17 de agosto de 2019 • Número 143 • Suplemento Informativo de La Jornada • Directora General: Carmen Lira Saade • Director Fundador: Carlos Payán Velver

Un programa a la medida de la Península

Adrián Flores Eredia
Coordinador Territorial de Othón P. Blanco


Facilitadores:


Carlos Valdez Ramírez (Lázaro Cárdenas), Hilario Justino Caamal Canche (José María Morelos), María Luisa Ávila Angulo (Felipe Carrillo Puerto) en Quintana Roo


Braulio Reynaldo Arguelles Castillo (Valladolid) y Jorge Rodríguez Salazar (Izamal) en Yucatán

El Programa Sembrando Vida integra componentes de medio ambiente, desarrollo comunitario, inclusión productiva, seguridad alimentaria y fomento a la cultura del ahorro, entre otros que se ubican en el marco de la economía social solidaria.

Los problemas que el programa enfrenta son la pobreza rural y la degradación ambiental; su objetivo es contribuir al bienestar social en localidades rurales, mediante la entrega de ingresos para que los campesinos hagan productivas sus tierras.

El programa busca preservar los bienes naturales y el patrimonio cultural de las zonas rurales, reuniendo los saberes y conocimientos locales y un acompañamiento técnico que atienda las necesidades de manera eficiente. La meta: crear 400 mil empleos permanentes.

El enfoque social del programa, orientado a mejorar las condiciones de alimentación, nutrición, educación y ahorro de las familias campesinas pobres, determinó su inserción y operación desde la Secretaria del Bienestar.

Al cabo de seis años, Sembrando Vida  busca integrar una red de comunidades que con sus productos abastezcan lo que las familias mexicanas necesiten, dinamizando las economía rurales. En el mediano plazo, busca promover una Red de Cooperativas de Producción, Comercio, Ahorro y Préstamo que generen Inclusión Financiera en las Comunidades Rurales.

Estos son sus criterios de actuación:

  1. No se promueve ni se permite el desmonte por encima de los huamiles de 3 metros de altura con vegetación secundaria; se busca la restauración productiva en zonas deforestadas.

  2. Los terrenos que tengan acahuales, o, vegetación de más de 3 metros de altura, se trabajan con la perspectiva de Manejo y enriquecimiento de Acahuales y enriquecimiento agroforestal.

  3. El uso del fuego no se promueve ni se incentiva.

  4. Las parcelas seleccionadas por las comunidades ejidales están siendo resguardadas por guardarrayas.

El programa es pionero en destacar una condición de multianualidad  con presupuesto seguro. Estos son sus componentes:

  1. Jornales mensuales directos al productor sin intermediación alguna.

  2. Dotación de herramientas y aperos de labranza.

  3. Plantas forestales nativas y locales: caoba, cedro rojo, chicozapote, ciricote, ramón, entre otros, en la Península de Yucatán.

  4. Plantas frutales o agroindustriales locales: achiote, coco, cítricos, pitahaya, aguacate criollo, pimienta, henequén, mango criollo, entre otros.  

  5. Viveros comunitarios para reproducir y fortalecer especies nativas.

  6. Biofábricas para elaborar agroinsumos amigables con la biodiversidad.

  7. Ahorro mensual individual.

  8. Acompañamiento, capacitación y asesoría permanente productiva y social.

  9. Incorporación de jóvenes de las comunidades, apoyados con recursos de Jóvenes construyendo el futuro.

El trabajo en Península

Al poner en marcha Sembrando Vida en el territorio de Othón Pompeyo Blanco nos encontrarnos con las siguientes situaciones:

Los padrones ejidales no se encuentran actualizados; hay localidades ejidales en donde la población mayoritariamente no tiene derechos ejidales: son avecindados, colonos o familiares de los ejidatarios sin derechos; ejidos con poca o nula vida de asambleas generales y ejidos con asambleas ordinarias mensuales; actas de asambleas con retardos prolongados en su protocolización en el RAN; ausencia sistemática de las autoridades agrarias auxiliando a las autoridades ejidales o cobrando por sus servicios; ausencia de documentación legal en manos de sus directivas: sin carpetas básicas, sin actas recientes, entre otras situaciones; promedios de posesión disímbolos, desde 1 ha por productor hasta 50 o más; envejecimiento de la población ejidal con promedios de 60 años o más de manera predominante.

