21 de julio de 2018     Número 130

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Horizonte utópico y práctica social


Espacio en el que la gente puede deliberar, participar y tomar acuerdos. FOTOS: Arturo Medel

Víctor Hugo Sánchez Reséndiz

Las asambleas son para nosotros importantísimas,
pues ahí nos ponemos de acuerdo para las faenas
comunitarias o para las fiestas del pueblo.

Claudio Salamanca del Comité Pro Cambio de Autoridad de
Xoxocotla (El regional del sur, 9 de octubre de 1988).

A pesar de tener un gran peso en la participación comunitaria, la Asamblea no tiene un respaldo jurídico, aunque en el imaginario colectivo de los pueblos es un sustento central de la legitimidad, ya que, en ella “se mantiene el ideal de una democracia comunitaria directa” (Villoro, 1998: 107). La asamblea forma parte de las instituciones imaginarias de los pueblos surianos, es decir es un horizonte utópico, y a la vez una práctica social.

Las asambleas son un espacio en el que la gente puede deliberar, participar y tomar acuerdos, que permite el involucramiento de la población en lo que sucede en su comunidad. En la asamblea se elige de manera democrática, como dice don Saúl Roque, de Xoxocotla:

Bueno, pues algo que nos dábamos cuenta todos porque era público era abierto, las reuniones que se hacían en el centro, las asambleas y pues ahí se daba a conocer lo que pasaba en la comunidad. Ahí se determinaba qué es lo que se tenía que hacer, qué gente se tenía que elegir, qué trabajo se tenía que hacer y todo se decidía en la asamblea. Y la gente creo que no se equivocaba en poder elegir, porque había un reconocimiento en la gente que proponía, por ser una persona trabajadora, honorable, respetuosa (entrevista realizada por Víctor Hugo Sánchez Reséndiz, febrero del 2018).

Y doña Alma señala:

…yo recuerdo en una asamblea que hubo, y le dijeron a uno de nuestros paisanos: a ver, tú vas a ser ayudante y se para él y dice: «no, es que yo tengo muchas obligaciones en mi casa». Pues de esos queremos, de esos que son obligados, esos son los que queremos, así que tú te quedas. Y todo el pueblo dijo pues él, el pueblo lo puso, ahí sí pone el pueblo (testimonio compartido en el Taller de Historia Oral, realizado el 15 de febrero de 2017, en Xoxocotla, coordinado por Rosío García y Hugo Sánchez).

La asamblea, como parte de la vida comunitaria se sostenía en las redes sociales del pueblo, la vida de la familia extensa, los compadrazgos, las estructuras que realizaban las fiestas religiosas y cívicas, así como la organización ejidal, en donde el respeto (palabra que se menciona continuamente en los pueblos, se refiere a la observancia de las reglas comunitarias, a una mesura en la relación con la naturaleza, a la consideración en las relaciones intergeneracionales) era fundamental. Por ello la reciprocidad social se reflejaba en que los cargos no representan para la gente de Xoxocotla un ingreso o carga extra en sus vidas:

…en esos tiempos no existía un pago, en las familias estaban bien organizados, se vivía en familia, la palabra era respeto, la palabra era ley. Si un papá trabajaba como los que acaban de mencionar el servicio dentro de la iglesia o dentro de la comunidad… un ayudante no se preocupaba por comer, sino que los mismos hijos que trabajaban solventaban los gastos, por esa misma razón, los papás o los hijos tenían este compromiso o la obligación de cuidar dentro de la iglesia (Alma, Taller de Historia Oral).

La participación en las asambleas está abierta a toda la población, sin embargo, los más interesados y obligados a hacerlo, son los cabezas de familia, por ser los directamente involucrados, ya sea con su trabajo y su aportación económica. La asamblea es un lugar de encuentro y aprendizaje intergeneracional, ya que los niños corretean y juegan mientras los mayores deliberan.

