15 de diciembre de 2018     Número 135

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Sembremos ciencia y conciencia

MEG

Sembremos ciencia y conciencia: Manual de huertos escolares para docentes, editado por El Colegio de la Frontera Sur (ecosur), en San Cristóbal de la Casas, Chiapas es fruto del trabajo colectivo de docentes de biología, historia, literatura, ética, arte y matemáticas y de asesores en pedagogía, personal técnico y académico.    

La materia prima de Sembremos ciencia y conciencia se gestó en el diplomado Laboratorios para la Vida: ciencias, conocimiento local, nutrición y cuidado ambiental en el huerto escolar, derivado del programa de investigación-acción LabVida, que los académicos de ecosur echaron andar en 2012 y cuyo objetivo era integrar la indagación científica, la agroecología, la nutrición y la salud en la vida cotidiana de la escuela, el huerto y la comunidad.

De acuerdo con Helda Morales –coordinadora del manual junto con Candelaria Hernández, Mariely Mendieta y Bruce Ferguson–, las experiencias de más de 60 docentes que han participado en el diplomado, a quienes se ha acompañado en la construcción de sus programas de huertos escolares, han posibilitado diseñar actividades pedagógicas “en las que se pueden adaptar conocimientos de ciencias, conocimiento local, nutrición y cuidado ambiental a su contexto”.

El manual es una guía, un conjunto de consejos prácticos, donde las actividades, además de ser flexibles, se adecuan a los diferentes ambientes bioculturales de la región mesoamericana. Así, dentro del huerto se aborda un amplio espectro de temas: alimentación, medio ambiente, matemáticas, ética, español y ciencias sociales, “que pueden facilitar la exploración prácticamente de cualquier materia académica. Muestran también que sirven como espacios de encuentro entre la escuela y la comunidad, facilitan la implementación de proyectos transversales y el desarrollo de competencias, apoyando la enseñanza-aprendizaje tanto en el medio rural como urbano”, expone Helda Morales en la presentación.

Todas las actividades pueden realizarse en distintos momentos: desde antes de establecer el huerto hasta la cosecha, abarcando diferentes niveles educativos, desde prescolar hasta universitario.

Como los coordinadores del manual han podido comprobar, los huertos escolares constituyen una herramienta educativa que hace más efectivo el trabajo de los docentes, pues son laboratorios vivos donde el proceso de enseñanza-aprendizaje adquiere mayor significación.

En las actividades que propone el manual podemos apreciar que los huertos escolares son una de las mejores opciones para iniciarnos en el camino de la  ciencia, a través del proceso que va desde su creación hasta su conservación y mantenimiento: decidir de qué manera y dónde echar a andar el huerto; investigar cómo necesita estar el suelo para recibir las semillas y de ellas cuáles son las más adecuadas, y por qué, cuándo y cómo deben sembrarse (almácigo o siembra directa), además de observar todo lo que ocurre ahí desde la etapa de crecimiento hasta la cosecha. Ello posibilita explorar y descubrir distintas maneras de resolver los diferentes problemas que se presentan.

En estos laboratorios vivos los docentes y estudiantes van construyendo sus conocimientos a partir de reconocer su propio saber, con base en los tres ejes que sustentan al huerto escolar: la agroecología, la alimentación consciente y el rescate de los saberes locales. Dentro de ese proceso educativo, se va desarrollando el pensamiento crítico y reflexivo, que es la base de una verdadera educación y de la apropiación social del conocimiento.

El contenido de Sembremos ciencia y conciencia es una provocación que no sólo despierta la necesidad de proteger el medio ambiente, junto con la inquietud de querer cultivar nuestros alimentos para comer sano; sino que, también, nos conduce a descubrir qué hay detrás de lo que comemos, cuál es la historia económica, geográfica, política e incluso científica y tecnológica de cada alimento.

En síntesis, los huertos escolares generan ecología y conocimientos, y a través de ellos podemos cosechar salud.

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