La Península de Yucatán incluye a Campeche, Quintana Roo y Yucatán y alberga,  diversos ecosistemas: humedales en su litoral, bosques de mangle de diversas variedades, selvas tropicales medias y bajas, y una biodiversidad en insectos, aves, reptiles y mamíferos única. Sus suelos calizos son impermeables e inundables.

En años recientes la expansión del cultivo de la caña de azúcar en el sur de Quintana Roo pasó de 19 mil ha en el año 2000 a 35 mil en el 2016; en Hopelchén, Campeche, el cultivo de soya transgénica y maíz comercial registran un incremento extraordinario en  la superficie cultivada: de 9 mil ha a  29 mil en menos de una década, a costa de una fuerte deforestación de las selvas bajas ricas en flora melífera y de la perdida de la biodiversidad.

Ambos casos son los ejemplos más relevantes de la deforestación y degradación de los suelos por el alto uso de insumos químicos y plaguicidas, aunado a la emisión CO2 a la atmosfera por el  uso del fuego en las zafras cañeras y en la combustión de las calderas para la molienda y extracción del azúcar en los ingenios de Quintana  Roo y Campeche; todo ello aunado a la deforestación ocasionada por la ganadería extensiva y la expansión de cultivos comerciales.

Por su parte, los pequeños productores forestales ejidales y sus organizaciones de forestería comunitaria han aprovechado sustentablemente los recursos forestales maderables y no maderables de las selvas tropicales: maderas tropicales duras y blandas, cajas para apicultura, muebles, pisos, palizada, pimienta gorda, látex de chicozapote para el chicle natural y chicle orgánico, fauna silvestre bajo manejo, miel, miel de abejas meliponas, carbón vegetal, ecoturismo entre otras.

Esta pequeña economía social forestal ha permitido que las selvas tropicales y las áreas forestales decretadas por sus núcleos ejidales desde los años de 1980 mantengan la vocación forestal hasta hoy.

No obstante lo anterior, no se ha podido detener la deforestación, deterioro y fragmentación de las selvas, pese al intento de los ordenamientos territoriales comunitarios (OTC) que la Conafor impulsó, debido a la debilidad del tejido social.

Por ello, es indispensable hacer inversiones que se orienten a conservar estos macizos forestales  cuya  condición actual es de una selva degradada tendiente a desaparecer; por lo cual  la implementación de Sistemas Agroforestales que promueve Sembrando Vida evitará el avance de la frontera agropecuaria.

Milpa maya

Los sistemas agroforestales y la producción de alimentos básicos responden a una necesidad de enriquecimiento de las áreas forestales degradadas y a la obtención de alimentos provenientes de la milpa maya: maíz, frijol, calabaza, yucas, camotes, frutales y hortalizas para consumo local.

Este sistema predomina en las zonas indígenas de la Península de Yucatán sobre suelos muy frágiles y pedregoso, en comunidades  cuyas poblaciones se volvieron migrantes intermitentes hacia la Ribera Maya y Cancún. El cultivo de la milpa lo practican principalmente adultos mayores y mujeres que permanecen en sus comunidades. Con la entrada de Sembrando Vida se empieza a notar un gradual retorno a las localidades y una revalorización de la milpa.

Los modelos de milpa maya enriquecida con árboles frutales y forestales varían según la zona de trabajo, por ejemplo :

  1. Valladolid–Chemax. Los modelos de milpa intercalada con árboles frutales incluyen pitahaya, ciruela, aguacate, mamey, mango, coco enano, plátano. Los modelos agroforestales incluyen especies como chicozapote, chacté, jabín, cedro, huano, chaka, bojón y dzibzilche.

  2. José María Morelos. Integra frutales de importancia comercial: aguacate, nance, plátano, achiote, mamey, guayaba, guanábana, saac paj, ahiote y mangos, que intercala con cítricos: naranja dulce, mandarinas, limones, toronjas y agrías

  3. Lázaro Cárdenas, donde 80% de la población es maya. Sembrando vida trabaja en 27 de los 36 ejidos. El terreno es plano y predominan los leptósoles con piedras y poco suelo cultivable. Se cultiva la milpa maya con especies como plátano manzano, limón indio y persa, aguacate criollo, mamey, nance y piña, además de chaya, albahaca, nim, yerbabuena, ruda y manzanilla.