La asamblea

La convocatoria a Asamblea se realizaba por medio de un toque especial de la campana de la iglesia. Al oír ese toque la gente sabía que era convocada, “Xoxocotla era un pueblo realmente que ejercía la democracia, en asambleas que se hacían. Por medio de la campana se reunía la gente y ahí se decidía, algo bien importante que sucedía en esos tiempos” (Alma, Taller de Historia Oral).

Esta forma “tradicional” de participación en el gobierno de los pueblos se vio legitimada con la Ley General de Libertades Municipales, emitida en el Cuartel General de Tlaltizapana en 1916, que le daba a la reunión de vecinos un carácter parlamentario y ejecutivo al interior de los ayuntamientos. En los considerados de la citada Ley se señala:

…la libertad municipal es la primera y más importante de las instituciones democráticas, toda vez, que nada hay más natural y respetable que el derecho que tienen los vecinos de un centro cualquiera de población, para arreglar por sí mismos los asuntos de la vida común y para resolver lo que mejor convenga a los intereses y necesidades de la localidad… Considerando que la libertad municipal resulta irrisoria si no se concede a los vecinos la debida participación en la solución y arreglo de los principales asuntos de la localidad; pues de no ser así y de no estar vigilados y controlados los Ayuntamientos, se logrará únicamente el establecimiento de un nuevo despotismo… https://www.bibliotecas.tv/zapata/1916/z15sep16.htm).

Un poder que reconocía la Ley General de Libertades Municipales era la revocación de mandato y la supervisión por parte de los vecinos del Ayuntamiento, por ello en el artículo once se establece que:

Los munícipes aisladamente, o los Ayuntamientos en masa, podrán ser destituidos a solicitud del número de vecinos que fija el artículo siguiente, si así lo acuerda el vecindario en junta general celebrada en los términos marcados por los dos artículos anteriores, por el voto de la mayoría de los ciudadanos allí reunidos.

Esta tradición se encuentra en la práctica histórica de los habitantes de Xoxocotla, tal y como lo testimonio Alma:

…el ayudante que no estaba haciendo bien su trabajo, inmediatamente había un consejo de ancianos que se reunían y analizaban el problema de por qué estaban pasando esas cosas, cuando ellos hacían ya una conclusión del problema que se estaba presentando, inmediatamente convocaban a una asamblea por medio de las campanas y una vez más se reunía el pueblo y se determinaba que ese ayudante se tenía que cambiar sin pedirle permiso a las autoridades municipales, sino que en ese momento se hacía un oficio y se le entregaba al municipio…


Al perder su relación con la tierra, los jóvenes y cada vez personas de los pueblos,
debilitan su sentido de pertenencia.

Sin embargo, los jóvenes, y cada vez personas de los pueblos, al perder su relación con la tierra, el territorio y en ocasiones con lo sagrado (al cambiar de religión o perder ciertas ceremonias su significado) debilitan su sentido de pertenencia con la comunidad y por lo tanto se impone su estatus de ciudadano individual. Otro factor de debilitamiento de la Asamblea, son los nuevos procesos políticos. El cambio de la elección de autoridades de la Asamblea en urnas quita poder a las decisiones del pueblo, así lo recuerda Armando Soriano: “pero al ver que ya empezó a haber competencia… entonces el gobierno buscó nuevas formas de hacer elecciones. Fue cuando empezó a poner urnas; la gente no estaba impuesta a las urnas”.

El pueblo tiene una identidad propia, autoidentificable, un carácter, ritos, que refrendan esta identidad. Y don Miguel señala:

La organización, esa organización señores se ha perdido porque precisamente entraron autoridades jóvenes. Y esas autoridades vinieron a olvidar o lo dejaron por apartado nuestras tradiciones y nuestras costumbres y así ha venido ahora. En la fiesta del pueblo se coordinaban el ayudante, el comisariado y el fiscal. Esas tres personas son indispensables para que este pueblo retome el camino de la que se está diciendo de las tradiciones y costumbres (testimonio compartido por Miguel Lombardo González, en el Taller de Historia Oral).

Por eso la gente ahora propone tener una mirada al pasado para organizarse.

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