16 de febrero de 2019     Número 137

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

La costa michoacana: lejos del paraíso

Gustavo Marín Guardado  CIESAS Peninsular


Un escenario en el que predomina la pobreza, la ineficiencia del Estado y la delincuencia organizada.

La costa de Michoacán es una franja de 247 kilómetros de litoral de cara al Océano Pacífico, entre el mar y la Sierra Madre del Sur. Un territorio de extraordinaria biodiversidad, belleza paisajística y riqueza cultural, sometido a grandes transformaciones por las fuerzas del “desarrollo”. Un espacio polarizado y diverso, donde habita un grupo de pescadores en medio de una ciudad industrial, además de decenas de localidades rurales que subsisten de la pesca, la agricultura y el turismo de baja escala, principalmente. Un escenario en el que predomina la pobreza, la ineficiencia del Estado y la delincuencia organizada.

En los sesentas y setentas, la vida rural de la costa se transformó drásticamente con la puesta en marcha de un polo de desarrollo en el delta del río Balsas. Entonces, un pequeño pueblo de pescadores y agricultores se vio asaltado por la construcción de presas hidroeléctricas, una siderúrgica, un puerto de altura y un complejo industrial que dieron vida a lo que hoy es Ciudad Lázaro Cárdenas, con cerca de 200 mil habitantes. Los pescadores fueron desplazados casi un kilómetro de distancia en nombre de la modernización y el progreso, lo que afectó su economía y forma de vida. Sin embargo, eso no se compara con los daños al medio ambiente, dado que la industria no solo realizó obras que alteraron el hábitat, sino que además ha sido altamente contaminante al verter sustancias tóxicas a los humedales y al mar, con efectos desastrosos para la vida marina y la reproducción del ecosistema.

Actualmente existen en la costa cerca de 2,000 pescadores artesanales oficialmente registrados, organizados en poco más de setenta organizaciones, más un número desconocido de pescadores ilegales, quizás una cuarta parte de los registrados. El 40% de los pescadores se concentra en Ciudad Lázaro Cárdenas y sus alrededores, mientras que el resto vive en pequeñas poblaciones rurales, en general dedicados a la captura de huachinango, sierra, jurel, pargo, mero y langosta, entre otras especies.

Los pescadores se han convertido en el sector más pobre y vulnerable de la economía regional, dado que realizan una actividad de alta incertidumbre, grandes esfuerzos y poca remuneración, que carece de apoyo integral para su desarrollo, y que demás está bajo el control de los intermediarios y comerciantes que absorben los mayores beneficios.


Economía y vida social trastocadas por el crimen.

En 1992, los pescadores organizados en el “Sector pesquero de Lázaro Cárdenas” iniciaron una serie de movilizaciones y bloqueos en el puerto, en reclamo por la contaminación industrial y la devastación del medio ambiente marino, y la exigencia de una indemnización. Esto se tradujo en una enorme presión para los industriales y políticos de la región que se vieron forzados a negociar con los pescadores, otorgando beneficios económicos y prerrogativas, como paliativos. Como nunca hubo intensión de frenar el ecocidio, esto dio pauta a una dinámica de bloqueos y negociaciones periódicas, estructurada por la pobreza, el clientelismo político, el despilfarro de recursos y la indolencia gubernamental. De esta forma, los pescadores entraron a un juego para ser estigmatizados como chantajistas, bajo el protagonismo de líderes eternos, políticos y funcionarios de gobierno, siempre dispuestos a negociar a cambio de que todo siga igual.

En el resto de la costa, las comunidades nahuas que poseen extensos territorios han sobrevivido bajo condiciones de marginalidad y pobreza, acosados por invasores y otros interesados en sus tierras: empresas forestales, mineras, migración ranchera, caciques, consorcios hoteleros y narcos. Aun así, conservan buena parte de sus tierras dedicados a la agricultura, la pesca y algunos proyectos de turismo alternativo. En particular, los pescadores, encontraron en esta actividad una fuente de alimentos e ingresos fundamentales para permanecer en sus pueblos. No obstante, se trata de una actividad pauperizada y en crisis, dada la reducción de las capturas, por la contaminación, la sobrepesca, la incursión ilegal de embarcaciones de pesca de altura, y la débil y fallida presencia del Estado para promover, planificar y regular la actividad pesquera. Un escenario funesto pues a la pobreza, rapacidad de los capitales e indolencia del Estado, se suma desde hace años la violencia y el despojo del crimen organizado que ha trastocado brutalmente la economía y la vida social en la región.

opiniones, comentarios y dudas a
[email protected]