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Economía: ¿qué fue del primer lugar? // México, escalón 19 en Latinoamérica

A

llá por los años premodernos, México era catalogado como una potencia industrial en ciernes y ocupaba el primer lugar latinoamericano en materia de crecimiento económico, con una tasa anual promedio superior a 6 por ciento. Incluso, en 1980 y 1981 –este último el de la crisis de los precios petroleros y previo al de la megadevaluación y la suspensión de pagos de la deuda externa– la economía nacional creció 9.2 y 8.5 por ciento, respectivamente (desde entonces no se reportan avances de esas proporciones).

Pero como todo por servir se acaba, a finales de 1982 llegaron los tecnócratas con su revolución por el bienestar de los mexicanos (Miguel de la Madrid dixit), y desde entonces México crece a un ritmo tres veces inferior que en la premodernidad, mientras la economía mexicana se ha desfondado en el contexto latinoamericano.

El propio De la Madrid decía estar convencido de que si no arreglamos los aspectos más generales de la economía, como son finanzas públicas, deuda externa, moneda, comercio exterior y fomento a la producción y el empleo no podemos asegurar la vialidad económica del país y recuperar el bienestar de las familias y los individuos y la dinámica de las empresas. Nos hemos impuesto el camino del realismo económico porque es la vía apropiada de la solución efectiva y duradera de los problemas y, en consecuencia, deber elemental de honestidad política.

Quien a los mexicanos prometió el primer mundo y el paraíso, Carlos Salinas de Gortari, estrenó gobierno con el siguiente apotegma: El bienestar de cada familia tendrá que ser la medida de la prosperidad de la nación; el gran propósito de equidad es que todos eleven su nivel de vida, pero los que menos tienen deben beneficiarse más y menos los que más han alcanzado.

En Los Pinos se instalaron los gobiernos del bienestar para la familia (Ernesto Zedillo), el cambio (Vicente Fox), para vivir mejor (Felipe Calderón) y México en movimiento (Enrique Peña Nieto), siempre, según sus dichos, para impulsar la estrategia de cambio estructural y sentar las bases de una mejoría gradual de los niveles de bienestar social y abrir las perspectivas de un futuro más promisorio.

Pues bien, a estas alturas el balance resulta diametral y tétricamente opuesto a lo prometido: México se convirtió en una triste república maquiladora (muy moderna, eso sí), mientras los menos tienen prácticamente todo y la mayoría cada día es más pobre (léase el mito genial de Pedro Aspe), en tanto la revolución por el bienestar de los mexicanos no pasó de ser muestra del humor negro de la tecnocracia que se mantuvo 36 años en el poder.

En días pasados el pejepresidente electo dijo que “México lleva 30 años en bancarrota, desde que se aplica el modelo neoliberal… ¿No es eso crítico?... Díganme ustedes si ha habido crecimiento, paz, tranquilidad, estabilidad”.

Ante tal pronunciamiento, la Secretaría de Hacienda se animó a decir que México no está en bancarrota, porque mantiene finanzas sanas y, por si fuera poco, ha crecido bien; quisiéramos crecer más, pero el país creció.

¿En serio? ¿Dos por ciento anual es “crecer bien? Como se menciona, la economía mexicana fue indiscutible primer lugar latinoamericano y caribeño en crecimiento económico, pero 36 años después esa misma economía (modernizada y reformada) ocupa el escalón 19, de 33 posibles, lo que resume cuál es la realidad.

Para dar una idea de qué se trata (datos de la Cepal), en 2002 el valor del PIB mexicano representaba 38 por ciento del latinoamericano y caribeño; para 2017 se redujo a 21 por ciento, y descontando.Pero tranquilos: crecemos bien (Hacienda dixit).

Las rebanadas del pastel

Lo mejor del caso es que la tecnocracia y la cúpula empresarial se quejan de que AMLO no va a poder cumplir con todo. Habrá que ver, pero el punto es que en 36 años ellas no cumplieron nada.