Opinión
Ver día anteriorDomingo 20 de mayo de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Mayo 68 Francés
París: la revolución de mayo, Carlos Fuentes
Foto
Prohibido prohibir, consigna recurrente en las bardas parisinas en mayo de 1968Foto archivo
Foto
“En vez de las ‘diversiones’ de la sociedad de consumo, renació de una manera maravillosa el arte de reunirse con otros para escuchar y hablar y reivindicar la libertad de interrogar y poner en duda”, escribió FuentesFoto archivo
E

n 1968 es un año de transformaciones. Es la afrenta con lo establecido que ya no representaba la realidad de la sociedad. Es la protesta contra la violencia y la búsqueda del reconocimiento de la diversidad. Imaginar en nuestros días un movimiento de esa magnitud es posible, en parte, gracias a las redes sociales que permiten la difusión de los acontecimientos mundiales en segundos. Pero en 1968, la comunicación era más compleja, las noticias llegaban tarde y a medias, de esto se desprende la importancia del ensayo periodístico pero también del análisis político que Carlos Fuentes realiza en París: la revolución de mayo, publicado el 31 de julio, en el número 788 en el suplemento de la revista Siempre! llamado La Cultura en México.

En el ensayo, Fuentes describe el movimiento que será germen de las distintas movilizaciones estudiantiles que se realizarán en distintos países de Europa y América. Para ello aprovecha su don de narrador y se convierte en el cronista de lo que estaba por venir en el mundo. Recoge la polifonía de voces participantes y va más allá, introduciendo su conocimiento político internacional. Con su ensayo, Fuentes se convierte en un adelantado de las redes sociales, informa con prontitud y exactitud el acontecer del movimiento estudiantil en París.

Al respecto de la Revolución de mayo, Fuentes explica que es una insurrección, no contra un gobierno determinado, sino contra el futuro determinado por la práctica de la sociedad industrial contemporánea. Asistimos a una revolución de profundas raíces morales, protagonizada en primera instancia por la juventud de una nación desarrollada y continúa explicando sus orígenes, para él la revolución nació en Nantera, ese conglomerado gris, concentracionario, de bloques de cemento construidos a toda prisa para contener el desbordamiento estudiantil de la Sorbona.

La importancia de las ideas de los jóvenes se impregnó en la sociedad y logró el apoyo de los obreros, ya que refiere Fuentes los obreros fueron a la huelga, primero por solidaridad con los estudiantes; en seguida, porque el movimiento revolucionario les hizo comprender que había algo más importante que los salarios: la dignidad del trabajo como prueba de la autonomía individual y colectiva.

La Revolución de mayo fue, nos dice Fuentes:

“Unirse al diálogo, a la fraternidad y al amor de una revolución que, en primer lugar, ha tenido lugar en las conciencias y en los corazones (...) En vez de las ‘diversiones’ de la sociedad de consumo, renació de una manera maravillosa el arte de reunirse con otros para escuchar y hablar y reivindicar la libertad de interrogar y poner en duda.”

El ensayo fue importante en el 68 como lo es ahora. Describe un fenómeno social que por los matices históricos aún no se logra comprender. La influencia de las ideas ha sido el catalizador de los diversos movimientos. Carlos Fuentes ha expuesto el movimiento estudiantil en los albores del 68 mexicano, ¿intuía lo que sucedería en México? La respuesta es afirmativa, en una carta enviada desde Londres a Arnaldo Orfila el 29 de mayo de 1968, le dice: Imaginemos lo que sería en nuestros países una revolución de nuestros estudiantes y los investigadores científicos que se niegan a ingresar a instituciones o centros de trabajo dirigidos a la explotación obrera o a la perpetuación del capitalismo. Fuentes va más allá y en el ensayo El 68: derrota pírrica se refiere al movimiento de 1968 en México desde dos visiones. La primera es el objetivo que no iba dirigido, sino de la manera más implícita, contra la potencia hegemónica y vecina, los Estados Unidos de América y, la segunda, el germen histórico del mismo movimiento que proviene del “gobierno de Adolfo López Mateos, en su enfrentamiento con el sindicalismo independiente y el agrarismo recalcitrante –Othón Salazar, Demetrio Vallejo, Rubén Jaramillo–, dio muestras de una incapacidad para negociar la nueva realidad, que se convirtió en santo y seña del régimen de Gustavo Díaz Ordaz –orden y autoritarismo– y de principio sicológico –paranoia frente al espejo–, del movimiento real de la sociedad y sus reclamos”.

En un año crucial para México –el 50 aniversario de los movimientos estudiantiles, el 90 natalicio de Carlos Fuentes y el sexto aniversario de su fallecimiento– nos seguimos preguntando: ¿Qué diría Carlos Fuentes? Y lo hacemos porque necesitamos de su pensamiento universal. Afortunadamente, un pensador de su altura continua vigente con sus ideas. A la pregunta planteada anteriormente, vendrán respuestas en los próximos días en el libro Carlos Fuentes: conferencias políticas. Ahí las propuestas abonarán, sin duda, a la encrucijada mexicana. Fuentes, con sus ideas, sigue tan presente como en 1968.