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Cirugía poco usual permite dividir un hígado en dos partes funcionales para un par de niñas

La operación se realizó en hospital de Barcelona a una pequeña de 13 años y otra de ocho meses

 
Periódico La Jornada
Miércoles 8 de agosto de 2018, p. 2

Barcelona

Un equipo médico del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona trasplantó el hígado de un donante pediátrico a dos niñas en situación crítica de 13 años y ocho meses, respectivamente, con la técnica split, compleja y poco frecuente, realizada en 2002 en el centro y que consiste en la división del órgano del donante en dos partes completamente funcionales.

En rueda de prensa este martes, Ramón Charco, jefe de Servicio de Cirugía Hepatobiliopancreática y Trasplantes del Vall d’Hebron, señaló que se trata de una intervención excepcional en la que se generan dos injertos hepáticos.

Explicó que la excepcionalidad reside en que coincidieron un hígado infantil divisible con dos receptores en lista a quienes les encajara por tamaño y que estuviera a disposición todo el equipo quirúrgico.

Aseguró que pueden hacerse hasta tres trasplantes de un hígado infantil, pero no es usual; lo normal es que un hígado se use para un adulto y un niño, y no para dos pequeños, ya que anatómicamente resulta complejo.

La intervención, realizada en julio, consistió en extraer el hígado enfermo de las dos pacientes y paralelamente dividir el sano en dos partes, implantando el trozo más grande a la niña mayor, y el más pequeño a la menor: La complejidad reside en el tamaño de los vasos y que nada altere la unión, resumió Charco, quien sostuvo que en el caso de la menor es necesario ir cerrando poco a poco con una malla para asegurar que se acople.

Destacó que esta técnica es un paso más: dividir un hígado para dos pacientes pediátricos, algo que permite la constitución del órgano, que recibe aporte sanguíneo en cada módulo, de manera que es divisible en segmentos.

Jesús Quintero, médico adjunto de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología, Apoyo Nutricional y Trasplantes Hepáticos Pediátricos, señaló que Naora, de 13 años, sufría una enfermedad metabólica que la obligaba a seguir una dieta muy restrictiva en proteínas y un cáncer de hígado, y Roma –con menos de seis kilos de peso– tenía el mal raro de Alagille, que le había provocado una cirrosis irreversible.

El éxito del trasplante es que los niños sean simplemente niños, precisó Quintero, quien celebró que ambas pacientes estén volviendo a la normalidad.

Buena recuperación

Naroa fue dada de alta a los siete días con una evolución excelente, casi como una apendicitis y prácticamente está en plena normalidad, con la introducción de proteínas en su dieta, mientras Roma, con menos peso y mayor complejidad, tiene una recuperación buenísima y ya no tiene comezón ni color amarillo: se irá a casa en breve.

Quintero destacó que el equipo médico es prescindible, pero que en este proceso hay alguien completamente imprescindible: el donante, cuya familia, en el momento de mayor tristeza hace un acto de altruismo: el donante es el eje del trasplante.

La madre de Roma, Vanessa, de Terrassa (Barcelona), celebró que se le devolvió la vida a su hija. Sin los donantes no sería posible, dijo emocionada, y detalló que entre los síntomas de la enfermedad de su bebé estaban sobre todo la comezón, los llantos y gritos, con lo que entró en lista de espera en febrero.

Del País Vasco, Josefi, madre de Naroa, celebró la buena recuperación de su hija, que sólo podía comer fruta y verdura, nada de proteína, y ha avistado que a corto plazo podrá hacer vida normal y tener una dieta abierta.

Agradeció la labor de los donantes y destacó que ha sido todo muy fácil, con su alojamiento en la Casa dels Xuclis, y en lista de espera desde mayo.

Alberto Sandiumenge, coordinador de Trasplantes, explicó que el mismo día en el que se realizaron ambos trasplantes, el hospital registró 14 de ellos, involucrando a un centenar de profesionales.