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Presentan el libro En un día claro se ve la noche
 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de julio de 2018, p. a11

Aun en las más profundas oscuridades del deseo pueden atisbarse muchos de sus detalles, sostiene el escritor Andrés de Luna, quien emprende esa tarea en su trabajo más reciente: En un día claro se ve la noche.

Publicado por la editorial El Tapiz del Unicornio, en su colección Narrativa, este libro fue presentado anoche en la Librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica.

Reúne 25 cuentos de corte erótico en los que los espacios geográficos de Eros y Psique se unen para que los personajes ardan en el fuego de la carne y la imaginación, se apunta en el prólogo de José Antonio Lugo.

Son historias, en su mayoría, escritas de un tirón, aunque dos fueron recuperadas de un par de obras anteriores. El autor invirtió varios años, explica en entrevista con La Jornada, y reafirma que el erotismo en México es ‘‘algo que nos sigue desbocando” no obstante que es inherente a la naturaleza humana.

‘‘Está en toda persona, es intrínseco a la humanidad y a lo humano, a cada uno de nosotros, pero no todo mundo sabe qué hacer con él o cómo desfogarlo, lo cual es terrible, porque por eso hay violadores y gente que comete abusos sexuales. Eso es un grave problema social.”

Nacido en Tamaulipas, en 1955, el también ensayista, crítico de arte, cinéfilo y catedrático universitario considera la falta de conciencia y de educación como las principales limitantes para ejercer el erotismo de manera natural y sana.

‘‘No hay que controlar, pero sí tener conciencia de lo que se hace porque, si no, uno se pierde en esta parte del deseo que nos obliga a actuar de ciertas formas. Si uno sabe cómo actuar, ya no lo hará igual. Lo que nos hace falta es educación. No hay conciencia porque carecemos de educación”, considera.

‘‘Estamos en una sociedad con una mojigatería y un machismo enormes, también hembrista. Es tremendo, porque no hay conciencia. Por eso el erotismo funciona como una masa amorfa que está allí y acaba arrollándonos, cuando no debería ser así, sino ser algo placentero.”

De acuerdo con De Luna, la literatura erótica dejó de ser mal vista en el país, como ocurría hace 30 años, cuando las obras de ese género eran literalmente sepultadas en las librerías. Incluso llegó a ponerse de moda hace no mucho.

‘‘Catherine Millet, autora de La vida sexual de Catherine M, decía que la línea de la pornografía es la mejor forma de censurar un libro. Censura ha habido para toda clase de libros que de pronto los lee uno y nada tienen de pornográfico. Preocuparse por saber cuándo es pornografía anula de antemano a la escritura.”