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“Cuando uno está en el set, es partícipe de los cambios; ves desde dentro a la criatura”

Arturo Ripstein y yo llevamos 15 cintas juntos; tenemos estéticas iguales, dice Paz Alicia Garciadiego

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▲ La guionista Paz Alicia Garciadiego luego de recibir la medalla Salvador Toscano al mérito cinematográfico que le entregó la Cineteca Nacional, el 26 de junio de 2014.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de agosto de 2018, p. a10

Panamá

Hace 32 años se conocieron y desde entonces una pasión los une más allá del amor: el cine. Ella, al mando de los guiones, y él, de la dirección y las cámaras, forman un dueto envidiable.

Arturo Ripstein y yo nos conocimos después de que le hice el primer guion, y nos hicimos pareja para el segundo, recordó la guionista mexicana Paz Alicia Garciadiego en entrevista, durante su reciente estancia en Panamá, a propósito del Festival Internacional de Cine.

Aunque en dos ocasiones escribió los guiones para igual número de directores, admitió que no fue lo mismo, porque “nosotros ya no necesitamos ni discutir las cosas que sobran en un filme.

Llevamos 15 películas juntos, por tanto, el trabajo resulta muy fácil, amén de que tenemos estéticas iguales, aseguró.

–¿Cómo es trabajar para él?

–Normalmente como parte de mi trabajo creativo le comento lo que quiero escribir, y a veces él me dice lo que se le antoja como idea, pero el trabajo más importante que hacemos juntos es definir el porqué de una historia y de qué hablamos con ella.

Ripstein es un director que si yo le pregunto sobre el movimiento de la cámara me da razones que tienen que ver con la historia, no técnicas. Yo entiendo argumentalmente su puesta en escena y para mí eso es muy gratificante, algo que no encontré con los otros directores, acotó.

Selección de actores

Yo casi siempre escribo con Ripstein y para Ripstein, y desde que empiezo le pregunto cómo ve a fulano para tal papel, expresó en referencia a la selección de los actores.

Tuve una asistente cubana que hizo con nosotros como siete películas y viajaba constantemente de Cuba a México. Uno de los ejercicios que hacía con ella era preguntarle quién sería el actor que encarnaría la historia que escribía, y en la mayoría de los casos atinó en sus respuestas, recordó Garciadiego.

“En mi caso, escribo pensando en el actor que encarnará la historia. A casi todos los actores de casting los conozco. Me fijo en los que me gusta como actúan, y trato de seguir su tono de voz, inflexiones y físico, de modo que sean los protagonistas.”

Sin embargo, su mayor privilegio no es tener un oído fino o ser la guionista de un proyecto cinematográfico, sino ser la esposa del director, lo cual le permite ir todos los días al estudio. “Los guionistas siempre se quejan de que los directores le secuestran a su criatura, hacen sus arreglos y al final la historia no es como ellos la escribieron; sin embargo, cuando uno está en el set es partícipe y, por tanto, cómplice de cualquier cambio; no te arrebatan a la criatura, al contrario, la ves desde dentro”.

Contar una historia con imágenes y sentido narrativo son sus principales ingredientes para lograr un buen guion.

Decisión que en Colombia todavía no me perdonan

Muestra de ello es El coronel no tiene quien le escriba, una de sus obras más conocidas, basada en la novela homónima de Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura.

Todos nos acordamos siempre de su trama: un hombre que va a recibir una carta, pero en el cine uno no puede poner los 20 años de esa espera en un muelle, por ello paralelamente se desarrollan otras historias, que quise adaptar a México, decisión que en Colombia todavía no me perdonan, comentó. 

Había muchas cosas como las diferencias políticas entre liberales y conservadores que no me importaba reflejar, porque en México no tenemos ese pleito desde los años 40.

No obstante, cuando empecé a escribir la adaptación del guion, me di cuenta de que había una historia soterrada en la novela de García Márquez: una pareja de viejos que perdió a un hijo y mantiene su cadáver en medio de los dos para ver quién traiciona primero al otro muriéndose, recordó.

Y esa historia de amor vetusto era la que me interesaba contar, porque funcionaba más para el cine, en tanto permitió crear más personajes, aseveró la también guionista de emblemáticos filmes como Profundo Carmesí y Así es la vida, relatos que se nutren de su imaginación, de hechos de la vida real o de adaptaciones de célebres textos literarios.

A una pregunta respondió: para mí es central el papel del guion en un filme, porque él inventa la historia, los personajes y lo que dicen; pero también, en qué lugar expresan sus criterios.

En pocas palabras, el guion es el instrumento de venta que, en el caso de las adaptaciones, casi 90 por ciento del original lo convierto en carne molida y después le doy la forma de albóndiga, que, a mi criterio, necesita la película, señaló Garciadiego.

Difícil encasillar una novela

Expresó que se siente más cómoda con los guiones originales, porque “cuándo pienso en una historia para el cine sé de antemano el largo, los requerimientos, pero cuando adapto una novela, muchas veces es difícil encasillarla en el cine como me sucedió con una del egipcio Naguib Mahfuz, también premio Nobel de Literatura.

Su obra era magnífica, preciosa, pero estaba tan bien armada que si le quitaba algún episodio se me caía el edificio de la estructura narrativa; sin embargo, era muy difícil meter 500 páginas en una cinta, con una cultura diferente a la nuestra, precisó.

“Cuando yo adapto una novela para cine le arranco el nombre del autor y la convierto en mía, es el caso de El coronel no tiene quien le escriba, que decidí escribir y filmar en México, porque yo no soy colombiana. Mi familia es de Veracruz, del trópico, por eso decidí empezar la trama describiendo el puerto de mi abuela.

Desde ese momento la película fue mía, en tanto uno tiene una sola lealtad: que salga bien, porque la novela está ahí y nadie le hará daño, dijo Garciadiego, para quien la dinámica de la literatura es diferente a la del cine, por eso necesariamente hay que apropiarse de la novela y modificarla.

Sobre el cine mexicano, señaló que goza de la mejor salud que ha tenido, porque el de la época de oro inventaba el México que muchos deseaban que fuera y no el que éramos.

Agregó: Era un México que, si se portaba bien, nos convertíamos en primer mundo. Pero en verdad, ese país nunca existió, aunque nos portáramos bien o mal. El chiste es hablar del que existe, y no del que creímos que podíamos ser.

Afirmó que los temas en el cine no se han agotado, piensa “que los grandes estudios de Hollywood cayeron en manos de jovencillos administradores de empresas y no quieren arriesgar nada. Empezaron a hacer remakes y cosas que están aprobadas por el público.

Afortunadamente, en nuestros países las historias no se agotaron, por eso tenemos un cine que ya quisiera Hollywood.