18 de agosto de 2018     Número 131

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Transformemos la política social,
una propuesta para AMLO

Rimisp Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural  www.rimisp.org, [email protected]


Es necesario superar la disociación entre las políticas de protección social y las de
fomento productivo FOTOS: Juan Vázquez / Anec

En la coyuntura de transición hacia un nuevo gobierno federal en México, hay políticas públicas que requieren una revisión profunda y, aún más, una transformación radical. Es el caso de la política social. Resulta inadmisible que los niveles de pobreza por ingreso se mantengan prácticamente iguales a los existentes hace 20 años, y que esta pobreza, que se agudiza en el medio rural (en localidades de hasta 15 mil habitantes) y que aqueja a 6.1 millones de hogares, derive día a día en migración, desintegración de núcleos familiares, desnutrición infantil, muertes por enfermedades curables y frenos al desarrollo humano, entre otros flagelos.

¿Por qué la pobreza persiste? En México, igual que en el conjunto de América Latina, se ha dado una escisión entre la política económica y la social, y a los pobres se les atiende con programas de transferencias monetarias condicionadas (PTMC). De hecho, el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), puesto en marcha en México en 1997, fue el precursor de estos instrumentos. Progresa cambió su nombre con el tiempo (Oportunidades en el gobierno de Vicente Fox y Prospera en el de Enrique Peña).

El problema es que la mayoría de los PTMC no están ligados a políticas que apunten al desarrollo rural como una estrategia concertada para revitalizar las zonas rurales. En general, los beneficiarios son vistos como pobres, no como individuos, familias y comunidades con capacidad productiva y con capacidad de remontar con sus esfuerzos su condición de pobreza.

Rimisp y sus investigadores asociados están trabajando en la elaboración de una “Estrategia de inclusión económica para la superación de la pobreza rural en México” que busca incidir en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Dicha estrategia establece que, según la evidencia en Latinoamérica, a largo plazo los PTMC llevan a una mayor inversión en las actividades productivas, tanto agrícolas como no agrícolas, debido a que pueden funcionar como fuente de liquidez o como seguro. Pero este proceso encuentra límites y el impacto de estos programas en la reducción sostenida de la pobreza es prácticamente nulo, pues no propician estrategias para que los hogares generen ingresos de forma autónoma y sostenida en el tiempo.

¿Qué propone Rimisp para México en esta estrategia? El planteamiento destaca “la necesidad de superar la disociación persistente entre las políticas de protección social y las de fomento productivo rural para, desde un enfoque territorial, abordar integralmente la situación de hogares, comunidades y territorios que enfrentan una situación de pobreza y vulnerabilidad persistentes”.

El plan se basa en tres grandes principios:

  1. Partir de un enfoque territorial, que ubique al territorio como el sujeto principal de la política, proponiendo soluciones suficientemente flexibles, pero integrales, que aborden al mismo tiempo las carencias y necesidades de los hogares y comunidades, con la generación de oportunidades territoriales de desarrollo económico a través de la infraestructura, la información y un conjunto amplio de bienes y servicios públicos habilitantes.

  2. El reconocimiento de la diversidad y multidimensionalidad de situaciones de pobreza, que se expresa en la diversificación de estrategias de sobrevivencia y generación de ingresos de los hogares rurales, localizados en territorios también diversos desde el punto de vista de su potencial de integración con dinámicas de acceso a bienes y servicios normalmente situados en ciudades y que redundan, además, en dispares condiciones de bienestar.

  3. La centralidad de las organizaciones locales, como motor del desarrollo cooperativo de actividades productivas para la generación de ingresos, y la consecuente necesidad de fortalecer el tejido organizacional de los territorios, así como las capacidades de otras instituciones claves para el desarrollo local, como los municipios.

Rimisp prevé la puesta en marcha de un programa rector que cuente con recursos y atribuciones suficientes para fortalecer las capacidades de hogares, organizaciones económicas y territorios para vincularse entre sí de modo proactivo y trabajar mancomunadamente en la formulación de estrategias integrales de desarrollo rural. También plantea la creación de un fondo único que agrupe la oferta dispersa de los programas y apoyos públicos, que se enfoque a propósitos del desarrollo rural, integre en un único registro a los beneficiarios y defina normas de acceso comunes y transparentes. Esto último implicaría el rediseño de la arquitectura institucional de fomento productivo, para superar su carácter regresivo y desarticulado.


¿Por qué persiste la pobreza?

Un elemento clave del plan que Rimisp propone al gobierno entrante es que una nueva política social apoye el desarrollo de capacidades básicas de autoestima, emprendedurismo, asociativismo, educación financiera y gestión local, entre otras necesarias para permitir un mejor acceso de la población en situación de pobreza a la oferta pública de desarrollo productivo. También se deberá apoyar el desarrollo de obras de infraestructura y bienes públicos en general, como parte del piso habilitador básico que requieren los territorios rezagados para asegurar a sus habitantes oportunidades para el despliegue de una estrategia sostenida de generación de ingresos, permitiendo a su vez mejores condiciones para una vinculación virtuosa con el sector privado.

Es importante destacar que hoy en día hay una tendencia en América Latina para vincular los programas de transferencias condicionadas con programas que fortalezcan la capacidad de los hogares para generar ingresos. En ese marco destacan los esfuerzos realizados en el actual sexenio por PROSPERA, en particular el Programa Piloto Territorios Productivos y en general la estrategia de inclusión productiva. Esta experiencia dejó importantes lecciones, entre ellas que un buen posicionamiento político de la agenda no es suficiente para lograr avances sustantivos. En la práctica los propósitos definidos desde los altos niveles del gobierno federal no fueron bien correspondidos a nivel de campo y las estrategias para aterrizar el mandato fueron poco ordenadas.

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