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Fronteras reconfiguradas explora la creación de territorios invisibles mediante géneros sonoros

Aborda libro las nuevas nociones de patria que genera la música

Bruno Bartra estudia el movimiento balkan en CDMX y movimientos culturales generados por inmigrantes en EU a través del hip-hop o el son jarocho

A pesar de Trump, se está dando una reconquista metafórica, una invasión por medio de la cultura, apunta el sociólogo en entrevista

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Fronteras reconfiguradas: balcanes mexicanos, hip-hop chicano, jarocho estadunidense y las nuevas nociones de patria es publicado por Siglo XXI EditoresFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Domingo 20 de mayo de 2018, p. 2

El conocido axioma de que para el arte y la cultura no existen límites se reafirma en el libro Fronteras reconfiguradas: balcanes mexicanos, hip-hop chicano, jarocho estadunidense y las nuevas nociones de patria, del sociólogo y etnomusicólogo Bruno Bartra.

Publicado por Siglo XXI Editores, este volumen contiene un ensayo en el que el también periodista, diyéi y fundador de la banda La Internacional Sonora Balkanera explora la forma en que se construyen territorios imaginarios mediante la música en los que se desvanecen las nociones de patria, ligadas a una frontera física.

Bruno Bartra, quien actualmente realiza estudios de doctorado en la City University of New York, en Estados Unidos, se adentra en este trabajo en dos cúmulos de mexicanos que están desafiando las nociones de patria y frontera por conducto de expresiones musicales.

Uno, explica, está representado por el reciente movimiento Balkan o de música balcánica en Ciudad de México, que afloró en nuestro país a finales de la primera década de este siglo a partir del fuerte influjo cultural de los Balcanes que llegó mediante el cine y la música de la ex Yugoslavia, en específico de las obras de Emir Kusturica y Goran Bregovic, y que si bien tiene algunos miles de seguidores, comienza a incrementarse y extenderse.

Y por otro lado, añade, está un fenómeno cultural mucho más extenso, de millones de personas, formado por aquellos inmigrantes mexicanos en Estados Unidos y personas de raíces mexicanas que radican en aquel país, que dan vida a movimientos culturales centrados en géneros musicales por medio de los que crean otro territorio imaginario.

Se trata de un México que se nutre de elementos icónicos del folclor nacional, como el son jarocho o el mariachi, o de la cultura popular, como de los personajes de las telenovelas o los deportistas mexicanos, detalla el investigador.

A este México imaginario, por el cual se siente profundo respeto y nostalgia, se puede acceder a través de la música de hip-hop con banda, el son jarocho estadunidense o las fiestas de sonideros en Chicago, Miami o Nueva York.

De acuerdo con el autor, no obstante los intentos de Donald Trump por cerras sus fronteras, en aquella nación existe una reconquista cultural de los latinoamericanos, en especial de los inmigrantes mexicanos, por el alto número que éstos representan.

Es una especie de reconquista metafórica de Estados Unidos, a partir del sonido y viviéndolo, entre otras cosas con las letras, como con el hip-hop chicano o el son jarocho estadunidense. Se han apropiado, de cierta manera, de aquel país como parte de la extensión de México, destaca.

A su decir, es tanta la apropiación que han hecho de aquellas tierras que al dólar lo han convertido en varo, se venden chicharrones, tacos, tamales y artículos mexicanos de uso cotidiano.

Es una invasión silenciosa por medio de la cultura, un fenómeno que el resto de la sociedad estadunidense comienza a percibir más debido, sobre todo, a que la migración mexicana fue mayor en la primera década de este siglo.

De acuerdo con Bruno Bartra, esas expresiones musicales de origen mexicano se encuentran ya integradas a la cultura de Estados Unidos, manteniendo en muchos casos su esencia original y con el interés y la apertura de otros grupos culturales asentados en aquella nación.

Las músicas, en general, buscan estar muy agarradas en la tradición mexicana, con el origen, aunque por estar en otro espacio geográfico y cultural se desarrollan de otra forma. Esto en particular ocurre con el son jarocho o los sonideros, agrega.

En cuanto al hip-hop, en sí, es ya un mestizaje cultural y ha sido adoptado por los mexicanos, algunos de los cuales le han agregado banda. Ese es un mestizaje cultural, pero las letras son muy vasconcelistas, de pronto hay puntos que aquí en México podrían parecer hasta machistas, incluso un tipo de racismo, pero que en el contexto de allá es una forma de oponerse a cierto dominio blanco.

Subraya que con los soneros jarochos la situación está más ligada al movimiento chicano y tirándole a un discurso de izquierda: “Es una crítica más hacia la inclusión, en contra de la pobreza, de la discriminación, de la migra”.

Según el sociólogo y etnomusicólogo, actualmente las expresiones musicales de origen mexicano en Estados Unidos se encuentran en un punto de riesgo.

Se pueden convertir en la generación de una fuerte cultura de un México alterno o de un grupo cultural estadunidense con raíces en México muy profundas o, bien, caer en esa olla del mestizaje cultural y que se apropien de ellas y se reinventen como parte de la cultura de Estados Unidos, como ha ocurrido con el 5 de mayo o el Día de San Patricio.