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Economía moral

Inegi, Coneval, Evalúa CDMX y la realidad de la pobreza en México // Santaella logró lo que quería: escribir el final feliz de la novela rosa de EPN

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sta semana ha habido abundante información sobre pobreza, al presentar tanto el Coneval como el Evalúa-CDMX sus respectivos informes sobre la pobreza en el país y en las entidades federativas, en ambos casos a partir de los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2018 del Inegi. Pero ninguno de los dos organismos adopta los datos de ingresos de la ENIGH 2018 tal cual, pues ambos saben, y lo sabe el Inegi, que dichos datos (y los de la ENIGH 2016) no son comparables con las ENIGH de 1992 a 2014. Ello se debe a que el Inegi infló los ingresos de los hogares (sobre todo de los más pobres) en 2016, y en 2018 infló también su gasto. Este inflado lo presentó el Inegi como un procedimiento permanente en el cual los hogares que reportan ingresos (y gastos) muy bajos son visitados nuevamente. Para salir del problema, el Coneval llegó a un acuerdo con el Inegi en 2017 para que éste diseñara un modelo estadístico que modificara los ingresos de la ENIGH 2016 y los hiciera comparables con los de las ENIGH anteriores. En este modelo se basan los cálculos de pobreza del Coneval para 2016. Para 2018, el Inegi preparó otro modelo estadístico (diferente al anterior) para que el Coneval tuviese datos comparables en 2018. Para el modelo 2016 el Inegi supuso que la mediana del ingreso laboral (IL) de la ENIGH entre 2014 y 2016 habría crecido a la misma tasa que el IL (único ingreso que capta) de la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) pero supuso también la constancia de la relación entre el IL y el ingreso total del hogar en la ENIGH, es decir, supuso también que el ingreso no laboral creció a la misma tasa” que el IL, lo que carece de fundamento. Para 2018, el modelo del Inegi supone que, si se aplican las tasas de cambio de los ingresos observados de 2016 a 2018 en las ENIGH a los datos del modelo en 2016, se obtienen datos (para 2018) comparables con la serie 1992-2014 de las ENIGH. Esto sería válido sólo si fuese falsa la crítica anterior al modelo para 2014-16. Al aceptar esta salida (ver cuadro), el Coneval fue coautor de la novela rosa de Santaella sobre el sexenio de EPN.

El Evalúa adoptó el Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP), método muy diferente del de Coneval, adoptó umbrales de dignidad, y un camino diferente para lograr una serie comparable: ajustó los ingresos de los hogares a cuentas nacionales que forma parte de las buenas prácticas en mediciones de pobreza y desigualdad y genera resultados más confiables (Evalúa CDMX, Descripción del MMIP y umbrales que utiliza, pp-33-34; disponible). El ajuste a cuentas nacionales se lleva a cabo por fuentes de ingresos (salarios, ingresos por negocios propios, renta de la propiedad, etc.) de manera que cada fuente tiene su propio factor de ajuste y, al aplicarlo, no sólo cambia el nivel de ingresos promedio de los hogares, sino también su distribución. En el caso de los ingresos por negocios, el ajuste es diferencial según el tamaño de la empresa. La salida adoptada por el Evalúa no cae en el juego de Santaella, pero no es claro que haya logrado evadirlo del todo para 2018, pues no contó en este año con la información del sistema de cuentas por sectores institucionales del Inegi (que incluye la cuenta de hogares) para 2018, que no ha sido todavía publicada por el instituto, por lo cual el ajuste a CN en 2018 es preliminar (y, por tanto, los resultados también lo son) porque tuvo que basarse en una media de los factores de ajuste de años previos.

Los resultados comparativos principales son (véase cuadro): a) En el sexenio de EPN la pobreza-Coneval baja 3.6 puntos porcentuales (pp), y la baja relativa (3.6/45.5) fue de 7.9 por ciento; la del Evalúa baja en 1 pp y la baja relativa (1/73) fue de 1.4 por ciento. b) En el periodo 2012-2016 en el que los cálculos del Evalúa no son preliminares, el contraste es más agudo: la pobreza-Coneval baja en 1.9 pp (4.2 por ciento) y la del Evalúa sube 0.2 pp (0.03 por ciento). En este periodo el Evalúa parece haber evadido totalmente el juego del Inegi. c) La diferencia tan fuerte en los niveles de pobreza refleja los muy bajos umbrales que, en todas las dimensiones usa el Coneval y su adopción del criterio intersección: sólo son pobres quienes tienen una o más carencias (71.2 por ciento de la población) y también su ingreso está por debajo de la línea de pobreza (48.8 por ciento); por ello es que la pobreza (41.9 por ciento) es menor que estos dos parciales de los que se deriva. A quienes sólo tienen una de estas dos condiciones, el Coneval los llama vulnerables. La suma de pobres más vulnerables, que alcanza cerca del 80 por ciento de la población, revela lo que su terminología oculta (y que el Evalúa explicita): que la inmensa mayoría de la población (cerca de 3/4 partes según el Evalúa) viven con carencias básicas incompatibles con la ciudadanía plena. Hemos vuelto a un periodo (como fue entre 2008 y 2012) en el que hay dos métodos oficiales y dos discursos oficiales sobre la realidad de la pobreza diferentes. Ello es muy buena noticia porque la nueva voz oficial es crítica.

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