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Se debe escoger entre lo que enfrentan y de lo que huyen
 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de octubre de 2018, p. 14

Extrañan a sus papás, sus hermanos e incluso la comida de sus países de origen, pero una amenaza de muerte o la incapacidad de comprar lo básico ha sido el motor para dejar sus casas y aventurarse a un peligroso recorrido por México.

Yo trabajaba tranquilo, cuenta Alberto, un joven de 20 años que en Honduras disfrutaba meterle mano a grandes vehículos para arreglarlos. Su fuerte era el sistema eléctrico, pero también me gusta bajar motores y revisarlos bien.

Escoge mi nombre, dice desde la azotea de Casa Tochan, donde lleva unos meses en lo que arregla sus papeles para poder llegar a Estados Unidos, donde vive su hermana.

Beto sonríe todo el tiempo que cuenta cómo era su vida de mecánico, aclara que son los grandes camiones y no los coches pequeños los que gusta arreglar.

El gesto cambia cuando explica por qué no quiere que se sepa su nombre: “Tuve unos problemas con los maras, querían que trabajara para ellos arreglando autos robados” y al negarse vino la amenaza.

Extraño a mi familia y la comida, cuenta y vuelve a reír cuando se saborea el queso y la crema de su país; nada que ver con la que hacen aquí.

Sabe que pasar a Estados Unidos es muy complicado, pero no considera quedarse en México, donde ha pasado momentos durísimos, y es que así como hay gente muy buena, hay mexicanos que le avientan miradas altivas y otros que hasta le han robado.

El principal reto de las personas en situación de movilidad, a decir de Oliver Francis Bush, coordinador del programa de migración del Comité Internacional de la Cruz Roja, es encontrar una ruta segura o tranquila para poder llegar adonde quieren.

Una persona migrante tiene todo el derecho de poder moverse buscando sus propias oportunidades y destino, señala en entrevista.

Bush explica que las consecuencias humanitarias para las personas que transitan de manera irregular por México es que se vuelven invisibles para las autoridades, pero más visibles para grupos que atentan en contra de su seguridad; también pueden sufrir accidentes y afectaciones a su salud.

Escuela para los hermanos, el motivo

Aunque tenía trabajo en Nicaragua el dinero no vale nada, por eso Diego dejó a su papá y hermanos atrás para buscar suerte, primero en México y después en Estados Unidos. Con sus 17 años sus planes se han visto frustrados, pues al ser menor de edad nadie quería darle empleo.

También se las vio difícil para llegar a Ciudad de México: le robaron en el trayecto y alojado en Casa Tochan se debatía entre quedarse o continuar la ruta al norte. Me gustaría trabajar en Estados Unidos, un año, dos años y regresar a mi país, con el dinero suficiente para pagar la escuela a sus hermanos y no tengan que pasar lo que yo.

Da pena pedir a la gente

Geovanni, amenazado de muerte por un grupo de maras, salió de Honduras para trabajar en México y enviar dinero a su papá. De unos 20 años, asistió a un taller de integración que la organización Casa Refugiados ofrece para personas en situación de movilidad. Sus dudas y las de otros participantes iban desde cómo moverse en transporte público, cuánto vale el dinero, cómo llamar a casa y hasta qué hacer si son detenidos.

La intención de Geovanni nunca fue llegar a Estados Unidos: Está muy feo (el país), más el presidente (Donald Trump), quien en su opinión está en la gloria, pues “tiene plata (…) y uno sufriendo”. El recorrido no ha sido sencillo y en ocasiones ha debido pedir dinero a los transeúntes para pasar el día, pero eso no me gusta, me da pena.

Desempleo, problemas de salud y explotación laboral son algunos desafíos que enfrentan los indocumentados que se quedan en México, afirma Rocío Hernández, coordinadora del albergue Guillermo Ranzahuer González, de Veracruz. Explica que muchos huyen de sus países sin documentos que avalen su identidad, por lo que quedan en una situación vulnerable.

Un discurso de miedo contra la migración en Estados Unidos ha generado que las personas en situación de movilidad extiendan más su estancia en nuestro país o cambien de opinión y decidan quedarse, explica María José Lazcano, coordinadora de la Red de Organizaciones Defensoras de los Migrantes.