18 de mayo de 2019 • Número 140 • Suplemento Informativo de La Jornada • Directora General: Carmen Lira Saade • Director Fundador: Carlos Payán Velver

Estado de México

Entre el desapego y el desarraigo


Una imagen, tres generaciones.
Iván Pedraza Durán  Universidad Intercultural del Estado de México

En el Estado de México existen cinco culturas originarias: mazahua, otomí, tlahuica y matlatzinca. Pertenecen a la familia Otomangue, es decir, provienen de una misma raíz lingüística. La quinta lengua originaria que se habla en la región es el náhuatl.

De acuerdo con datos del Censo de Población y Vivienda 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), para el año 2010, el Estado de México registró 379,075 personas de 3 años y más hablantes de alguna lengua indígena, de los cuales 222 mil 394 corresponden a los pueblos originarios (Mazahua, Otomí, Nahua, Tlahuica y Matlatzinca). El pueblo mazahua es el más numeroso del Estado de México, al contar con 116,240 (52.27%) hablantes; en segundo lugar, el pueblo otomí, con 97,820 (43.20%) hablantes; en tercer lugar, el pueblo nahua, con 6,706 (3.02%); siendo minoría el pueblo matlatzinca con 909 (0.41%) y en quinto lugar, el pueblo tlahuica, con 719 hablantes (0.32%) (CEDIPIEM, 2017 en Pedraza, 2017).

Los pueblos tlahuica y matlatzinca cuentan con menos de mil hablantes, lo que supone que está a punto de desaparecer su lengua. Uno de los principales problemas actuales de los pueblos originarios del Estado de México es el desapego y el desarraigo cultural. A pesar de que las culturas mazahua y otomí son las más numerosas del estado, solamente la gente de mayor edad sabe hablar la lengua materna o son nativohablantes, mientras que las nuevas generaciones ya no la hablan. Ahora su lengua materna es el español y las lenguas originarias pasan a ser segundas lenguas que se aprenden en la familia o en la escuela.

Es decir, el principal problema que enfrentan los pueblos originarios es el no reconocerse como tales, debido al proceso histórico de las políticas indigenistas del siglo XX, cuyo principal objetivo era eliminar o sustituir las lenguas y culturas originarias por la lengua y cultura nacional, el castellano y la construcción del nacionalismo. El sistema educativo es y ha sido racista, discriminatorio y excluyente. Por esta razón y por otras, la gente de las comunidades ya no quiere seguir reproduciendo su lengua y su cultura, debido al proceso de discriminación que sufrieron.


Un problema para los pueblos originarios es no reconocerse como tales.

Otros problemas que enfrentan los pueblos originarios del Estado de México son la violencia, conflictos territoriales y ambientales, pobreza, marginación, precarias condiciones de vida y la migración. Desde la percepción inmediata, la violencia se ha desarrollado de manera endógena y exógena. Es decir, existe una violencia interna a partir de los usos y costumbres de los pueblos, como el famoso linchamiento, que tiene que ver con las tradiciones de las comunidades y el cual se tiene que atender por medio del derecho consuetudinario. Hasta ahora no se han reconocido los métodos de impartición de justicia desde la perspectiva de los usos y costumbres de los pueblos. La violencia desde fuera es la que tradicionalmente ha ocupado el Estado para reprimir a los pueblos originarios que resisten en defensa de su territorio.

De la mano de la violencia se han intensificado los despojos de los territorios, recursos naturales, recursos minerales, bosques, montañas, cerros, ríos y lagos, que históricamente pertenecen a los pueblos originarios. Con el avance de las políticas neoliberales se ha configurado una estructura legal y de facto para despojarlos de estos recursos. 

Para la solución de los problemas de los pueblos originarios del Estado de México es fundamental el establecimiento de un verdadero dialogo y acabar con la imposición como método.•

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