Al justificar los perfiles de sus candidatos a la Comisión Reguladora de Energía (CRE), horas antes de que por segunda ocasión fueran rechazados en el Senado, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que son técnicos capacitados y honestos, pero no achichincles. Por eso, aseguró, no les gustan, y recordó que antes fueron designados comisionados que aprobaron los contratos leoninos de los gasoductos (en los que había conflicto de intereses), lo que me trae muy molesto.

Se piensa que sólo porque tienen estudios en el extranjero son expertos, “pero ya ven en la novela El padrino, de Mario Puzo, que mandaba a estudiar a uno de sus hijos”, expresó con ironía.

En el mismo tono, en su conferencia de prensa matutina de ayer, señaló que en el Congreso dan miedo, porque anteriormente uno descansaba cuando los legisladores se iban a receso porque aprobaron todas las reformas estructurales. Cuando estaban en sesiones, uno se preguntaba: ¿qué van a aprobar éstos? Era una amenaza pública.

El presidente consideró que hubo resistencia de la oposición para aprobar las ternas que envió porque en el pasado los cargos eran negociados por los partidos: Dos para ti, dos para mí y dos para el otro. Andaban con sus listas queriendo meter a sus allegados y había la insinuación de vamos a ponernos de acuerdo, pero ahora no sucedió así y nos apegamos a la ley.

Insistió en que puede probar que sus propuestas fueron integradas por profesionales honestos, pero a veces se piensa, añadió, que los grados académicos son equivalentes a títulos nobiliarios y que ya dan patente para cometer actos de corrupción. ¿Porque viene de estudiar en una universidad del extranjero famosa, de gran prestigio, es experto? Pues no.

Otra vez, el mandatario federal resaltó de entre los aspirantes a José Alberto Celestino Isaacs, de 90 años, como el más experimentado en refinerías a escala nacional. Y confirmó su molestia al recordar los contratos para gasoductos autorizados por la CRE que, agregó, forma parte de los organismos que crearon para legitimar el saqueo.

Si un gasoducto cuesta mil millones de dólares se va a terminar pagando 8 mil millones. Pero eso no es todo: el gasoducto no pasa a ser parte de la Comisión Federal de Electricidad, no se convierte en propiedad de la nación, sigue siendo de la empresa.