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El futuro de la reforma energética: la quinta
A

sunto delicado en el futuro de la reforma energética: precios de combustibles y tarifas de electricidad. Falsamente se publicitó una reforma que pronto traería precios bajos. Veamos hoy el precio de las gasolinas. ¿Puede bajar el precio de la Magna y de la Premium?, que hoy rondan entre 19 y 20 pesos por litro, respectivamente. La respuesta es simple y controvertida.

Hay dos mecanismos de disminución: costos o derechos e impuestos. El costo de oportunidad, vinculado al precio de la referencia internacional y a los ajustes por calidad, costos de logística, distribución y márgenes. El derecho en este caso es el de extracción de hidrocarburos y en los impuestos el famoso IEPS (federal, estatal y de emisiones). Bajarían los precios, entonces, por baja en referentes.

De julio de 2014 a enero de 2016, por cierto, los precios mensuales cayeron 67 por ciento, casi 80 dólares por barril, los consumidores finales lo disfrutaron, el precio con impuestos bajó 65 dólares por barril, también disminuirían por bajas en derechos e impuestos.

El derecho de extracción del crudo para producir gasolinas se estima con la diferencia entre el costo del barril más difícil de producir para satisfacer la demanda mundial de crudo y nuestro costo interno. Al descontar parte o todo el diferencial se entregaría crudo más barato que el referente, y parte de la renta petrolera se regalaría a los consumidores de gasolina.

El impuesto especial de producción y servicios (IEPS) federal, estatal y de emisiones de CO2 se determina anualmente, también el IVA. Representan cerca de 40 por ciento del precio, casi siete pesos por litro. El 60 restante paga crudo, refinación y costos de logística, distribución y margen de comercializadores, casi doce pesos por litro restantes. ¡No hay de otra!

Un ejercicio: se baja a la mitad el IEPS federal para bajar el costo del crudo de manera que el costo de producción de gasolinas baje la mitad. Eso haría que una gasolina de 19 pesos por litro bajara a cerca de 10. El sacrificio fiscal sería enorme, poco más de 12 mil millones de dólares por derechos, hoy registrados en el Fondo de Estabilización Petrolera; cerca de 5 mil millones por IEPS federal y cerca de 2 mil millones por IVA. Un total de 19 mil millones de dólares. A 20 pesos por dólar serían 380 mil millones de pesos. ¡El 75 por ciento de lo que –se dice– provendría del control a la corrupción taparía el hueco fiscal! Por esta u otra combinación similar para bajar el precio de la gasolina.

Veamos los datos de 2017. Tenemos un producto interno bruto (PIB) de 21.785 billones de pesos, ingresos presupuestarios de 3.838 billones (casi 18 por ciento del PIB), ingresos tributarios de 2.855 billones (tasa fiscal de 13.1 por ciento) y un IEPS de gasolinas y diésel de 0.217 billones. El 7.6 por ciento de los ingresos tributarios y 5.7 por ciento de los presupuestarios. Equivale a un punto porcentual del PIB.

¡Muy importante! Cualquier baja de precios de gasolinas y diésel –en realidad de todos los combustibles– debe ser transparente y clara. Hay que descubrir las ventajas y desventajas de un sacrificio fiscal de tal magnitud. Además de explicar los efectos ambientales que representa una baja en el precio de los combustibles, asunto delicado que habrá que analizar en otro momento. Sin duda.

NB ¡Gran gran abrazo a losAldana Alfonso. Extrañaremosa la gran hermana. Mucho!