17 de agosto de 2019 • Número 143 • Suplemento Informativo de La Jornada • Directora General: Carmen Lira Saade • Director Fundador: Carlos Payán Velver

Cancún y la Riviera maya:
la lógica del turismo depredador


Cancún, principal receptor del turismo internacional.
Texto elaborado a partir del análisis general del geovisualizador para la Península de Yucatán: Flores Adrián y Deniau Yannick. 2019. El megaproyecto para la península de Yucatán. México: GeoComunes / Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible. Edición: Cecilia Navarro

México es el sexto país más visitado por turistas a nivel mundial (39.3 millones de turistas internacionales en 2017) y el cuarto país con mayor aumento de turistas internacionales entre 2010 y 2017 (16 millones). La península de Yucatán tiene un rol preponderante en la actividad turística en México. Quintana Roo concentra la mitad de la llegada de turistas internacionales en la infraestructura hotelera del país. Según datos de Sectur el aeropuerto de Cancún representó el 42% del total de llegadas de turistas internacionales en 2017.

En Quintana Roo el número de hoteles se multiplicó por 19 entre 1992 y 2017, mientras que en Campeche y Yucatán solo se multiplicaron por 14 y 3.5, respectivamente. Con más de 100 mil cuartos disponibles al final de 2017, Quintana Roo concentraba el 12.7 % de todos los cuartos de hotel existentes en México: 1 de cada 8.

Este desarrollo de infraestructura turística en la península, además de ser masivo y concentrado en zonas costeras, particularmente en Quintana Roo, se ha especializado en turismo de lujo. Al final del 2017 existían 311 hoteles de 5 estrellas en la península, de los cuales 227 se concentran en la zona costera de Quintana Roo. El 62% de los hoteles existentes en Quintana Roo corresponden a categorías de 3 estrellas en adelante.

Esto explica el papel que juega Quintana Roo como principal punto receptor del turismo internacional en México.

Las olas del tsunami turístico-inmobiliario en Quintana Roo

La actividad turística en Quintana Roo inició en la década de 1960 y se limitaba a tres sitios: Akumal, la isla de Cozumel e Isla Mujeres. Al comenzar la década de 1970 existían solo 23 hoteles en Cozumel, con 72 cuartos, y 19 en Isla Mujeres, con 281 cuartos, (McCoy, 2017). En esta segunda década comienza el oleaje de grandes obras y proyectos turísticos que le fueron dando forma al tsunami inmobiliario que se extiende por toda la costa de Quintana Roo.

a) Cancún

La década de 1970 fue clave para la expansión turística en el estado, ya que en 1974 se creó el Fondo Nacional de Turismo para brindar créditos de mejoramiento y desarrollo de la infraestructura turística al nivel nacional. Con la voluntad de diversificar los sitios turísticos existentes y saturados como Acapulco, fueron creados los Centros Integralmente Planeados (CIP).

El CIP de Cancún fue creado en 1975. De acuerdo con INEGI, en 1975 Cancún era un pueblo costero de 277 hectáreas, en el cual vivían 25 mil personas. El Plan Maestro del CIP definió una área de desarrollo de 12.7 mil hectáreas, de la cuales el 80% estaba ocupada por el Sistema Lagunar Nichupté (Fonatur, 1982).

Para mantenerse y expandirse, el capital inmobiliario (hotelero/turístico y urbano) requiere de la incorporación constante de nuevos espacios. En esta lógica, la respuesta a la progresiva saturación de Cancún fue el desarrollo del Corredor Cancún-Tulum (Riviera Maya) a partir de 2000.

b) Riviera Maya

A inicios del siglo XXI se empezó a desarrollar el corredor turístico Cancún-Tulum, bajo el nombre de Riviera Maya, provocando una nueva ola de expansión turística hacia el sur del estado. Este corredor de 140 km de litoral caribeño representó una gran oportunidad para la expansión del modelo masivo de turismo de sol y playa.

El estado de Quintana Roo y el gobierno federal impulsaron un reordenamiento territorial para facilitar esta nueva ola del tsunami turístico-inmobiliario: crearon dos nuevos municipios (Solidaridad en 1993 y Tulum en 2008) y realizaron obras para  la ampliación a 4 carriles de la carretera federal 307.

La Riviera Maya experimentó la primera fase de expansión dentro del municipio de Solidaridad a partir del año 2000, con la consolidación del polo turístico de Playa del Carmen, que creció de 70 a mil hectáreas entre 1990 y 2000, y cuadruplicó su superficie entre 2000 y 2018 (de mil a 4.2 mil ha).

Con la creación de Tulum en 2008, este crecimiento turístico inmobiliario se expandió hacia el sur de la Riviera Maya (Chacalal, sur de Akumal, Tulum). Tulum y Bacalar aparecen ahora como las nuevas fronteras de expansión turística hacia el sur de la Riviera Maya con un reacomodo del capital turístico que propone ahora desarrollos turísticos «alternativos», «sustentables» o «ecológicos». Los actuales y futuros proyectos de re-ordenamiento territorial de esta región se acoplan a los nuevos paradigmas del capitalismo verde adoptados por la actividad turística.

c) Infraestructura de transporte: expansión y segregación

La nueva infraestructura de transporte fue clave en el desbordamiento del turismo. Esas obras permiten movimientos de personas y mercancías. Además, carreteras y autopistas desempeñan un papel delimitador en el proceso de segregación espacial. La avenida Bonampak (para el caso de Cancún) y la carretera federal 307 (para la Riviera Maya) separan las zonas hoteleras y de residencias de lujo situadas al este de estas vías, de las zonas de expansión de fraccionamientos (“pueblos de apoyo”) dónde se concentran los trabajadores. Esta segregación responde a las necesidades del capital turístico de mantener cercanía y al mismo tiempo separación entre las zonas turísticas y las zonas precarias de concentración de la mano de obra barata que garantiza el funcionamiento del negocio.

