Opinión
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Arte y tiempo

Triple concierto

E

l famoso concurso de piano Ernesto Elorduy está a punto de comenzar. Los 18 concursantes, escogidos entre varias docenas de inscritos, se sienten y así se les hace sentir en el coctel de la noche anterior al inicio del certamen, como ya ganadores, puesto que la gran mayoría de aspirantes ni siquiera llegó a la primera ronda. A partir de aquí, pese a los lazos de cordialidad y amistad que puedan existir o surgir entre ellos, frente al piano serán enemigos mortales. La atmósfera, pues, puede caldearse al máximo, ensombrecerse tremendamente y convertir aquello en un drama intenso y, llegado el momento, hasta desembocar en una tragedia. Sin exagerar, los miles de participantes en este tipo de competencias, lo saben bien porque lo han vivido y sufrido.

Pero hete aquí que Claudio Valdés Kuri, autor (en coautoría con Mónica Hoth) y director de este triple concierto, es músico y hombre de teatro no sólo talentosísimo, sino con gran sentido del humor (su Genealogía de monstruos y prodigios es inolvidable y merecería la reposición, dicho sea de paso) por lo que no cae en la trampa y convierte a la competición en una comedia realmente deliciosa y, por momentos, hasta desternillante.

Seis músicos-actores –acotación esencial porque lo normal es que se sea lo uno o lo otro–, se encargan de todo, haciendo por lo menos tres personajes cada uno y hasta moviendo la utilería que, entre otras cosas, consiste en tres pesados pianos. Ellos igual son los jueces que los concursantes rechazados a las primeras de cambio o en las diferentes etapas o tienen que componer el personaje que va a llegar hasta el final, uno no del todo esperado, por cierto.

Si todo el concierto es un divertimento, por momentos es troppo y tiene gajes como el del concursante gringo que va a tocar una pieza de Mary Pons, refiriéndose a María Ponce, ignorando que antes del María el nombre es Manuel. Como éste y puesto que el concurso se desarrolla desde su primera hasta la última etapa, la obra está llena de pasajes musicales y, consecuentemente, si se tiene el conocimiento musical el disfrute será mayor.

Entre piezas de Bach, Mozart y Chopin, obligados en este tipo de concursos, entre otros compositores, surgen, por supuesto, el impactante quinto concierto de Beethoven y el bellísimo primero de Tchaikovsky, dos cumbres de la literatura pianística universal. Se trata, pues, de una obra de teatro-concierto disfrutable de principio a fin.

No es exagerado calificar de espléndida la dirección de Valdés Kuri a este texto inteligente y muy bien documentado. Su dirección de atmósferas, situaciones y actores es de enorme agilidad y precisión logrando cuadros realmente excelentes, sin perder en ningún momento el tono de comedia que marca y sostiene toda la puesta en escena. El único pero de mi parte es la prolongación, más allá de lo necesario, de la escena de los tres pianos. Si se acortara ganaría en eficacia.

La participación de los actores-músicos responde a cabalidad a esa dirección y concepción de montaje, dando como resultado una de esas funciones de las que se sale verdaderamente reconfortado y amando más al teatro.

El Triple Concierto se presenta como parte central del Festival Impulso de la UNAM, de jueves a domingos en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario.

Nota: Ernesto Elorduy fue un destacado pianista y compositor mexicano que vivió entre 1854 y 1913. Gozó de gran reconocimiento en su momento, pero actualmente sus obras no son de las más incluidas en los conciertos habituales de nuestros solistas y conjuntos.