Opinión
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Foro de la cineteca

Monrovia, Indiana

U

na elegía de lo cotidiano. A Frederick Wiseman se le considera el observador más maliciosamente incisivo de la vida cotidiana en Estados Unidos. Lo mismo en sus vastas radiografías documentales de los ámbitos rurales y urbanos de ese país, que en la exploración de sus instituciones más emblemáticas, adentrándose en el corazón mismo de las instituciones, en la impartición de la justicia, la atención médica, la enseñanza o la vida cultural, adoptando un estilo de filmar muy distintivo en el que prescinde de comentarios externos e intervención de un narrador, de juicios morales o interpretaciones redundantes, para sólo captar en vivo el pulso de la actividad humana. En México se conoce gracias a los festivales, parte sustancial de su vasta filmografía, y entre las sorpresas más recientes figura su estupenda descripción del bullicio multicultural de un barrio populoso en Queens, Nueva York. In Jackson Heights (2015) fue uno de sus trabajos que mejor ha capturado la diversidad cultural del país estadunidense y la vitalidad y aportes de sus flujos migratorios, precisamente en el momento en que un conservadurismo político extremo comenzaba ya a cuestionarlos y a negarles la esencia de su legitimidad.

En Monrovia, Indiana (2018) el documentalista ha elegido para su observación un sujeto social muy diferente. De la visión panorámica anterior transita ahora a cuestiones más específicas, y en lugar de transmitir el rimo vital de las grandes concentraciones urbanas se concentra en la actividad de grupos muy pequeños de la ciudad de Monrovia, en el estado de Indiana, donde la población apenas llega a dos mil habitantes. Del país multirracial observado anteriormente, pasa Wiseman aquí a una comunidad mayoritariamente blanca, y de aquella diversidad de creencias religiosas y credos políticos en Jackson Heights ofrece ahora la homogeneidad apabullante de un conservadurismo político muy arraigado y de una fe cristiana, también omnipresente, donde la única brecha detectable es la práctica marginal de la francmasonería.

Monrovia, Indiana reúne una variedad de viñetas sobre la vida diaria de los habitantes en este poblado del tradicional cinturón bíblico estadunidense. Actividades en la granja con la cría de cerdos, registro del procesamiento de alimentos destinados a un supermercado, instantáneas de actividades deportivas (futbol y basquetbol, orgullos locales), y de esparcimiento. Visitas a clínicas veterinarias y salones de belleza, a negocios de tatuajes y a una subasta de camiones, ofertas de colchones que incluyen un rápido curso sobre la acción de los ácaros y la acumulación indetectable de los fluidos corporales, ritos religiosos, ceremonias nupciales y un funeral con sus respectivos sermones pastorales. Al ritmo a veces trepidante de algunas cintas anteriores, Wiseman opone ahora un intimismo crepuscular que opera como una discreta meditación sobre las tradiciones culturales y el sentido final de la existencia. El viejo filo crítico e incisivo ha quedado ya un tanto relegado; en su lugar, una suerte de poesía contemplativa de la cotidianidad impregna algunas de las imágenes y registros realistas del nuevo documental. Dada la intensa actividad de este realizador nonagenario, nada impide suponer que su próximo documental bien pudiera ofrecer la cara opuesta de esta pequeña radiografía bucólica.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 12 y 17 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1