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Tensión en la UNAM
La unidad nos quitó el miedo
Periódico La Jornada
Domingo 9 de septiembre de 2018, p. 4

La comunidad tuvo miedo, pero la unidad se lo quitó. Eso piensa Juan José Zoroastro, estudiante de primer semestre de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Tres días después de la marcha en la que según diversas estimaciones entre 30 mil y 60 mil estudiantes repudiaron la violencia y el porrismo, aún tiene en los antebrazos marcas de los números telefónicos de sus familiares y otros datos personales que ahí escribió con plumón. Lo mismo que hicieron miles de jóvenes el miércoles.

“La marcha iba a ser cinco veces más grande, pero comenzaron a correr los rumores de que iban a llegar porros, que nos iban a estar esperando. Porros… Esa palabra mete más miedo a los estudiantes que el coco a un infante”, piensa.

“Mis compañeros y yo –recuerda– sabíamos que al salir a marchar arriesgábamos nuestra integridad. Todos se marcaban en los brazos cada teléfono que recordaban y llegaron a la marcha tan cubiertos como pudieron, con máscaras para evitar el gas, con tenis para correr”.

Pasados los días tras el ataque de un grupo de choque contra estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de Azcapotzalco, del que Juan José es egresado, se cuestiona: ¿Cómo puede ser que tengamos miedo de expresar nuestra opinión? La manifestación era algo pacífico, como la del 3 de septiembre. Algo pacífico que puede terminar con alguien apuñalado, alguien que pierde una oreja, como el lunes. Es un reflejo del país.

Ahora cree que un porro puede meter miedo, pero la comunidad estudiantil le puede meter miedo a todos los porros que existan en el maldito planeta.

Para estudiantes agrupados en la Asamblea General de Posgrado el ataque porril del lunes responde a cuestiones de índole político que van más allá de las condiciones particulares de falta de profesores o de seguridad en el CCH Azcapotzalco.

Consideran que con demandas legítimas, los bachilleres visibilizaron el atentado directo contra la educación pública que se ha impuesto a través de medidas como la reducción de los presupuestos para la educación, la exclusión de cientos de miles de aspirantes a nivel superior, la falta de expectativas laborales para los egresados universitarios, que ni siquiera son contratados por sus propias universidades para dar clases, lo que redunda en la falta de profesores.

Mario Mendoza, alumno de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, dice que los ataques de grupos de choque no son los únicos que vulneran la organización estudiantil en la UNAM y otras instituciones. Identifica en entrevista un neoporrismo.

El porrismo lo usan para contener la organización estudiantil y se manifiesta de diversas formas. En las escuelas de nivel medio superior emplean la violencia de estos grupos que usan jerseys. En licenciatura no hay violencia física.

En la FES Cuautitlán, sostuvo, las autoridades han intentado dejar fuera de los organismos de representación a los activistas. El semestre pasado quisieron hacerlo adelantando la votación una semana. Protestamos y tomamos el edificio de gobierno, levantaron una denuncia y dijeron que allanamos las instalaciones y en un comunicado hicieron públicos nuestros nombres poniéndonos en riesgo.