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No sólo de pan...

De memoria gustativa y digestiva vigente

E

l primero de julio se presentó en el Museo Nacional de Antropología, el libro colectivo editado por el INAH Comida Mexicana, Riqueza biológica, contextos y evolución histórica. Los 14 colaboradores (omitimos sus nombres por limitación de espacio) nos aportan conocimientos sobre lo que sería (aunque no lo digan así) una e strategia efectiva contra la pobreza alimentaria que, en mi opinión, es peor que el hambre, pues ésta es una sensación que todos podemos experimentar en un momento u otro, mientras la primera es un estado permanente que limita el desempeño físico y mental de la persona, la enferma y desfigura, la obliga a engañarse con sabores y olores falsificados para una ilusión de saciedad y, finalmente, reduce sin apelación su esperanza de vida, pues la pobreza alimentaria va de la mano con pobreza en recursos en general y la salud en primer lugar.

Los capítulos: Biodiversidad y plantas comestibles de México; Quelites acompañantes de la cultura del maíz; Insectos comestibles; Los a’tlaca y lo que el agua produce, comida lacustre en la cuenca de México; De chicha a limonada; Prácticas, saberes y creencias en torno del huerto de traspatio en la Montaña de Guerrero; Aprovechamiento de animales silvestres en la comida maya, y Transformaciones en la cultura de la alimentación: de la vida agrícola junto al lago de Texcoco a la vida comercial son de lectura imparable, cuyo aprendizaje sorprendente nos permite asegurar que, al ser conocido en los hogares mexicanos, se sacudirían prejuicios y se exigiría a las autoridades facilitar y promover el aprovechamiento de nuestros recursos naturales, en vez de aprobar bárbaras inversiones para la importación de alimentos básicos y la producción de comestibles chatarra. Pues nuestros recursos pueden darnos autosuficiencia, incluso producción excedentaria para los mercados internacionales, con que alcanzar la soberanía alimentaria, fundamento de la seguridad interior y del respeto de las otras naciones.

Los millones de mexicanos que nos precedieron, antes de la destrucción-sustitución de su cultura alimentaria, mismas que no por ser paulatinas han sido menos brutales en sus alcances, al imponer el trigo sobre el maíz, el cerdo sobre aves, pequeños mamíferos y las llamadas por los cronistas sabandijas, al remplazar con cerveza el pulque y con embotellados azucarados los frutos frescos, pero, por encima de todo, al sustituir la pródiga milpa, que voces supuestamente autorizadas minimizan atribuyéndole tres elementos básicos, cuando son siempre cinco y más: maíz, frijol, chile, cucurbitáceas y solanáceas, en cuyo policultivo se desarrollan nutritivos quelites y proteínas animales diversas, base alimenticia de pueblos capaces de erigir una cultura paralela en genialidad a su contemporánea europea, deben ser el modelo de la 4T. Pues la milpa compleja, cuyos secretos están en los herederos de su saber, constituye la única verdadera estrategia para acabar con la pobreza alimentaria en México. Y si la mentalidad mestiza y neoliberal no lo reconoce, será culpable del genocidio que podría detener ahora.