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Libertad por el saber
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ace 75 años mediante un decreto que emitió el presidente Manuel Ávila Camacho fue creado el Colegio Nacional. El objetivo era agrupar a los científicos, artistas y literatos mexicanos más sobresalientes de México con el propósito de preservar y difundir lo mejor de las ciencias, las artes y las humanidades del país.

Entre los primeros 20 miembros podemos mencionar a José Vasconcelos, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Alfonso Reyes, Carlos Chávez, Antonio Caso y Mariano Azuela; en 1971, el número se incrementó a 40.

Su obligación era impartir conferencias gratuitas en la sede de la Ciudad de México que ocupaba una parte del antiguo convento de La Enseñanza. En 1988, al Colegio se le otorgó todo el espacio del vasto inmueble y cuatro años más tarde se comenzó una profunda remodelación para integrar la construcción que había estado ocupada por una diversidad de dependencias que lo habían deteriorado. El responsable de llevar a cabo la obra fue el destacado arquitecto Teodoro González de León, miembro de la institución.

El convento que diseñó en el siglo XVIII el arquitecto Ignacio Castera, tras la aplicación de las leyes de exclaustración, pasó a manos gubernamentales. Entre otras fue cárcel, sede de la Suprema Corte, escuela para ciegos y casa de estudiantes.

La restauración que realizó González de León fue notable, ya que respetó la construcción de Castera, amplió espacios, le dio luz y adaptó instalaciones de vanguardia. Destacan una hermosa biblioteca para 70 mil volúmenes y nuevas aulas, incluida la Mayor para 400 personas donde se imparten las conferencias. Hay áreas de cómputo, administración, sala de consejo, comedor y una librería que ofrece las obras de los integrantes. El resultado es impresionante: una arquitectura deslumbrante que conjuga el ayer y el hoy.

La noble institución que se creó con el objetivo de vigorizar la conciencia y la unidad nacional continúa vigente, renovándose con el ingreso de gente más joven que le imprime dinamismo y frescura. Ahora, junto a los sabios con juventud acumulada, como dice Miguel León Portilla, refiriéndose a sus vigorosos 92 años, participa una nueva generación: Vicente Quirarte, Concepción Company, Juan Villoro, Javier García Diego y José Ramón Cossío, entre otros.

Así, el Colegio Nacional sigue cumpliendo los objetivos con que nació en 1943, al reunir a representantes de la vida intelectual mexicana para que con absoluta libertad expresaran sus ideas, el resultado de sus investigaciones o de su creación artística. Esto queda plasmado en su lema: Libertad por el saber, que sintetiza dos temas centrales: libertad y educación.

Es interesante recordar en esta época de descontento las palabras que pronunció el secretario de Educación Pública, Octavio Vejar Vázquez, en la inauguración: No todo es obscuro ni gris; existen hombres superiores a quienes México tiene gratitud por lo que le han dado y por lo que han hecho por México; parece que el reunir a estos hombres ha sido obra de milagro. El Colegio Nacional, su obra, no podrá medirse, desde ahora, por la modestia con que nace, pero se le apreciará a distancia, en la perspectiva.

Un negrito de la institución es que, como queda claro en las palabras y lo fue en los hechos, durante muchas décadas fue un claustro exclusivo de varones. En sus 75 años de vida ha tenido 103 miembros hombres y sólo cuatro mujeres, de ellas, tres ingresaron en la década pasada. Una petición con la firma de 6 mil mujeres, entre las que figuran destacadas científicas, artistas y representantes de las humanidades parece estar sensibilizando a ese Club de Tobi.

Para brindar por eso vamos a la esquina del colegio, al Salón España, en Luis González Obregón y Argentina. Clásica cantina con vasta oferta etílica, sabrosa botana y magnífico ambiente. No le extrañe encontrarse a algún miembro de la ilustre institución, como Vicente Quirarte, platicando con el cronista pictórico del Centro Histórico, Rafael Guízar, y el librero León Bailon.