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#MeToo, acto liberador y también cacería de brujas

Mañana se cumple un año del movimiento anti acoso sexual

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▲ En el festival de Cannes, en mayo pasado, mujeres de la cinematografía posaron para mostrar la presencia femenina en esa industria.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Jueves 4 de octubre de 2018, p. 8

Nueva York/Berlín. Durante el funeral de Aretha Franklin el obispo rodeó con el brazo a Ariana Grande y le tocó los pechos, aunque después se disculpó. La cantante vivió un momento muy desagradable sobre el escenario, algo que muchas mujeres comprenden bien.

No retiró la mano; quizá no fue consciente en ese momento o pensó que sería mejor no hacer un escándalo. Durante mucho tiempo la tónica habitual para muchas ha sido mejor callar para evitar problemas. Pero desde hace un año existe una campaña para denunciar momentos como el que vivió la cantante: #MeToo.

Todo comenzó el 5 de octubre de 2017, cuando se publicaron las primeras acusaciones contra el todopoderoso productor de Hollywood Harvey Weinstein que destaparon la verdadera naturaleza de un hombre brutal que usaba su influencia para aprovecharse sin escrúpulos de las mujeres. Con el hashtag #MeToo muchas de ellas y también algunos hombres hicieron públicas sus vivencias: desde conversaciones y manoseos hasta violencia durante años. #MeToo se convirtió en un movimiento global que sacó a la luz historias nunca oídas.

El viejo verde, el compañero mano larga o el desconocido que se masturba en el Metro. Apenas hay una mujer que no haya experimentado algo así. ¿Cuál es la dimensión real del problema? Según un estudio realizado en la Unión Europea, en 2014 sólo un porcentaje de las mujeres que sufren violencia de género acuden a la policía o buscan ayuda. Para algunas, #MeToo fue una liberación, aunque llegara con retraso, pero para otros se convirtió en una cacería de brujas. En muchos países el debate tuvo graves consecuencias: muchos famosos cayeron en desgracia tras ser acusados de agresión sexual.

A la cabeza de ellos, Weinstein y Kevin Spacey; éste, protagonista de la exitosa serie House of Cards. Poco a poco, algunos se están atreviendo a volver a la escena pública. Por ejemplo, el cómico Louis CK, que tras haber pasado nueve meses retirado de los focos después de haber admitido acosos sexuales de varias mujeres reapareció a finales de agosto en el club Comedy Cellar de Nueva York. Su breve actuación desató un intenso debate en Estados Unidos: numerosos comentaristas criticaron que su regreso fuera demasiado pronto y que CK no había mostrado ningún arrepentimiento.

¿Hay que dar una segunda oportunidad a hombres y las mujeres involucrados en un escándalo del #MeToo? Y si es así, ¿cuándo y a quiénes? CK no es el único que está intentando regresar a la vida pública. Los presentadores de televisión Matt Lauer y Charlie Rose, entre otros, están considerando volver a la pequeña pantalla. El programa de Rose de la cadena PBS lo conduce ahora la periodista Christiane Amanpour. ¿Que si pienso que es necesario que una mujer haga ahora este trabajo? Absolutamente., aseguró Rose.

A la hora de decidir si debe haber un regreso rápido se debe determinar cuánto pesa la culpa. Por ejemplo, nadie puede imaginarse el retorno de Weinstein, acusado de seis delitos sexuales que él niega, mientras espera a ser procesado. Tampoco es probable el regreso del actor Bill Cosby, que acaba de ser condenado a entre tres y 10 años de prisión por haber drogado y atacado sexualmente a una mujer hace más de una década.

Pero en los casos de delitos menos graves se podría producir un regreso y seguramente el acusado también encontraría apoyos, dijo a la cadena CNBC, Anna David, experta en adicciones. Nuestra cultura trata de construir y destruir, e impera la memoria a corto plazo. Si se puede sacar beneficio de una estrella, entonces se encontrará la forma de que pueda volver, señaló.

Para un regreso que tenga un amplio respaldo social se necesitaría una disculpa de los acusados, que mostraran arrepentimiento públicamente y un tiempo. Y siempre debería hacerse en colaboración con las víctimas, escribió Roxane Gay en The New York Times.