16 de febrero de 2019     Número 137

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

¡Vámonos a pescar!

Guadalupe Espinoza Sauceda


Río Fuerte, municipio de Choix, Sinaloa .

Cuando comencé a ir a pescar lo hice con mi papá, aunque él no era muy aficionado a la pesca, y cuando lo convencía me decía: -vete a buscar “bocados”, o sea, que buscara carnadas para los anzuelos y yo me iba a buscar chapulines, cachoritas (lagartijas) de los palos o gusanos de la tierra (de esos blancos gordos que hay en corrales, en las buñigas del excremento de las vacas). Nos llevábamos un cable, ixtle o mecate para amarrar las mojarras en sarta que fuéramos pescando, las cuales manteníamos en el agua para que no se nos murieran y así estuviera la carne fresca y nos durara más cuando la abriéramos o fileteáramos. Antes abríamos por el lomo, ahora a las mojarras las abren por la panza.

A Nayo Espinoza, junto con sus hijos Rey y Román, les gustaba también pescar, pero en especial a Nayo, a veces se le miraba pasar para el río con su cuerda. Era muy común que toda la gente del pueblo se fuera a pescar. También es muy frecuente oír decir que en Baca nadie se muere de hambre, porque cualquier puede ir a pescar y con eso come y ya pasan el día.

Cuando chiquillo yo pescaba con “Javy”, Juan Carlos Arredondo López, hijo de Elidio y Ramona, éramos de la misma camada y compañeros de generación en la escuela primaria. Javy era muy bueno para pescar y yo me asociaba con él. Hasta con visor y arpón pescaba Javy. Una vez en las piedras de Baca arponeó una tortuga como de 10 kilos y en otra ocasión sacó una carpa gigante que en ese tiempo no conocíamos, las escamas eran del tamaño de las monedas de 10 pesos. Buscábamos “los picaderos” (lugar donde pescábamos mucha mojarra –tilapia-) y nosotros sabíamos, intuíamos donde era un buen lugar para pescarlas. Había también lobinas y bagres, de estos últimos primero hubo el bagre negro, después metieron el bagre de color verdoso-cobrizo y ese es el que más hay ahora. Otros peces eran el que llamábamos músico por la forma de su boca, como si estuviera cantando en un micrófono y no sé si era el que también conocíamos como “culo de hombre”. Tortugas también había y culebras del agua. Finalmente introdujeron la carpa.

Llegamos a pescar con curricán, aunque a mí no me tocó mucho eso. Mi papá tenía 2 o 3 curricanes. Después vi una especie de curricán como una especie de flor de pelos de caballo con anzuelos. Con eso también sacaban lobinas. Javy era especialista en ese tipo de pesca y casi toda su familia.

Después pesqué con Pedro Navarro Ramos “Peldi”. Nos íbamos para Las Corubas (lugar donde hay muchas culebras y pichicuates entre el piedrero y reventonero de rocas que hay, propicio para que se críen las culebras y serpientes de todo tipo, además en unas piedras están talladas unas culebras) e incluso un lugar donde caía mucha mojarra en Los Sabinos, enfrente de La Estancia, nada más que por el otro lado del río, en el acantilado de la mesa. Allí llevamos costal blanco para echar las mojarras.

En otros tiempos, cuando la región no era tan insegura y corría el tren Chihuahua al Pacífico, el famoso Chepe (había dos corridas la de primera y la de segunda e incluso hubo autovías que corrían todo el día de ida y vuelta Los Mochis-Chihuahua), que era barato su pasaje, además de disfrutar los hermosos paisajes de la región, venía gente de la sierra de Chihuahua a pescar, se bajaban en la estación de Agua Caliente  de Lanphar o  de Baca y duraban días pescando, acampaban en la orilla del río; traían muy buena carnada “lombriz de la sierra”, abrían el pescado que iban sacando y lo ponían a secar con sal para que les conservara y se lo pudieran llevar a sus lugares de origen.

En Baca había muchos pescadores. Casi todos pescábamos. Comíamos mucho pescado. Fue tanta la pesca que Dora Gil (hija de don Pedro Gil Palma) nos compraba el filete de mojarra, incluso bagre también y se lo llevaba a vender a la sierra de Chihuahua en el tren. Hacía dos o tres viajes por semana a Cerocahui y Bahuichivo, principalmente.

Para buscar carnada para los anzuelos nos íbamos a Las Guásimas en las tierras de Álvaro Castro Gastélum a las entradas del pueblo, al arroyo de La Estancia, a las lagunas o donde hubiera humedad y que pudiera haber lombrices, ahí teníamos unos escarbaderos que hacíamos con las palas. Después nos dimos cuenta que las “lombrices de la sierra” eran mejor como carnada e incluso hacíamos viajes a la sierra en el tren (íbamos y veníamos en el mismo día) a traer lombrices, nos llevábamos un balde y un pico o talacho para sacarlas de la tierra. Hoy día me dicen que van a Choix a sacar lombrices.

Aunque con la presa Huites arriba de Baca y las crecidas y secas del río sea tan cambiante ahora el paisaje, la geografía se ha modificado, hay lugares que conocí en mi niñez y ahora no reconozco. El río ha sido una bendición. La cultura de Baca no se explica sin él, como todo pueblo que se precie de serlo y además salga a decirlo. Para que en Baca crezcan los carrizos y sus cañas se necesita el agua (que eso significa en yoreme –mayo). Los carrizos no crecen donde no hay agua. Y como diría El Vale: “Yupa yapa/ me dijo una mujer en Baca/ el animal del agua/ la pura pechuga saca.

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