16 de junio de 2018     Número 129

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

El cambio de los territorios
ante la epidemia de la roya


Los cafetales bajo sombra diversificada proveen servicios ecosistémicos claves.
FOTOS: Alma Palacios-Reyes,

Antoine Libert Amico

Ocurre ahora que, con el cambio climático, los tiempos de “seca” o de lluvia se han trastornado. Ahora llueve cuando no le toca, y no llueve cuando le toca. Los fríos se empiezan a hacer más cortos en duración e intensidad. Animales que se supone que pertenecen a determinadas zonas, empiezan a aparecer en otras que no tienen ni vegetación ni clima semejantes. – SupGaleano, “Alquimia Zapatista”, 02/01/2017

La presente epidemia de la roya del cafeto, provocada por el hongo Hemileia vastatrix, ha generado una profunda transformación de los territorios cafetaleros de México. Presente en el país desde 1981, este hongo ha expresado una aumentada virulencia desde el ciclo 2012-2013, en lo que ha sido identificado como un ejemplo de los desafíos complejos que el cambio climático presenta para la pequeña producción familiar.

Ante la edad avanzada de los cafetales y la predominancia de variedades de café susceptibles a la roya, la respuesta institucional a la epidemia de roya del cafeto ha sido promover la renovación de cafetales con variedades tolerantes a esta enfermedad. Por medio de programas gubernamentales como el Plan Integral de Atención al Café PIAC-Procafé, y créditos subvencionados otorgados por empresas comercializadoras de café, en las comunidades cafetaleras del país se fomenta la distribución de cafetos tolerantes a la roya, incluyendo variedades de Coffea arabica de las familias Catimor (como Costa Rica-95, desarrollada en dicho país en 1995, u Oro Azteca, un híbrido mexicano) y Sarchimor (como Marsellesa, desarrollada en Francia, propiedad de la empresa ECOM). Aunque existen diferencias importantes entre cada variedad de café, la característica común de estas variedades tolerantes a la roya promovidas oficialmente en México es que son variedades enanas (de porte bajo) altamente productivas, que requieren de menos cobertura de sombra y más insumos nutricionales, a la vez que producen granos con menor calidad en taza que las variedades de café tradicionalmente empleadas (como Bourbón y Árabe/Typica).

Las respuestas a esta epidemia –desde el cambio de variedades y especies de café a la tala de los árboles de sombra– trastoca todos los componentes que confluyen en la construcción del territorio cafetalero: lo económico, lo sociocultural, lo político y lo ambiental. Mientras las empresas y fincas cafetaleras promueven economías de escala con nuevas variedades tolerantes a la roya, las políticas gubernamentales fomentan la tala de la sombra y la aplicación de agroquímicos con pequeños productores caracterizados por la falta de acceso a asesoría técnica, a créditos para invertir, y a insumos en general.

Productos de una visión “apagafuegos” a corto plazo, las respuestas institucionales constituyen una mal-adaptación a la crisis socioecológica de la roya que puede generar más problemas de las que soluciona. Estas políticas gubernamentales aparentemente construidas sin información ni análisis (México se ha quedado atrás de los demás países productores de café en investigación y desarrollo para este sector estratégico) expresan un fracaso en reconocer las particularidades locales de los cafetales mexicanos, su contribución a las estrategias de vida de pequeños productores en zonas montañosas y marginadas, y sus aportes a la biodiversidad y los ecosistemas. Por ejemplo, en la Sierra Madre de Chiapas, los cafetales bajo sombra diversificada (entre 40 y 60% de cobertura de sombra en muchos casos) proveen servicios ecosistémicos claves como la conectividad biológica entre parches de bosque mesófilo, la conservación de suelos, y el hábitat para la biodiversidad, a la vez que generan ingresos claves para la seguridad alimentaria y sobrevivencia de minifundistas que cuentan en promedio con dos hectáreas de laderas para producir y sustentar sus familias.


Renovación de cafetales en fincas del Soconusco, Chiapas.

Adicionalmente, las respuestas institucionales fallan en reconocer las tendencias globales del mercado de café y las potenciales contribuciones de pequeños productores. Al apostar en productividad y despreciar la alta calidad de las formas de producción de la zona (de altura, bajo sombra diversificada, en suelos ricos de materia orgánica), la promoción de cafetales renovados con menos sombra y menos diversidad de especies reproduce ideas de la Revolución Verde que favorecen productores medianos y grandes (quienes sobreviven en el mercado vendiendo en cantidad más que calidad). Esta estrategia oficial deja fuera al pequeño productor, quien a pesar de tener todo en su contra, ha mostrado la capacidad de hacer rentable la producción de café de calidad en policultivos agroforestales que proveen no solo insumos por la venta de café de alta calidad en taza, sino también otros alimentos y aprovechamientos familiares. 

La búsqueda de una respuesta rápida en el corto plazo genera nuevos problemas y costos mayores en el mediano y largo plazo. Una transición de cafetales de alta calidad a cafetales resistentes a la roya con alta productividad, pero baja calidad de grano, implica una depreciación del precio pagado al productor, a la vez que se incrementa la dependencia en insumos externos. Sin embargo, los “costos” van más allá de la esfera económica. La respuesta institucional a la crisis de la roya ha tenido profundos impactos sociales, políticos y ambientales también.

La distancia entre las personas que más riqueza acumulan y las grandes mayorías se sigue profundizando, con estudios recientes que estiman que para 2020 el 1% de la población tendrá el 64% de la riqueza global (The Guardian, 07/04/2018). La misma desigualdad se expresa en el mundo del café, cuyo escenario futuro, según algunos especialistas del sector, es de poco café de altísima calidad, con precios que solo una porción mínima de la población puede permitirse, y mucho café de baja calidad. Viéndolo desde el lado del productor, la pequeña producción familiar de café bajo sombra diversificada, con alta calidad en taza y compatible con el manejo orgánico, puede proveer alternativas ante las tendencias futuras, si aprendemos de las transformaciones del territorio cafetalero que ya se están dando.

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