21 de julio de 2018     Número 130

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

La militancia disidente de los totonacos

Daniel Bello López Profesor de la Universidad Veracruzana Intercultural, sede Totonacapan


Lealtad a la utopía.

La comunidad totonaca de Buenavista, en el municipio de Espinal, Veracruz, lucha por su derecho al desarrollo y a la seguridad, a la par que mantiene una militancia disidente (Ramírez, 2002) en busca de mejorar sus condiciones de vida, mediante la gestión de diversas acciones para el   desarrollo comunitario y la preservación la seguridad pública comunitaria.

Lo que involucra al militante disidente es su “lealtad a la utopía”, implica el ejercicio de “una nueva política”, que promueve toda forma de gestión y democracia: comunitaria, municipal, nacional. “Son disidentes que imaginan y consideran que es posible un modelo alternativo, de organización social: ésta es la posición de lealtad a la utopía” (como refiere Ramírez Melgarejo, Ramón en La política del Estado mexicano en los procesos agrícolas y agrarios de los totonacos). Para ello, en Buenavista se tejen redes de solidaridad entre familiares, vecinos, comités de gestión y trabajo comunitario, con instituciones, y a veces con organizaciones sociales y colectivos de la sociedad civil.

Las formas de organización comunitaria dependen del tipo de asuntos o actividades que se emprendan. Así cuando los asuntos son mayores, es decir que incumben a toda la comunidad, donde participan ejidatarios y “vecinos”, se tratan en asamblea ejidal. Ello debido a que en Buenavista la organización agraria tiene más peso y poder de convocatoria, que la subagencia, en parte porque primero se organizaron para solicitar y luchar por la tierra, y sus autoridades tienen personalidad jurídica.

Pero lo que refuerza la primacía del ejido son los recursos que éste aporta para la complementación del pago por los costos de las obras, con el trabajo y administración de la parcela ejidal y las cuotas que acuerdan los ejidatarios como cooperación en efectivo por cada uno. Es decir, el control de recursos que el ejido mantiene refuerza su primacía.

Nosotros hacemos la reunión, organizamos la asamblea y se acuerda hacer la solicitud al ayuntamiento municipal y luego se pasa a otra instancia. Nosotros como autoridad hacemos la solicitud, las autoridades: subagente, comisariado y consejo de vigilancia, nos juntamos la directiva y vamos a ver si nos apoyan. Luego nos dicen vengan tal día, vamos por la respuesta, aunque digan que no hay dinero, seguimos insistiendo. Luego se dice vayan a ver al presidente municipal, pero la gente dice no, porque ya fuiste y no te van a dar, se va a otro lado, a las instituciones o cooperamos entre vecinos o los del ejido de la parcela de la naranja (que) es una parcela de 11 hectáreas administradas por el ejido y de ahí les reparte a las escuelas, refiere en entrevista el señor Alberto Bastían Pérez, el 7 julio 2017.

Lo anterior refleja un ejercicio de autogestión que refuerza la resistencia, entendida como autonomía económica que favorece el autogobierno, porque ha fortalecido la base económica comunitaria al apropiarse el territorio. Esta forma de organización, administración de lo que fue la parcela escolar, bajo la administración ejidal, se ha convertido en un rasgo específico (rasgo que permite identificar una “experiencia particular en determinado pueblo”, como una variante del tipo de sociedad, por ejemplo, la comunidad indígena) que está “recreando” formas de organización y fomenta la participación comunitaria, luego de un conflicto intracomunitario con la escuela primaria y sociedad de padres de familia que rentaban los pastos del terreno de la parcela.

Otra de las principales preocupaciones, ha sido la gestión del desarrollo para mejorar sus condiciones de vida, desde el ámbito productivo hasta la introducción de servicios, así como acciones que impactan en las condiciones de vida.

Mientras más se adentra uno en el análisis de la organización comunitaria, las formas de participación llevan al reconocimiento de los espacios de participación de la gente al interior de la comunidad. La aparente pasividad de la vida cotidiana revela la amplia y constante participación, en buena parte, en torno a actividades promovidas por programas gubernamentales de desarrollo, pero también aquellas propias de la comunidad, destacando la participación de la mujer.

La gestión de programas asistenciales, del acceso a la salud y proyectos productivos ha permitido desarrollar capacidades de gestión, cuyos protagonistas con el tiempo construyen liderazgos. Así fue como la primera mujer que fue subagente municipal obtuvo una representación sociopolítica:

Durante años atrás trabajé para el pueblo, antes en mi calle no había luz, yo motivaba mucho para gestionarla, el detalle era que éramos pocos vecinos, ni nos apoyaban los demás, esta calle era una vereda, un lodacero. Me preocupaba que los ancianos y los niños se enlodaban, reunimos una cooperación de $675 por persona entre 30 vecinos y con lo que sobró todavía se engravaron las calles. Los señores grandes vieron la actuación buena, porque nunca he estafado a nadie y me propusieron. Fui visitada por más de 100 personas que me consultaron y me dijeron que si aceptaba ser candidata, que como veía, yo les mencioné que, si ellos me lo pedían y era elegida por la mayoría, lo vería al otro día en la asamblea, refiere en entrevista doña María Antonia Sánchez Cruz, exsubagente, el 7 de julio de 2017.

Doña María Antonia Sánchez, subagente municipal de Buenavista a la edad de 40 años,  durante el periodo 2008-2010, no es la clásica gestora vinculada a redes político clientelares, sino que viene de un proceso formativo mediante su participación en acciones educativas con un componente comunitario del programa de Educación Inicial implementado por CONAFE, y complementada con la educación no formal de cursos y talleres para el cuidado de la salud y los derechos de las mujeres, de los cuales, reconoce haber aprendido a gestionar y a exigir sus derechos; sin duda desarrolló capacidades para el liderazgo que potencializó a raíz de sus gestiones ante instituciones y programas de desarrollo.

Se trata de una gestora que surge de una vinculación a programas gubernamentales en distintos ámbitos: salud, educación, asistencialistas, donde desarrolla un liderazgo comunitario. Después de gestionar la introducción de la ampliación de la red de electricidad y engravado de un sector de la comunidad, se proyecta como una actora sociopolítica que llega a ser autoridad. Saber leer y escribir, lo que le permitió relacionarse, sobre todo elaborar las solicitudes y darle seguimiento a su gestión, pero su condición de mujer y madre le permitió ganarse la confianza de sus compañeras mujeres, pues al entenderlas logró tener más empatía con ellas, la hicieron receptiva y promotora del cambio sociopolítico.

En resumen, Buenavista, a pesar de sus vínculos con partidos y líderes políticos, mantiene cierta independencia y el control de su proceso organizativo, a raíz del control de parte de su territorio, la parcela ejidal, de cuya producción obtiene ingresos que luego redistribuye entre las escuelas, las eventos cívicos, y pequeñas obras de infraestructura social de beneficio comunitario; situación que le permite tomar sus propias decisiones en función de las circunstancias y oportunidades políticas que se le presentan.

Si bien la dinámica de su organización social gira en torno a lo ejidal, su sistema de cargos muestra cierta integralidad, al discutirse en la asamblea ejidal, asuntos de interés comunitario y del orden administrativo, de tal modo que los diversos comités de gestión comunitaria   acuden al ejido, para reforzar la capacidad de gestión de la agencia municipal.

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