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Cambia de nombre Astaná, la capital de Kazajstán; se llamará Nursultán, en honor al presidente que recién dimitió
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 21 de marzo de 2019, p. 24

Moscú. Cuando aún no habían pasado 24 horas desde su dimisión como presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbayev quiso demostrar quién tiene las riendas del poder en el estratégico país centroasiático y encabezó este miércoles la sesión en que el mandatario en funciones, Kazym-Zhomart Tokayev, ratificado por el Parlamento, propuso como primera decisión de gobierno –y los legisladores aprobaron por aclamación– cambiar el nombre de la capital, Astaná, a Nursultán.

Ante el enésimo episodio del culto a la personalidad de Nazarbayev –cuyo nombre llevan calles, parques, instituciones educativas y culturales, tanto en Kazajstán como en Chechenia, Ingushetia, Jordania y Turquía, por mencionar sólo unos sitios–, Tokayev dijo que es un justo reconocimiento a los méritos del Elbasy (padre de la nación), título exclusivo como máxima distinción kazaja que ostentará hasta su muerte el retirado líder.

Las comillas obedecen a que, si bien por su avanzada edad y, según los rumores, afectado por un cáncer cuyo tratamiento requiere serios cuidados, Nazarbayev se atribuye una posición que le permitirá –similar a la que ejerció Deng Xiaoping en China– tener desde la sombra la última palabra en la toma de las decisiones más importantes, sin necesidad de someterse al ajetreo diario de gobernante nominal.

Un mes antes de anunciar su renuncia, Nazarbayev se deshizo de varios aspirantes a sucederlo al disolver el gobierno por su incapacidad de mejorar la situación económica, en un país rico en petróleo, gas natural, uranio y otras materias primas.

Antes de ese golpe de timón, acometió reformas constitucionales que otorgan al jefe del consejo de seguridad, cargo que ocupará de forma vitalicia, facultades mayores frente a las de la presidencia y el gobierno, recortadas con el mismo propósito de fortalecer a quien estuvo al frente del país desde 1984, cuando se desempeñó como primer ministro, un año antes de la perestroika de Mijail Gorbachov.

Y como colofón Nazarbayev preguntó a la Corte Constitucional bajo qué circunstancias el jefe de Estado puede ser apartado del cargo. Como la Constitución vigente no admite la renuncia como causa, la Corte encontró la manera de justificar, con risibles circunloquios, el retiro voluntario imaginando entre líneas lo que por supuesto no se desprende del texto de la Carta Magna kazaja.

¿Por qué ahora? Es una pregunta que carece de respuesta oficial. La clave –dicen los que han seguido de cerca la política kazaja– puede estar en que el presidente en funciones no haya convocado elecciones anticipadas y se mantenga la fecha de la cita en las urnas para abril de 2020, lo cual podría significar que Nazarbayev emprendió esta maniobra, más que con la intención de perpetuarse en el poder, para contar con todos los elementos que le permitan desbrozar el camino a quién ha elegido como su sucesor.

Si la hipótesis es correcta, junto con Tokayev, ahora como presidente en funciones por ley, dado que presidía el Senado –punto de partida que, si lo sabe manejar, le da ventajas en la carrera por la sucesión– no habría que excluir como verdadero tapado a un miembro del entorno familiar más cercano de Nazarbayev.

Como en todo clan hay varios, pero su hija, Dariga, de 55 años, desde este miércoles presidenta del Senado, lidera los pronósticos, aunque tampoco se descarta que en los próximos meses el padre de la nación se decante por alguno de sus nietos.