20 de abril de 2019     Número 139

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Niñez afromexicana.
Retos en el marco del Decenio
Internacional para los Afrodescendientes


Periodo Virreinal, cuadros de castas s. XVIII


Un joven afrodescendiente s XIX México.


La población afromexicana y la Costa Chica.

Cristina V. Masferrer León DEAS-INAH, Red Temática Conacyt INTEGRA

Estar con amigos, jugar, leer, el futbol, las coplas, comer pizza y pastel de chocolate son algunas de las cosas que les gusta a niñas y niños afromexicanos de Cuajinicuilapa. Disfrutan las fiestas de su pueblo, como el día de muertos, la danza de los vaqueros, la fiesta de San Nicolás de Tolentino, la celebración de la Independencia porque dan “el grito” y las fiestas decembrinas en las que reciben regalos.

Cuajinicuilapa es uno de los pueblos con presencia afromexicana de la Costa Chica de Guerrero; el primero en contar con un museo dedicado a la historia y el presente de esta población, cuyos derechos aún no se reconocen ni garantizan plenamente en México, a pesar de las acciones de instituciones como el INAH, el Conapred, la CNDH, la CDHDF y el Copred, entre otras. También es una de las localidades donde organizaciones de la sociedad civil como México Negro AC y el Taller Cultural Cimarrón emprenden acciones desde hace décadas con personas de todas las edades y, en particular, con niñas, niños, adolescentes y jóvenes para reivindicar la importancia de las personas afromexicanas o negras.

Los testimonios de niños de diversas localidades como Cuajinicuilapa sirvieron de base para la elaboración de programas de radio en los cuales se recuperaron sus conocimientos y experiencias. Niños como Ángel, Diego, Evelyn, Coral, Dana, Ricardo, Briseida, Andrés, Reyes, Manuel y Mohammed apoyan a su familia en labores económicas que muchas veces pasan desapercibidas a pesar de su relevancia: lavan trastes, barren y trapean, preparan comida y hacen tortillas, recorren el pueblo para vender distintos alimentos y colaboran en actividades agrícolas y ganaderas.

El juego, el estudio y la colaboración en tareas económicas son centrales en la vida cotidiana de estas niñas y niños, lo cual no debe confundirse de ningún modo con explotación laboral, ya que estas actividades son parte central de la vida cultural de su localidad, son un espacio inigualable de aprendizaje y no impiden su tiempo recreativo y su posibilidad de asistir a la escuela. No obstante, otros niños se ven obligados a abandonar su educación escolar para trabajar, la mayoría de las veces sin prestaciones laborales, con poca remuneración y, a veces, con tratos injustos y degradantes.

De acuerdo con la Encuesta Intercensal del INEGI de 2015, 8.1% de los adolescentes que viven en municipios con un número considerable de población afrodescendiente, son económicamente activos (porcentaje que supera al de la población nacional). Según el mismo instrumento censal, el nivel de inasistencia escolar es mayor en la población afrodescendiente, en comparación con la población nacional.  Además, en los municipios con mayor presencia afromexicana, 7.7% de los adolescentes entre 12 y 14 años, no asiste a la escuela, cifra que incrementa notablemente entre los jóvenes de 15 a 18 (33.3%) y que se vuelve dramática entre los jóvenes de 18 a 24 años (81.4%) (datos de INEGI, 2016).

En otra localidad negra o afromexicana de la región, cuando azotó una epidemia de chikungunya, Briana, de nueve años, fue obligada por su familia a vender comida a pesar de tener fiebre, dolores musculares y ronchas en el cuerpo. Un cúmulo de derechos fueron violentados, y no solo por su familia sino también por el Estado mexicano, ya que en el pueblo no había medicinas ni atención suficiente para atender los innumerables casos de chikungunya que se presentaron. La misma historia se repitió durante la epidemia de zika, la cual sigue teniendo consecuencias graves en la salud de personas de todas las edades. Los desastres naturales como sismos y huracanes, así como las epidemias hacen evidentes los efectos históricos del racismo, la discriminación y la desigualdad.

Nos encontramos en el Decenio Internacional para los Afrodescendientes (2015-2024), un periodo de diez años en el cual las Naciones Unidas y los Estados Miembros, entre los que se encuentra México, se comprometieron a desarrollar un programa de acción con el tema “Reconocimiento, Justicia y Desarrollo”. Se trata de una oportunidad inigualable para que México emprenda medidas y acciones en favor de estas personas y poblaciones. En este marco, los principales retos son el logro de reconocimientos constitucionales que permitan la elaboración de leyes secundarias y reglamentos que se traduzcan en acciones concretas para los afromexicanos. Otro reto significativo es garantizar la educación para niñas, niños, adolescentes y jóvenes afromexicanos, así como asegurarse de que la educación nacional reconozca ampliamente los aportes históricos y actuales de los afrodescendientes. Asimismo, es urgente garantizar sistemas de salud, de justicia, de educación y laboral para las personas afromexicanas. 

Si queremos que en México se garanticen los derechos humanos para todas las personas, necesitamos asegurarnos de que se emprendan acciones para saldar la deuda histórica que se tiene con los afromexicanos de todas las edades. Para lograrlo, es necesario escuchar las voces de niñas y niños afromexicanos y realizar políticas públicas que les atiendan de manera particular, con perspectiva de género y pertinencia cultural e histórica.

¡Nunca más un México sin afromexicanos! •

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