15 de diciembre de 2018     Número 135

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Estado de México

Espacio de aprendizaje para la vida

Enriqueta Tello García  [email protected]  Benito Rodríguez Haros  [email protected]
María de Lourdes Tello García  [email protected]   Huerto Agroecológico un Pasito en Grande, Tezoyuca, Estado de México


El territorio que habitamos es vital para nuestra existencia. FOTOS: Enriqueta Tello

Hace once años iniciamos nuestro caminar en la construcción de un ideal tangible, que sirviera como referente e impulsara una educación para la vida. Así, nos dimos a la tarea de instrumentar un huerto, que hoy en día es un espacio de aprendizaje que no solo ha demandado un cambio en nuestras actitudes, valores y estilos de vida, sino que nos ha ayudado a comprender que el territorio donde habitamos es vital para nuestra existencia, dada la conexión indisoluble que existe entre la tierra y todos los seres vivos.

Asumir una filosofía de vida debe ser una motivación para practicar las enseñanzas de los grandes filósofos, quienes consideran que por las mañanas lo más adecuado es actuar como los estoicos, “guerreros de la virtud”; a mediodía, retomar a Epicuro para “gozar el momento”; por la tarde, “ser místicos y escépticos y tomar nuestras ideas personales”, y por la noche, “ser políticos y analizar nuestra relación con la sociedad”.

En este caminar también es importante definir algunos pasos para alcanzar el bienestar: conocerse a sí mismo, usar la razón para analizar creencias y valores inconscientes; cambiarse a sí mismo, para cambiar las emociones, ya que éstas derivan de las creencias, crear conscientemente nuevos hábitos de pensamiento, sentimiento y acción, y finalmente educar la voluntad, porque ésta es necesaria cuando nos convencemos de que la determinación y la constancia son fundamentales para transitar a otra situación deseada.

La forma de materializar nuestra experiencia la visualizamos en tres dimensiones:

1) El bienestar social, que lo asociamos a la convivencia con nuestro entorno natural y social. Con esta dimensión iniciamos el trabajo, a partir de establecer un huerto agroecológico para la producción de hortalizas que, además de ser un espacio de convivencia y trabajo familiar compartido, hemos puesto a disposición de un colegio de preescolar, en donde lxs niñxs, acompañadxs por sus madres, padres y profesorxs, dan sus primeros pasos en la construcción de una experiencia que les ha permitido fortalecer los diferentes campos formativos, definidos dentro de sus esquemas curriculares, impactando en los estándares de competencias relacionadas con habilidades y actitudes para el desarrollo y aplicación del conocimiento científico.

El trabajo se sustenta en los principios teóricos y metodológicos planteados desde la agroecología y la pedagogía de la tierra, a través de diferentes estrategias didácticas, prácticas y lúdicas, donde el aprendizaje tenga un significado en la vida cotidiana.

2) El bienestar físico, que tiene su fundamento en mantener el cuerpo en movimiento, que además de proporcionar vitalidad, ayuda a tomar conciencia de nuestro universo interno a partir de los sentidos y las sensaciones, nos conecta con la realidad inmediata, con el aquí y el ahora, con el gozo de vivir. Con estas ideas se conformó un grupo de mujeres que nos reunimos para hacer ejercicio a partir del baile. Lo interesante fue redescubrir cómo el movimiento de forma divertida y creativa nos conecta con nuestro cuerpo y produce un cambio de actitud en la vida cotidiana, de tal forma que el simple hecho de mantener nuestro cuerpo en movimiento ha significado una transformación en nuestra vida personal, trascendiendo al entorno inmediato.

Adoptar una nutrición sana y consciente. La nutrición como el arte de saber alimentarnos y tomar la energía vital contenida en cada alimento, que ha recogido de la tierra, el agua, el aire y el sol; en consecuencia, al consumirlo humanizamos los elementos de la naturaleza. Por lo tanto, nuestro bienestar depende del contacto con la naturaleza y del equilibrio psicoemocional, junto con la armonía social y medioambiental, elementos que hacen posible la vida.

El último pilar que forma parte de esta dimensión es lo que algunos terapeutas han denominado medicina profiláctica o preventiva, la cual consiste en hacer un diagnóstico de la salud por medio de métodos de medicina integral, para identificar las causas que provocan desequilibrios en nuestro cuerpo, los cuales hacen que ya no funcione adecuadamente; con ello, nos damos la oportunidad de sensibilizarnos y reconocer si hay algo que no estamos haciendo bien para mantener nuestra salud.


Instrumentar un huerto nos ha demandado un cambio en nuestras actitudes, valores y estilos de vida.

En estos procesos de buscar una sanación física, se aprovechan las propiedades de las plantas medicinales del huerto para la elaboración de productos terapéuticos. Por ello, buscamos generar una cultura del cuidado en nuestro cuerpo, realizando jornadas de salud y estableciendo alianzas colaborativas con terapeutas de diferentes especialidades para generar una salud integral.

3) El bienestar mental, donde buscamos un equilibrio cognitivo y emocional a partir del trabajo con la conexión de nuestro yo interior, practicando yoga y meditando para desconectarnos del mundo exterior. Con este ejercicio hemos encontrado paz, fortaleza, relajación, descanso, liberación de emociones, poner nuestras ideas en orden y reprogramar actitudes y pensamientos que nos conduzcan a tener una actitud positiva para obtener la salud mental y espiritual. El huerto ha sido el espacio perfecto como terapia integral. Las ceremonias de agradecimiento ahora nos conectan con la espiritualidad que contiene cada una de las semillas como dadoras de vida.

Este caminar el huerto como centro de la vida nos ha permitido generar una experiencia propia, reconociendo las relaciones entre la humanidad y la naturaleza, ya que sin ellas difícilmente encontraríamos el sentido a nuestra existencia. La producción de nuestros alimentos significa la construcción de una estrategia de enseñanza-aprendizaje que expresa de manera tangible que es posible transformar nuestra forma de pensar y actuar, de ver la realidad y contribuir a cambiar el entorno que nos rodea, así como trascender a escenarios que sobrepasan el ámbito productivo y se relacionan con la educación, la alimentación y la salud. Por ello, el huerto es un espacio de educación para la vida.

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