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Despertar en la IV República

Felicidad y política

E

xisten distintas maneras de calificar el desempeño de los gobiernos. Entre las más conocidas se encuentran aquellas que toman como base únicamente el aumento y la disminución del producto interno bruto (PIB). Según la movilidad de este indicador, será la calificación de los gobiernos. Sin embargo, desde hace algunos años se ha propuesto sumar a los instrumentos basados en el PIB otros indicadores para medir el éxito de las naciones y los gobiernos, y así entender mejor los aspectos sociales que no se pueden apreciar por las estadísticas económicas.

Amartya Sen, premio Nobel de Economía, propuso tomar en cuenta otros indicadores: la felicidad, la calidad de vida y la distribución de los ingresos. En relación con la felicidad, México se encuentra en una posición muy positiva, ocupa el lugar número 24 de una lista de 156 países dentro del Reporte de la Felicidad elaborado por la Red para el Desarrollo Sostenible de la ONU. ¿Cuál es el fundamento de esa felicidad? Exploremos un poco:

Los sondeos que intentan medir la felicidad de los mexicanos son novedosos en nuestro país. Apenas hace unos días el Inegi publicó dentro de la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor el módulo de bienestar autorreportado (BIARE). La satisfacción con la vida es muy positiva. En una escala de 0 a 10, en la que 10 corresponde a muy satisfecho, los mexicanos tienen una calificación de 8.4 de la vida en general. En México se valora más la vida privada y mucho menos lo que concierne al ámbito de la política. Los espacios mejor evaluados son las relaciones personales (8.8), la actividad u ocupación (8.6) y la vivienda (8.6). Además, los mexicanos tienen una muy positiva idea de las perspectivas a futuro (8.3). Respecto de temas que corresponden a la esfera pública, la evaluación de los mexicanos es mucho menor, ya que su satisfacción con el país (6.9) y con la seguridad ciudadana (5.4) fue la peor evaluada.

¿Una explicación? Miguel Basáñez la da al incluir a México dentro de las culturas del disfrute frente a la cultura del éxito de los estadunidenses. Señala el ex embajador que pese a las duras condiciones de vida de nuestra cultura (económicas, laborales, de inseguridad) las personas buscan un disfrute mayor en sus circunstancias cotidianas. Tal parece que frente a la cultura del éxito proponemos otra vía; si la felicidad es el propósito sensato de la vida humana, nosotros tenemos la razón. ( Colaboró: Mario A. Domínguez.)