Buscando aliados   

Ante el reto de iniciar plantaciones agroforestales en 25 mil hectáreas en el territorio de Sembrando Vida de Othón P Blanco, es necesario buscar alianzas. Convocamos a Inifap, Ecosur, Conacyt, CIMMYT, PNUD-PPD, UADY, ITZM, CCMSS, Semarnat, Seder, Centro Geo y Conanp, entre otras, para que nos orienten, aconsejen, critiquen y evalúen.

El objetivo es crear alianzas territoriales estratégicas, para establecer y constituir consejos estatales de acompañamiento que faciliten recibir: orientación  normativa, formación y capacitación técnico-social; además de aprovechar las capacidades instaladas en infraestructura, los acervos  técnicos-científicos, el capital humano y en general las experiencias, metodologías, instrumentos y equipos de tecnología y demás saberes que poseen las instituciones convocadas.

Restauración productiva coordinada

Propusimos a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza , UICN, que el Programa Sembrando Vida coadyuve en el establecimiento de 50 mil ha en Yucatán y Quintana Roo y 50 mil ha en Campeche, es decir, 100 mil ha de plantaciones agroforestales a partir del año 2020, en manos de 20 mil pequeños productores diseminados a lo largo y ancho de la Península de Yucatán, con la “Estrategia de Restauración Funcional de Paisaje para la Península de Yucatán”.

Dicha estrategia forma parte a su vez, de los compromisos adquiridos por los tres estados de la Península de Yucatán, para colaborar con el “Desafío de Bonn”, una iniciativa impulsada por Alemania y la UICN en el 2011 para restaurar 150 millones de hectáreas de tierras deforestadas y degradadas antes del 2020.

Organizaciones forestales comunitarias aliadas

En el desarrollo del programa encontramos que muchos productores pertenecen a figuras morales de primer y segundo nivel de segmentos dedicados a agricultura, ganadería y forestería.

La aparente dicotomía de privilegiar el apoyo individual, efectivo y transparente que caracteriza a Sembrando vida tiene su complemento con el aglutinamiento y retorno de la vida y del tejido social a través de las CAC.

Nos encontramos con campesinos pertenecientes a sociedades cooperativas chicleras, Uniones de ejidos o Sociedades forestales, cuyas directivas están cooperando con el Programa dado el nivel de capitalización que están empezando a recibir sus socios productores, lo que redundará en mejores condiciones para su base operativa y las fortalecerá.

Un ejemplo es en la zona de José María Morelos, la Red de Productores de Servicios Ambientales “Ya’ax Sot Ot’ Yook’ol Kaab” AC. (Repseram), el cual tras 9 años de trabajo autónomo (2011-2019) formando a sus socios en temas de agroecología, forestería, viverismo y gobernanza comunitaria, avanza de manera conjunta, sin celos y contiendas impulsando el programa en el territorio maya.

Asimismo, destacan las alianzas que se han iniciado en Quintana Roo con la Unión de Ejidos Alianza Selva Maya, el Consorcio Chiclero y los ejidos forestales de Tres Garantías, Caobas, Nicolás Bravo, Petcacab, Noh-Bec, X-hazil, Carrillo Puerto, Dzula, Xpichil y X-maben. Las parcelas que se incorporaron al Programa invariablemente respetaron sus Áreas Forestales Permanentes y están trabajando en las zonas agropecuarias y degradadas de conformidad con sus ordenamientos territoriales, no registrándose desmontes de selvas bajas, medianas, ni altas.

No cuestionamos ni excluimos a las organizaciones económicas del sector social de la economía, más bien planteamos alianzas productivas y comerciales para enfrentar juntos, en su caso, el mercado y dificultades que en el mediano plazo tendremos que resolver, cuando las cosechas iniciales se asomen en el horizonte…entre otros aspectos.

Con esto, todo tipo de acuerdos, acciones y visiones propuestas no solo se pondrán en marcha, sino que servirán para detonar otros impensables. El programa Sembrando Vida está ya en las comunidades mayas de la Península de Yucatán, es ya un motor de cambio y estamos seguros de avanzar a consolidar las parcelas agroforestales que en principio demuestren alegría comunitaria, en segundo la cuarta transformación y finalmente paisajes rurales sostenibles, el cambio ya está en el corazón de nuestros sembradores.•

opiniones, comentarios y dudas a
[email protected]