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El Museo Reina Sofía alberga retrospectiva de Marc Pataut, fotógrafo que denuncia un mundo a la deriva

Mirar a los olvidados del capitalismo voraz
Foto
La casa de Jorge Clamote, 1994 y, abajo, Noël Perros delante de su casa, 1994, trabajos de Pataut incluidos en la exposición montada en la capital españolaFoto cortesía Museo Nacional de Arte Centro Reina Sofía
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 15 de mayo de 2018, p. 4

Madrid.

El francés Marc Pataut es el fotógrafo de la denuncia de un mundo a la deriva, quien mira lo que otros prefieren ignorar: a los olvidados del capitalismo voraz, a los diferentes o enfermos que la sociedad encierra como si fueran bestias peligrosas o a los parados o desempleados que hace sólo unas décadas ni siquiera formaban parte de las preocupaciones de los sindicatos.

Pataut es un transgresor, pues más que generar compasión o caridad busca sacudir, remover las fibras para transformar una realidad que le duele tanto como cuando comenzó su larga trayectoria de fotógrafo de forma casi azarosa, en un hospital infantil de niños sicóticos.

El Museo Reina Sofía inauguró hace unos días la retrospectiva Marc Pataut: primeros intentos, que concluirá el 27 de agosto.

Trabajo con niños sicóticos

El origen de Pataut como fotógrafo documental se remonta a 1981, cuando tras dejar su trabajo en una agencia de prensa por el vacío que le provocaba, decidió hacer de enfermero y maestro en el hospital de Aubervilliers, en el norte de París, donde recluían cual si representaran un peligro latente para la sociedad a niños sicóticos, procedentes de las capas más pobres de la sociedad parisina de entonces. Ahí descubrió el profundo dolor y la inmensa soledad con los que vivían esos pequeños que en su mayoría no superaban 12 años de edad.

Aunque llegó con la idea de ser un enfermero más, al percibir esa necesidad de liberar la fuerza creativa de esos niños encerrados en un espacio lúgubre, decidió repartirles cámaras desechables para que registraran lo que quisieran.

Así lo recordó Pataut durante el anuncio de su exposición Primeras tentativas en el museo madrileño: “Fui allí para hacerme un enfermero eventual, pero también para hacerme fotógrafo, para hacer un gran reportaje, para denunciar el internamiento. Me encuentro con niños que sufren y educadores que están ahí para que sufran menos.

“Me doy cuenta de que hay que ponerse a trabajar; así, repartí a los niños cámaras desechables. Hice un retrato de cada uno, elaboré las hojas de contactos de sus fotografías y reuní el conjunto en un álbum que contiene la totalidad de los contactos.

Sus fotografías me causaron gran conmoción; fueron muy importantes y lo son todavía hoy. Vi imágenes que nada tenían que ver con la idea que yo tenía por aquel entonces de la fotografía.

Esa experiencia trastocó la forma de ver el mundo y la fotografía de Pataut, quien decidió mirar sin prejuicios, sin compasión y sin artificios a los olvidados de la Tierra, a los marginados por el sistema de mercado, a los expulsados del paraíso del Estado de bienestar.

La muestra reúne 300 fotogra-fías y obras gráficas donde se observa con nitidez su vocación infatigable por la denuncia, su necesidad de impulsar una movilización social contestataria y rebelde que denuncie el sistema opresor, así como mirar en lo más profundo de la intimidad de sus personajes.

Con Pataut, el autor desaparece para mediar entre personaje y espectador. No retrata los colectivos desde fuera. Antes que instrumento para representar a los demás, la fotografía es para Pataut un elemento de mediación, de negociación. Cuestiona a los museos y cómo se muestran esas estructuras de mediación. Plantea preguntas antes que ofrecer respuestas. Impugna el arte contemporáneo y sus prácticas, y la función del autor y la obra, explicó Manuel Borja-Vilel, director del museo.

Mientras, Jorge Ribalta, comisario de la muestra, confirma que con Pataut asistimos a un cambio de paradigma en la fotografía documental. Marca un nuevo rumbo en su historia. Supera una época y establece un nuevo camino al retratar la aparición del precariado, su iconografía y la descomposición del Estado de bienestar, afirmó.