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Ver día anteriorLunes 12 de agosto de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Muerte digna... para animales

A

nte la insensibilidad del sector salud y familias hacia las personas que quisieran terminar con su agonía sin conseguirlo, recibo este correo que vale la pena tomar en cuenta, dada la pachorra legislativa de siempre:

“Cuando EL veterinario de confianza ha desahuciado a nuestro amigo (mascota), y con dolor decidimos eutanasiarlo (neologismo para dar la muerte a un moribundo o con una dolorosa enfermedad incurable) para evitar el sufrimiento extremo y la agonía en la recta final de su vida, nos asaltan las dudas sobre cómo hacerlo lo mejor posible, sobre lo que le van a hacer y sobre lo que le va a pasar a nuestro amigo.

“Tu veterinario sabe (y todo médico debería) cómo proporcionarle un traspaso (otro eufemismo para muerte) lo más apacible posible y tú debes colaborar sintiéndote con fuerza y tranquilidad para no asustar a tu amigo (ni al veterinario). El proceso constará de dos pasos al inyectarle dos productos: un sedante para que se relaje y a continuación un fármaco especial. Funcionan de tal manera que no se experimentan sensaciones negativas de ahogo ni agonía. Es similar a someterse a anestesia general para un procedimiento quirúrgico y unos pocos segundos después la medicación hará efecto. Finalmente el veterinario auscultará su corazón (el del amigo) para asegurar que se ha detenido. Con este procedimiento, tu serenidad y tu acompañamiento, él (tu amigo mascota) no sufrirá.

Esta compasiva solidaridad con los animales de casi todas las especies –que levante la mano quien no haya cometido o siga cometiendo zancudicidio, cucarachicidio o piojicidio– contrasta con el piadoso silencio que los animalistas o defensores de los derechos de los animales guardan con respecto al derecho a la muerte digna de los seres humanos. Su ingenua ideología igualitarista entre humanos y el resto de los seres sintientes se topa de pronto con un escrúpulo milenario: Dios es quien da y quita la vida, por lo tanto ésta es sagrada, intocable, y nadie tiene derecho a interrumpirla, ni siquiera a petición desesperada de quien la está padeciendo en condiciones insoportables.

Senadores vitalistas prometen cuidados paliativos multidisciplinarios ante enfermedades en situación terminal, así como la utilización de medicamentos controlados. Sí, chucha.