Acumulación basada en el despojo de lo común

Las relaciones entre infraestructura de transporte, expansión urbana y turística, evidencian que para mantenerse y expandirse, el capital turístico requiere de la incorporación constante de nuevos territorios y de la apropiación de los recursos que los conforman. Sobre estos dos procesos se fundamentan la generación de ganancias para empresas turísticas, funcionarios, políticos locales y terratenientes, y el despojo de los bienes comunes de los pueblos de la región.


Para conectar este enclave turístico con el resto del país y permitir la llegada de turistas internacionales se construyeron el aeropuerto de Cancún, en 1975, y la autopista Mérida-Cancún, en 1993. Esta infraestructura favoreció el desarrollo de la zona hotelera: entre 1975 y el año 2000 se construyeron 142 hoteles y 70% de los cuartos hoteleros existentes a la fecha.


El boom turístico-inmobiliario multiplicó por diez la extensión urbana de Cancún entre 1990 y 2018 (pasó de 1,267 a 13,392 ha). Esto afectó las tierras colectivas de los ejidos Isla Mujeres y Alfredo V Bonfil (72% de la expansión urbana total con 9,680 ha urbanizadas en ambos ejidos. Gran parte de esta expansión urbana y privatización de tierras colectivas se debe sobre todo a la construcción de nuevos asentamientos humanos como fraccionamientos y zonas residenciales, y no tanto a la expansión de la actividad turística directa (zona hotelera). El aumento poblacional refuerza este hecho, ya que señala que el periodo de mayor aumento de población es posterior al desarrollo de los hoteles. La consolidación de la zona hotelera de Cancún entre 1980 y 1990 constituye el detonador de la gran ola de expansión urbana de Cancún entre 2000 y 2010 (con un crecimiento de 6,951 ha, esta década representa el 52% de la expansión urbana total de Cancún).

La tierra

La actividad turística requiere de grandes superficies de tierra para desarrollar las distintas piezas de su funcionamiento (zonas hoteleras, residenciales, campos de golf, centros comerciales, centros de convenciones, fraccionamientos, parques recreativos, etc.). En Quintana Roo la expansión urbana se realizó fundamentalmente sobre terrenos ejidales. Este cuadro sintetiza el conjunto de reformas neoliberales destinadas a favorecer la inversión extranjera interesada en el acaparamiento de tierras en zonas con alto potencial turístico.

Elaboración propia a partir de Camacho (2015) y de las capas elaboradas por el RAN y GeoComunes.

Con esas reformas el Estado trasladó su papel como financiador y administrador de la actividad turística hacia el sector privado y solo mantuvo su  papel como agente promotor e intermediario en los procesos de adquisición de terrenos. Frente a la presión ejercida conjuntamente por los desarrolladores turístico-inmobiliarios y las autoridades gubernamentales (aumento de cobros de servicios, desinformación y engaño, entre otras estrategias) muchos ejidatarios no tuvieron otra opción que vender sus tierras y migrar hacia los “pueblos de apoyo” para volverse mano de obra barata explotada por la industria turística.

Agua

La actividad turística de Quintana Roo requiere de volúmenes enormes de agua. Según datos del Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) el volumen de agua concesionado a la actividad turística en Quintana Roo (555 millones de m3) representa la mitad del volumen total de agua concesionada en todo el Estado (1,098 millones de m3). Además del agua concesionada para el consumo directo e indirecto del turismo, en Quintana Roo y en la península de Yucatán en general, existe también el problema de la privatización y mercantilización de un gran número de cenotes para usos turísticos.

Fuente: Elaboración propia con base en GeoVisualizador de GeoComunes

Nota: Debido al gran número de concesiones y al hecho que la gran mayoría de las concesiones de agua de las cadenas hoteleras están a nombre de sus filiales, las cifras pueden ser incompletas (por la dificultad a rastrear todas las filiales. Por ejemplo no se logró identificar las concesiones que corresponden a Grupo RIU, una de las principales cadenas hoteleras en el estado.

Modos de vida tradicionales y riqueza natural

La sobreespecialización en la actividad turística reduce las oportunidades para otras actividades económicas locales, así como el carácter masivo del turismo provoca la pérdida de espacios públicos y comunitarios, mediante la alteración de la dinámica cotidiana de los pobladores.

El modelo turístico masivo, pero también gran parte del llamado “socialmente responsable” despojan y aprovechan la riqueza natural paisajística (playas, selva, manglares, etc.) y cultural (cultura maya) para sostener y ampliar su proceso de enriquecimiento privado.•

Nota:

Texto elaborado a partir del análisis general del geovisualizador para la Península de Yucatán: Flores Adrián y Deniau Yannick. 2019. El megaproyecto para la península de Yucatán. México: GeoComunes / Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.

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