15 de septiembre de 2018     Número 132

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Acceso a tierra, educación y ocio:
los desafíos de la juventud campesina

Diego Sartorato  Traducción: Pilar Troya


Juventud Sin Tierra: organizando la rebeldía, pro-proyecto popular

El 2º Campamento Nacional de la Juventud Sin Tierra tuvo lugar en Corumbá de Goiás, en el estado de Goiás en el centro del país, un estado donde la proporción de jóvenes y ancianos en el medio rural, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), es la más desigual: 17 productores ancianos por cada productor joven.

El dato es del último Censo Agropecuario, a finales de julio pasado. La investigación mostró la desproporcionalidad entre los grupos de edad de los productores rurales en Brasil: apenas 5.4% tiene menos de 30 años.

Los desafíos que la juventud enfrenta para permanecer en el campo fue uno de los temas del campamento de la juventud. Con el lema “Juventud Sin Tierra: organizando la rebeldía pro-proyecto popular”, la actividad reunió a cerca de 500 jóvenes del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra-MST y de otras organizaciones.

Aniele de Souza Alves, de 20 años, creció en el Asentamiento Antonio Conselheiro, en el municipio de Theobroma (estado de Rondonia, frontera con Bolivia). Ella cuenta que, a lo largo de los años, vio a muchos colegas salir de la ciudad en busca de oportunidades de empleo, principalmente a las grandes capitales.

Ane, como es conocida, estudia y ayuda a su familia en la producción de derivados de leche. Ella afirma que la gran dificultad para los jóvenes que deciden quedarse es la falta de un sistema de educación contextualizado para las necesidades locales.

“La escuela que hay allá [en Rondonia] no está volcada hacia la realidad del campo. Si fuera una escuela donde las personas, desde niños, aprendieran que el campo es un lugar bueno para vivir y que ellos no tendrían que ir a las ciudades para trabajar, tal vez ellos no tendrían ese pensamiento”, dice.
Es lo mismo que afirma Renata Menezes da Silva, del Asentamiento São Bento II, localizado en Pontal do Paranapanema, interior de São Paulo.

“Hay muy jóvenes que salen de los asentamientos para estudiar. Eso es muy bueno para nosotros, porque es juventud formándose; pero es malo que ellos tengan que salir del asentamiento para que eso se concrete. La idea es que, nosotros, jóvenes del campo, podamos tener acceso a la educación hasta el nivel superior a partir de nuestra perspectiva”, afirma la militante.

Renata defiende políticas públicas como el Programa Nacional de Educación en la Reforma Agraria (PRONERA), proyecto de acceso a la educación superior para jóvenes campesinos.

El programa del gobierno federal, mientras tanto, sufrió recortes drásticos en los pasados tres años. En 2015, los recursos para el PRONERA sumaban US$ 8.7 millones, pero, en 2017, cayeron a US$ 3.9 millones. En 2018, el presupuesto que se destinó al programa fueron apenas US$ 2.06 millones– una caída de 76% comparado con 2015.

Identidad campesina

Para el joven paraibano Diones Lopes, de 22 años, el proceso del éxodo rural está relacionado con la falta de identificación de los jóvenes con el campo. El mismo pasó a identificarse como campesino cuando tuvo contacto con el movimiento popular, hace apenas tres años. Hoy, forma parte de la Pastoral de la Juventud Rural.

“Era un joven campesino que tenía la intención de estudiar para salir del campo y vivir en la ciudad porque el sistema, de cierta forma, nos impone eso desde el inicio. Después que conocí a la Pastoral, cambié esa perspectiva, me identifiqué como joven y hoy busco agregar ese espacio para que la juventud campesina pueda continuar luchando para vivir en el campo”, dice.

El muchacho pondera que faltan políticas públicas volcadas hacia quienes deciden permanecer en el campo. “La juventud campesina tiene mucha dificultad de conseguir crédito juvenil, para que el joven pueda tener una autonomía financiera en el campo. Y hay otra cuestión, que es la reforma agraria. Nosotros no tenemos tierra. La mayoría de la juventud no consigue permanecer en el campo porque no tiene tierra para producir y estar en ella, viviendo allí”.

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