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Memoria quemada
Esperan que 10 por ciento del acervo haya sobrevivido
 
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de septiembre de 2018, p. 3

La colección del Museo Nacional de Brasil, consumida por el incendio del pasado, reunía desde objetos que se centraban en la defensa contra la invasión de europeos en África hasta grabaciones únicas de idiomas desaparecidos, productos de las culturas de la Amazonía, artefactos grecorromanos y egipcios, momias latinoamericanas, vastos acervos biológicos de América Latina, incluso con animales ya extintos.

El conjunto era de 20 millones de piezas, fruto del trabajo efectuado durante dos siglos por investigadores y científicos, y base del conocimiento paleontológico, biológico y del desarrollo cultural de la humanidad. Fuentes estimaron que luego del siniestro sólo haya sobrevivido 10 por ciento.

Abarca zoología, arqueología, etnología, geología, paleontología y antropología biológica.

La calavera Luzia, fósil antiquísimo

Desde su fundación en 1818 por el rey Juan VI, el museo tuvo un papel relevante en la investigación científica, la cual se acentuó cuando el recinto fue incorporado a la Universidad de Brasil (la actual Universidad Federal de Río de Janeiro).

Entre los objetos destaca la calavera Luzia, uno de los fósiles más antiguos hallados en América. Existe aún la esperanza de que haya sobrevivido al fuego, pues estaba guardada en una caja metálica.

Ayer autoridades reportaron el hallazgo de un cráneo entre los escombros.

El recinto resguardaba el mayor meteorito descubierto en Brasil, uno de los pocos objetos indemnes.

Como un comparativo de la pérdida cultural por el incendio, la historiadora e integrante de la Unesco, Ana Lucia Araujo, en su cuenta de Twitter publicó que el Museo Branly posee 450 mil objetos; en tanto, el Museo Británico tiene 8 millones.

Destaca la serie La guerra colonial, en la que piezas tomadas de sus pueblos en África, de ser ‘‘símbolo de bravura, valor y resistencia se convirtieron en representación de la inferioridad del vencido. La institución brasileña sostenía que era esencial que los museos descolonizaran sus colecciones para liberar los objetos y sus historias para permitir otras narrativas’’.