista con La Jornada.

‘‘La pregunta inicial debía ser: ¿por qué no escandaliza el escenario de muerte y podredumbre que habita en el espacio nacional y, en cambio, sí inquieta que un artista reflexione y busque integrar esos elementos para generar una conciencia del horror?”

Ser la mala conciencia de una época

Hernán Bravo Varela (Ciudad de México, 1979) menciona que el título se vincula con el significado de ‘‘versar para el gremio poético y los académicos: el arte de poner determinadas palabras en una secuencia métrica y rítmica peculiar. Malversar sería muy parecido a lo que se erige en el centro de las búsquedas del poeta moderno y contemporáneo: ser la mala conciencia de su época, como dice Saint-John Perse”.

Es imposible, añade, que ‘‘una lectura crítica no malverse sobre su tema de trabajo. No hay manera tampoco en la que no se defraude la obra principal, a conciencia, o el autor que están siendo objeto de estudio para crear una lectura radicalmente distinta a aquella que le dio origen”.

El ensayista y poeta asume que sobre todo el crítico de poesía es ‘‘un malversador, porque literalmente versa mal aquello que en un momento fue colocado en verso perfecto y decide ponerlo en prosa, alterarle el orden, ponerlo en otra dimensión y en otro movimiento”.

Como eje de su proyecto de escritura del libro, se interesó por ‘‘la pincelada rápida, la sugerencia, la lectura como una peripecia, una anécdota en un mundo mucho más vasto y más cercano; ensayos que pudieran generar una apertura de ojos y de sensibilidad a un lector que probablemente no conoce parte de la obra de Rubén Bonifaz Nuño, que no ha leído a Williams Carlos Williams o que ha leído a Oscar Wilde pero no al de la carta De profundis”.