15 de diciembre de 2018     Número 135

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Chile

La Red Escuela Huerto o cómo
fortalecer la educación pública

Nelly Bustos Zapata Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile y miembro de la Red Escuela Huerto 
Scarlett Mac-Ginty Fontecilla Facultad de Odontología de la Universidad de Chile y miembro de la Red Escuela Huerto


La Red Escuela Huerto en acción. FOTOS: Red Escuela Huerto

Chile, como el resto de los países de América Latina y el mundo, observa con preocupación algunos de los efectos de la globalización sobre la información, las actitudes y los cambios en los estilos de vida de las personas. Este proceso, sumado a la expansión no planificada de las zonas urbanas, ha transformado a las ciudades en lugares carentes de espacios verdes y alejados de los centros de cultivo de alimentos, dejando a la comunidad y en especial a los niños en una desconexión con la naturaleza.

Al mismo tiempo, el sistema alimentario imperante genera estragos en la biosfera y en la salud humana. Se estima que un tercio de los gases de efecto invernadero provienen de la agricultura, mientras que la malnutrición por exceso sigue en aumento. En el caso de Chile, de acuerdo con el último reporte de la fao, 31% de las mujeres y 24.9% de los hombres son obesos, siendo respectivamente el primer y segundo lugar de América Latina con mayor obesidad.

Frente a este escenario, cada día más gobiernos, organismos internacionales y organizaciones comunitarias valoran la instrumentación de huertos educativos como una herramienta para mejorar la seguridad alimentaria, la protección del medio ambiente y la construcción de sistemas alimentarios sustentables. Huertos educativos que funcionan como un punto de partida para promover la salud y seguridad alimentaria de los países, estimulando el aprendizaje de manera transversal.

En 2016, luego de conocer la exitosa experiencia del programa Think&EatGreen@School, desarrollado en la ciudad de Vancouver, Canadá, y liderado por Alejandro Rojas Wainer, académico chileno de la Universidad de British Columbia, se conformó una red de colaboración transdisciplinaria denominada Red Escuela-Huerto. Su objetivo es contribuir al fortalecimiento de la educación pública, a través de huertos educativos y sus prácticas docentes. Lo anterior tiene como fin potenciar comunidades de aprendizaje con una mirada integradora en el ciclo alimentario completo, en respuesta a los desafíos de la salud, medio ambiente y educación para la vida.


Un modelo factible de huerto escolar requiere de docentes capacitados, tiempo y planificación.

Tras un diagnóstico participativo realizado por este equipo, se planteó la necesidad de realizar un seminario que permitiera reunir información sobre las actividades o intervenciones educativas desarrolladas en espacios educativos y comunitarios. El Seminario “Escuela Huerto: Educación Pública por la Tierra y la Comida Sana” se llevó a cabo en julio de 2016 y convocó a más de 400 asistentes entre académicos, educadores, organizaciones sociales, municipalidades, profesionales y organizaciones públicas y privadas de diferentes regiones del país, y contó con el patrocinio de los ministerios de Educación, del Medio Ambiente y de Salud de Chile.

La sinergia generada, en conjunto con otras iniciativas gubernamentales en marcha, condujo a que en el año 2017 la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (junaeb), en la medida N°30 del programa “Contrapeso”, incorporara los huertos escolares como herramienta pedagógica. Esta disposición se incorporó para apoyar la prevención de la obesidad y la promoción de estilos de vida saludables.

En este marco, académicxs del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (inta), junto con académicxs de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile, iniciaron en 2017 un estudio de factibilidad que apoyara la sustentabilidad de esta medida orientada a educación prebásica y a primero y segundo año del primer ciclo.

Para lograr el objetivo planteado, se seleccionaron 16 escuelas de la ciudad de Rancagua y de la Región Metropolitana, con alto Índice de Vulnerabilidad Económica (ive), mixtas y que tuvieran interés de integrarse al proyecto. Se alcanzó una muestra total de 2,068 niños y niñas. Posteriormente, el equipo investigador visitó las escuelas para determinar las condiciones mínimas para la instrumentación de los huertos.

Paralelamente, durante el mismo periodo se realizó un Curso de Formación General para estudiantes de pregrado de la Universidad de Chile, denominado “Escuela-Huerto: Tierra, Comida y Comunidad”. Éste consistió en el desarrollo de un proyecto de huerto escolar que considerara las dimensiones educativas, medioambientales y culturales, con énfasis en la promoción del trabajo en equipo y en la integración de la comunidad, dando oportunidad al intercambio entre los estudiantes universitarios y las escuelas públicas, donde se estaba desarrollando la intervención.


Actividades que generan ciudadanía.

Dentro de las conclusiones más importantes del estudio, se destaca que un modelo factible de huerto escolar requiere de docentes capacitados, con horas protegidas para el trabajo en este espacio, y la planificación de las actividades al inicio del año escolar, a fin de lograr un mayor aprovechamiento del huerto. Además, la evaluación cualitativa señaló que es un espacio de aprendizaje que debe utilizarse innovando e integrando las diferentes asignaturas, con el objetivo de enseñar y formar en valores como el respeto, la paciencia, el trabajo en equipo y el cuidado de la naturaleza. De este modo, emerge el desafío de innovar en el proceso de enseñanza-aprendizaje y de incorporar a la comunidad como participante activa en este tipo de iniciativas.

La implementación de huertos escolares requiere un esfuerzo inicial importante. Sin embargo, a mediano plazo se pueden observar múltiples beneficios que fortalecerán la formación de los niños y las niñas de nuestro país y el sistema educativo vigente, que podría permitir reconectar la seguridad alimentaria y nutricional local y específica de las escuelas.

Esta formación es una parte fundamental de un programa que pretenda mejorar los hábitos alimentarios de la población y, en última instancia, disminuir la obesidad. Junto con esto, se refuerza la idea del aprendizaje acerca de la sustentabilidad y del impacto de los sistemas alimentarios sobre el medio ambiente, a partir de la generación de ciudadanxs y aprendices conscientes, elaborando un modelo epistemológico y práctico de generación de conocimiento que implica la contextualización, el territorio y el trabajo con las comunidades presentes en torno al espacio escolar.

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