17 de noviembre de 2018     Número 134

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

El amaranto, una maravilla
de México para el mundo


En el Primer Congreso Mundial de Amaranto: “De México para el mundo”.
FOTO: Martha Elena García

Martha Elena García

“El amaranto: un alimento estratégico para el mundo” es el título de la declaratoria que suscribieron diversas organizaciones nacionales e internacionales, luego de que una lluvia de saberes e investigaciones inundó durante tres días el recinto donde se realizó el Primer Congreso Mundial de Amaranto: “De México para el mundo”.

En nuestro país, el huauhtli –denominación en náhuatl de este prodigioso grano– debe considerarse a la par del frijol, maíz, chía, nopales, quelites, verduras, huevo, sardina, frutas y semillas, entre otros, como alimento básico de la canasta mexicana. De acuerdo con la nutrióloga Julieta Ponce, las características deseadas en un alimento para considerarlo un cultivo estratégico es que sea de origen mexicano, altamente nutritivo, disponible y accesible todo el año, de producción limpia y justa, culturalmente aceptado y tener mínimo nivel de procesamiento.

En la inauguración, el doctor Jesús Moncada de la Fuente, director general del Colegio de Posgraduados, tras agradecer la aportación de recursos de Chile y México para la realización del congreso, aplaudió la numerosa presencia de los productores de amaranto, “quienes traen mucha experiencia, mucha tierra en los zapatos, y generosamente comparten su información”, así como la copiosa afluencia de jóvenes de ambos géneros.

Del pasado 10 al 12 de octubre, en Cholula, Puebla (entidad que ocupa el primer lugar en la producción nacional de este cultivo), se reunieron representantes de 15 países provenientes de cuatro continentes y de 11 entidades de México para exponer el estado del arte del amaranto en cuanto a: investigaciones en la alimentación humana –efectos nutricionales, contenido de aminoácidos esenciales, evaluaciones de sus aportes en la prevención o combate de enfermedades y su uso como verdura–; comparaciones entre su variabilidad genética y proteómica; procesamiento, comercialización, rentabilidad y consumo; nutrición de suelos, agrodiversidad, resistencia a diversos factores agroambientales y expectativas de carácter productivo. 

Todas estas temáticas perfilaron el encuentro a través de cuatro simposios magistrales, 55 ponencias y cinco sesiones de intercambio de saberes. En ellos se destacó la capacidad de esta semilla para crecer con poca agua en suelos pobres e incluso salinos; su viabilidad para construir soberanía alimentaria, como ya sucede en muchas comunidades que tomaron el control de su comida, cultivando y comiendo lo propio; sus propiedades altamente nutritivas e incluso su poder para inhibir las enzimas que causan hipertensión y diabetes, junto con la virtud de no contener gluten, así como su potencial para promoverlo entre las poblaciones mundiales de escasos recursos como cultivo alternativo.

En las sesiones de intercambio de saberes participaron productores, transformadores, investigadores, estudiantes, consumidores y funcionarios públicos, compartiendo experiencias, inquietudes y desafíos. Entre ellos, preservar la semilla del amaranto para las futuras generaciones y continuar sembrándola; renovar el vínculo con la madre tierra, rescatar los saberes ancestrales locales, que representan otros modos de sentir, de vivir y de relacionarnos; recuperar las parcelas escolares, a fin de que niños y jóvenes se interesen en el campo; organizarse para demandar que en las comunidades y regiones se acceda a alimentos de calidad, que éstos no sólo se destinen a la exportación; impulsar los mercados locales, como tianguis y cooperativas; apoyar la producción natural del amaranto en el país, revalorando al pequeño productor, y exigir políticas públicas enfocadas a beneficiar la salud de la población y no a las grandes empresas.   

No obstante, sus cualidades, ni los consumidores ni las autoridades reconocen al amaranto como un cultivo estratégico, a pesar de que los investigadores lo han estudiado por décadas, muchas veces sin el apoyo de sus propias instituciones.

De ahí que resulte alentador que el Grupo de Enlace para la Promoción del Amaranto en México conciba el cultivo de este milenario grano como un proyecto de vida, encaminado a esparcir sus aportes benéficos entre la población, a fin de generar cambios en la economía y en la salud pública.

A la pujanza del Grupo de Enlace, con apenas un lustro de vida, se debe este Primer Congreso Mundial. La historia de esta organización se inició a finales de 2013, cuando diferentes grupos de productores, instituciones académicas y organizaciones de la sociedad civil, de siete estados de la república se reunieron para conformarlo.

De entonces a la fecha proclamaron el 15 de octubre como Día Nacional del Amaranto y han realizado encuentros y dos congresos nacionales. El segundo congreso versó sobre políticas públicas, enfatizando la responsabilidad del Estado de garantizar una alimentación sana, establecida en el artículo cuarto constitucional, y se planteó la inclusión del amaranto en la Ley General de Salud, la Ley de Desarrollo Rural Sustentable y la Ley de Desarrollo Social.

Durante el congreso –al que asistieron alrededor de 700 personas procedentes de Bolivia, Chile, Cuba, Dinamarca, Ecuador, Estados Unidos, España, Guatemala, India, Italia, Japón, Kenia, México, Perú, Tanzania y Uganda–, el estadounidense David Brener refirió que en su país se cuenta con una gran colección de semillas de amaranto, de distribución gratuita a escala mundial para la investigación y siembra. Esta oferta resulta paradójica tras la amenaza de extinguir la semilla en Estados Unidos por su resistencia al glifosato, mediante impulsores genéticos (véase “El amaranto, maleza en EU y alimento esencial en México”, Jim Thomas, Grupo ETC, La Jornada del Campo núm. 133).

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