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El migrante mexicano que desafió a Trump: Jorge Ramos
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▲ Paula Haro, Jorge Ramos y Elena Poniatowska.Foto de la escritora
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e necesita tener agallas para levantarse de pronto, en medio de una conferencia de prensa en la Casa Blanca, en Washington, un periodista mexicano de 60 años, enfrentarse al presidente del país más poderoso de la Tierra, el de America for Americans, y mantenerse de pie porque, según Jorge Ramos, la expresión corporal es muy significativa, para preguntarle a Trump sobre la migración. Toda la ventaja, obviamente, es para el presidente, que desde lo alto acostumbra interrumpir a sus interlocutores sin permitirles siquiera terminar su pregunta y perdonarles la vida, porque ante todo encabeza a Estados Unidos, el país del mundo en el que todos quisieran vivir.

Los mexicanos estamos acostumbrados a que nos hagan menos y a hacer los trabajos que nadie quiere hacer en Estados Unidos. Somos lavaplatos, cargadores, albañiles, criados. Que un mexicano que decidió irse a Estados Unidos y destacado en un medio tan difícil y competitivo como el periodismo, como hizo Jorge Ramos, es un premio para los escritores y periodistas mexicanos. La revista Time lo puso en su portada en 2015 y lo situó entre las 100 personas más influyentes del mundo. La revista Latino Leaders lo escogió entre los 10 latinos más admirados en Estados Unidos y los 101 líderes de la comunidad hispana.

Ágil, delgadito, el pelo ya blanco, los ojos de Jorge Ramos abarcan la totalidad de cualquier situación. No pajarean, se mantienen fijos en su objetivo para disparar y dar en el blanco. Con razón, en mis tiempos decíamos es una bala, porque a Jorge Ramos no se le va una. No pajarea. Vuela alto y aterriza en el lugar exacto.

Jorge Ramos puso en su lugar a Enrique Peña Nieto, acorraló a Ricardo Anaya, cuya facilidad de palabra ha sido reconocida por todos. A lo largo de su trayectoria como conductor de noticieros ha cubierto cinco guerras: la guerra civil de El Salvador y las guerras del Golfo, de Kosovo, de Afganistán y de Irak. Entrevistó a todas las figuras capaces de darnos alguna orientación, todos aquellos que de una forma u otra han entregado su vida a los demás y se han convertido en guías espirituales o políticos, entre ellos Andrés Manuel López Obrador, con quien se llevó muy bien; Al Gore; Alan García, de Perú; Alejandro Toledo; Álvaro Uribe; Andrés Pastrana; Barack Obama, que todos extrañamos; Bill Clinton, con quien Fuentes y García Márquez hicieron buena amistad; el ex presidente de Argentina, Carlos Menem; Carlos Salinas de Gortari, quien le pareció muy hábil; Enrique Peña Nieto; Ernesto Samper; Evo Morales; Felipe Calderón (no comment); Fidel Castro; George W. Bush; Hillary Clinton, quien escribió el epígrafe de su libro más reciente y le rindió un homenaje de admiración al considerar que ser entrevistada por Ramos era un honor; Hipólito Mejía; Hugo Chávez; John McCain; Lucio Gutiérrez; Mauricio Funes; Marcelo Ebrard; Ollanta Humala; Rafael Correa; subcomandante Marcos; Ted Cruz; Vicente Fox, y Donald Trump, entre otros.

Jorge Ramos ha conversado en público con escritores de primera, como Carlos Fuentes, Isabel Allende, Mario Vargas Llosa y Octavio Paz. Su cariño y admiración por Carlos Fuentes salta a la vista y el diálogo entre ambos cumplió con las expectativas del autor de Terra Nostra, escrito en Estados Unidos dentro de una de las vertiginosas épocas de gloria del novelista mexicano.

La convicción con la que interroga Jorge Ramos vence cualquier barrera o reticencia; su primera pregunta es un gancho al hígado; destantea y hasta pone en contra de la pared a su entrevistado. Sus diálogos recuerdan los de Oriana Fallaci, quien confrontaba al entrevistado y lo ponía en ridículo, como hizo con la duquesa de Alba en su libro Los antipáticos. La lista de premios de Ramos es infinita desde el Mary Moors Cabot, de la Universidad de Colombia, hasta 10 Emmys, máximo reconocimiento de la televisión en Estados Unidos.

En el último de sus 12 libros, Stranger, el desafío de un inmigrante latino en la era de Trump, Jorge Ramos ratifica la canción de Facundo Cabral: No soy de aquí ni soy de allá, a pesar de tener dos hijos en Estados Unidos. ¿Cuántos migrantes sentirán lo mismo? Hace ya cinco años, la autora de The House on Mango Street, Sandra Cisneros, nacida en Chicago, vino a vivir a San Miguel Allende y se siente totalmente at home. También en Ciudad de México, Jorge Ramos es el mayor de cinco hermanos, cuyas familias visita con frecuencia. Ramos, ahora en México, participa activamente en nuestras elecciones que impactarán no sólo a los mexicanos dentro del país, sino hasta en Suiza, donde el talentoso joven Ernesto López Villagómez de Mexicanos Viviendo en Suiza me escribe: el neoliberalismo mundial tiene razones para ponerse a temblar ante la posibilidad del triunfo de nuestro amigo.