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Kaminer, compositor de espacios, en el Museo de la Ciudad de México
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▲ Imágenes de la apertura de la muestra, que permanecerá hasta el 17 de este mes.Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de agosto de 2018, p. 7

Saúl Kaminer (CDMX, 1952) no es un artista, es un creador, un compositor de espacios. Su alma es de muchas identidades, lo que le da una riqueza particularmente significativa y trascendente a su trabajo, expresó el investigador Luis Ignacio Sáinz en la presentación del catálogo de Órbitas, rumbos y sombras, exposición del pintor y escultor en el Museo de la Ciudad de México (MCM).

Para el ensayista, Kaminer es un ser en tránsito: guerrero y monje, de inclinaciones orientales, profundo, reflexivo y minimalista. Combate lo accesorio, elimina adornos y artificios, conserva lo esencial, ese núcleo duro de su expresión, una anclada en la sobriedad del espacio, en la motilidad incesante, en la provocación de la luz y su venganza en la sombra. Su trascendencia es la del instante que se erige en soplo duradero, en contradicción infinita, donde campea la belleza sin límites, sin frenos, sin pudores. Cada vez es más él, se ha sacudido y despojado de vahos y citas, las referencias a propios y extraños terminaron por diluirse.

Kaminer fue coordinador editorial del proyecto del catálogo que comprende textos de José María Espinasa, director del MCM, el crítico francés Serge Fauchereau, la curadora Luisa Barrios y Armando Castellanos. Incluye las 69 obras de la muestra; su formato chico lo convierte en instrumento de trabajo.

Barrios se refirió a su texto como curatorial: A lo largo de su producción, Kaminer ha incursionado en la figuración, originalmente bajo un esquema surrealista, que paulatina y progresivamente ha mutado en una suerte de abstracción rica en elementos orgánicos; cuya esencia metafísica sigue latente. Este tránsito no le ha condicionado a abandonar definitivamente las propuestas desarrolladas, ya que siempre ha estado abierto para revisitar anteriores formas y prácticas propias de hacer arte. Sin importar la solución estilística y formal, su obra siempre se enriquece con un ítem simbólico que recorre y alberga sus prácticas espirituales e ideológicas, y sobre todo, explora las referencias del pasado, de su historia personal y de la cultura universal; sin desestimar el vínculo de orden natural que halla en los objetos del presente. Su obra es la traducción de todos estos símbolos a un lenguaje visual.

Para el catálogo, Barrios realizó una larga entrevista con Kaminer. Leyó la siguiente cita: Durante varios años estuve yendo con una analista jungiana, gracias a la cual seguí trabajando la cuestión de la sombra. Aprendí a ver la sombra como la parte inacabada del ser, y aprendí también hasta qué punto resulta necesario llevar a cabo un trabajo que consiste en reconocerla, en aceptarla y en asumirla, eso es fundamental, ya que en la sombra se esconden la corrupción, el acoso, las mentiras... No la podemos negar o combatir porque se volvería en nuestra contra, nos aprisionaría en su lógica; es igual a querer combatir el mal...

Órbitas, rumbos y sombras se exhibe hasta el 17 de agosto en el MCM (Pino Suárez 30, Centro Histórico).