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Economía Moral

Recordar el 68. Periodo de mejoría en materiales de construcción y servicios de la vivienda //

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oy completo la visión de los cambios en la vivienda entre 1960 y 1990, al abordar sus materiales de construcción y servicios básicos. En relación con los muros, la estructura de materiales cambió entre 1950 y 1970 y disminuyó el porcentaje de viviendas de adobe (que puede ser un buen material en términos térmicos, pero requiere mucho mantenimiento por lo cual muchas casas de este material están deterioradas) de 41.7 a 30.1 por ciento. Aumentó mucho la proporción de viviendas con paredes de ladrillo o tabique de 18.5 a 44.2 por ciento; y disminuyó el embarro y otros productos de 20.1 a 9.9 por ciento. (Cuadro 3.10, p. 41, de Vivienda, volumen tres de la serie Necesidades esenciales en México, Coplamar-Siglo XXI editores, 1982). Ello se debe en parte al rápido proceso de urbanización, pues las estructuras fueron (y son) diferentes en ambos medios: en 1970 eran de tabique o ladrillo 60.3 por ciento de las viviendas urbanas y sólo 21.1 de las rurales; mientras las de adobe eran 38.7 por ciento de las rurales y sólo 24.1 de las urbanas. Servicios básicos. Los que analizo son agua entubada en el interior, drenaje, electricidad y cuarto de baño con agua corriente. Este último indicador no se utilizó en Coplamar porque no se incluyó en el cuestionario del Censo de 1970. En el cuadro se presenta la evolución 1960-90 de los cuatro indicadores de servicios. En la parte inferior del mismo (renglones seis, siete, ocho y nueve) de manera independiente, lo cual permite incluir información de 1960, y de manera simultánea de 1970 en adelante en la parte superior, pero en este caso no se agregó el baño con agua corriente.

Resalto, empezando en la parte inferior del cuadro: a) Los niveles de cobertura de los tres indicadores de servicios con datos en 1960, los tres de carácter sanitario eran inferiores a 30 por ciento; baño con agua corriente era el de más baja cobertura y drenaje el de más alta. b) La proporción de viviendas con drenaje (renglón 7), con electricidad (renglón 8), y con baño con agua corriente (renglón 9) aumenta en los tres decenios, las que cuentan con agua entubada en el interior (renglón 6) aumenta hasta 1980 y luego tiene una leve baja de 1980 a 1990, que deja su cobertura muy por debajo de la de drenaje (51.1 contra 62.1 por ciento) y la acerca mucho a la de baño con agua corriente. En rigor, los tres indicadores sanitarios (6, 7 y 9) son correalizables, es decir, que sólo estando todos presentes se logra una condición sanitaria adecuada en la vivienda. Por ejemplo, si el excusado no tiene agua corriente, se complica (o imposibilita si no hay tubería que conecte el excusado con el drenaje público) el desalojo de las excretas hacia el drenaje público. Una manera adecuada de interpretar estos datos es tomar el indicador del renglón 9 como el que identifica las viviendas que cumplen con las condiciones mínimas adecuadas, mismas que habrían evolucionado desde 20.8 hasta 49 por ciento entre 1960 y 1990. Este indicador no se captó en el Censo de 1970. c) De los tres servicios ‘tradicionales’, electricidad tiene, con mucho, la más amplia cobertura. Ya en 1970 58.9 por ciento de las viviendas contaban con ella. Pero, además, dicha cobertura crece muy rápido, acercándose al 90 por ciento de las viviendas en 1990 (87.8). d) Dado que los tres servicios tradicionales, para los cuales el renglón uno expresa su concurrencia, son indispensables: sólo las viviendas que cuentan con los tres servicios se pueden considerar no carenciadas (no pobres en la materia), mientras las demás son carenciadas en diversos grados: las que cuentan con dos servicios (carecen de uno) las clasifico en pobreza moderada de servicios; las que tienen un servicio (carecen de dos) en pobreza extrema; y las sin ningún servicio en indigencia.

Así llegamos a la siguiente estratificación social en servicios de la vivienda: indigencia, pobreza extrema, pobreza moderada y sin pobreza. En 1970 esta pirámide (de forma usual en los tres primeros escalones) tiene los siguientes porcentajes (sin decimales): 36-20-13-31, donde los valores más altos están en los extremos. Esto cambia mucho y en 1980 es: 19-20-21-40, que es una pirámide invertida, con escalones angostos en la parte de abajo (los tres estratos carenciados son casi del mismo tamaño) y el ancho escalón de sin pobreza (que duplica en promedio a los estratos de pobres). Finalmente, en 1990 la estratificación es: 11-23-21-46, donde el estrato de indigentes se ha reducido enormemente respecto de 1980, los dos siguientes permanecen casi igual, y el superior aumentó seis puntos. En total, en los 20 años con datos de esta parte del cuadro, las viviendas sin servicios bajaron de 36 a 11 por ciento, mientras en el otro extremo las que cuentan con los tres pasaron de 31 a 46 por ciento, y los estratos intermedios, en pobreza moderada y extrema, vistos en conjunto, crecieron lentamente, de 33 a 41 y al 44 por ciento. En el estrato con un servicio, la inmensa mayoría (78 por ciento en 1970, 87 por ciento en 1980, y 94 por ciento en 1990) se refiere a electricidad. Esto (y el altísimo nivel de cobertura que alcanza) refleja el crucial papel de las empresas públicas de electricidad que pueden tender redes de distribución del fluido eléctrico, aunque ello no resulte lucrativo.

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