Opinión
Ver día anteriorSábado 2 de febrero de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Sánchez y los españoles como Borrell
E

sta visita del presidente de España, Pedro Sánchez, apremiada por bancos que todos conocemos y demás empresas poderosas españolas que tienen importantes intereses en México y succionan muy fuertes cantidades de dinero de nuestro país, no deja de traerme a la mente el precepto ya muy socorrido de que lo más parecido a un español de derecha es un español de izquierda, ambos con una buena dosis de emulación de aquel Caudillo de España por la gracia de dios quién, no en vano, gobernó de manera sanguinaria su país y, a pesar de todo, murió tranquilamente en la cama.

Las razones

La prisa que tuvo de venir a ver a López Obrador no provenía de su solidaridad con un presidente mexicano que quiere enderezar el retorcido rumbo de su país, sino de la preocupación que despertó entre los adinerados que se reúnen en el palco del Real Madrid la mala propaganda que los vencidos en México el primero de julio pasado han dispersado por doquier.

Sospechosa trayectoria

Lo demás que tanto se ha manejado, como la amistad histórica entre ambos países y rememorar el exilio de españoles que México facilitó hace ocho décadas, es, en este caso, el adorno del platillo fuerte.

Entre sus huestes, por caso, se cuenta en calidad de Ministro de Relaciones Exteriores el tal José Borrell Fontelles, una suerte de malinchista catalán –oriundo de Lleida (1947)– que ya viene de la pelea pasada del lamentable Felipe González, quien tan sospechosa trayectoria ha tenido en los últimos años…

Borrell, entre otras cosas de su largo y dudoso historial, y no obstante el cargo que ocupa, anda por ahí predicando que en ninguna parte se ha establecido el derecho de autodeterminación de los pueblos, predicado por el presidente Thomas Woodrow Wilson de Estados Unidos, meollo de nuestra Doctrina Estrada y bien cimentado en la Organización de la Naciones Unidas (ONU).

Además, si es que lo antedicho no basta, el referido principio se encuentra claramente establecido en las bases ideológicas de un partido político de su país, el Socialista Obrero Español, al que el propio Borrell dice pertenecer y del que ha medrado muchísimos años, equilibrando milagrosamente el dizque socialismo con la monarquía.

Dedicado al mundo exterior, por cierto, el tal Borrell podría estar un poco más enterado de la presencia en América de su país, lo cual le impediría afirmaciones tales como la de que los conquistadores en este continente no hicieron más que matar unos cuantos indios que había. Ahora que vino, pudo haber aprovechado para visitar cualquiera de nuestras principales zonas arqueológicas, para que la boca se le hiciera chicharrón y revisado, a su regreso, cualquiera de los trabajos de Woodrow Borah en los que se muestra claramente el enorme descalabro demográfico causado por sus paisanos y la millonaria pérdida de habitantes que ello representó.

Similitudes en la historia

Su aserto constituye una imbecilidad tan grande como aquella de Juan Carlos I, en el sentido de que la lengua castellana no se había impuesto nunca por la fuerza, y otras barbaridades parecidas, hace alrededor de una década, del director de la Real Academia Española de la Historia.