Opinión
Ver día anteriorLunes 18 de junio de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Pues no se atrevieron

N

o hubo manera de que en los tres intentos de debate alguno de los candidatos a la Presidencia de la República mencionara el concepto calidad de muerte. Con trabajos mencionaron ocasionalmente la palabra muerte en temas como inseguridad o salud. La poca experiencia democrática que nos cargamos también se refleja en el miedo a las palabras, no a todas, ya que la mayoría son manoseadas sin escrúpulo, sino a aquellas que puedan molestar a electores potenciales o herir susceptibilidades de votantes decimonónicos.

Para el gobierno, la ciencia, las instituciones, los medios y la religión la vida sigue siendo, en teoría, sagrada. Así, de manera conceptual pero muy seria, observadora de lo supuestamente esencial, no de una realidad que hace tiempo nos rebasó;

Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS), no tiene inconveniente en afirmar que 80 por ciento de las personas moribundas se beneficiarían de cuidados paliativos para el dolor en sus últimos días. De nueva cuenta, conceptos y frases hechas intentan maquillar una realidad más complicada que dar tratamientos que mitiguen el sufrimiento a los pacientes terminales. Los organismos internacionales, incapaces de siquiera atenuar la voracidad de la industria farmacéutica, todavía recomiendan el paliativismo como final aparentemente correcto pero económicamente inviable.

Congruente con un asistencialismo institucional inservible para efectos prácticos, la OMS define los cuidados paliativos como derecho humano, ya que acaba con el dolor pero no con el doliente, controla los síntomas físicos y psicológicos, utiliza medicamentos esenciales en cuidados paliativos, se da atención espiritual en el proceso de duelo, está centrado en el paciente y su familia y se imparte por profesionales entrenados en la materia, no se discrimina en el suministro de la atención debido a la edad, sexo, estatus socioeconómico, etcétera. Ante esta visión waltdisneyana de la muerte digna en el planeta, no hay nada qué hacer. Por eso los candidotes ignoraron este tema políticamente incorrecto.