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Puntos sobre las íes

Recuerdos Empresarios (LXXVII)

T

urno de Carmelita Madrazo:

Conchita Cintrón tenía clase, montaba estupendamente y cuando echaba pie a tierra, el valor era sobrado. Chucho sabía de antemano que el público disfrutaría viéndola rejonear, y no se equivocó.

Turno de Conchita:

Ruy de Cámara contestó a la propuesta de Chucho: –¿Y los viajes?

–En México también hay empresas –atajó Chucho–, y si quiere le arreglo un contrato que le pague a Conchita y a sus acompañantes la estancia y los viajes de ida y vuelta. Se entrenaría en La Punta y después torearía en algunos pueblos para terminar debutando en El Toreo de México, ¿qué le parece?

–¡Hecho! –exclamó mi maestro–. Si el padre de Conchita está de acuerdo y si usted habla en México con su cuñado y con la empresa, creo que sería un programa inmejorable; por mi parte, estoy de acuerdo en embarcar.

–¡Prometido! –dijo Solórzano, mirándome con una sonrisa–, les escribo desde México.

Pasaron los días y ni señales de Chucho Solórzano, y Ruy, temiendo lo peor, me advirtió desde un principio que no debía tener demasiada esperanza en la prometida carta.

Son cosas –decía– que la gente promete a veces, debido al ambiente, pero luego se olvidan.

Hasta que una mañana el correo nos trajo las tan esperadas noticias de Chucho.

“Vengan –escribió–, que todo está arreglado, conforme prometí.”

El va y viene de preparativos de viaje, con el lío de maletas, pasaportes, permisos, documentos, ropas y los apuros de último momento, así como los contratos y entrevistas y demás pormenores de mi despedida de Lima; comenzaron esos días para no terminar sino 12 años más tarde. Durante esos años no iba a conocer ninguna casa mía, ni saber lo que era tener toda mi ropa fuera de las maletas. Empecé a moverme dentro de un mundo de toreros nacionales: el matador Carlos Sussoni; los novilleros Nene y Montani, con los cuales toreé; los subalternos Muro y Giani, así como el simpático boletero Arias, que organizaba la propaganda de las corridas.

Todo estaba en orden y listas las jaulas de madera donde viajarían mis dos jacas toreras, y fue entonces que sufrí un fuerte disgusto: una de ellas, la Mizraut, murió repentinamente.

¡Tantas y tantas cosas!

Y si no hubiera sido por el clásico adelante de Ruy, nos hubiéramos quedado en Lima. ¡Creo que a nadie más que a él se le hubiera ocurrido embarcar hacia México con el dinero contado, una gringa que apenas había matado media docena de toros y un caballo que parecía bueno, pero que aún no había dado sus pruebas definitivas!

En una tarde de julio de 1939, precisamente un mes después de la llegada de la carta de Jesús Solórzano, abrí la ventanilla del coche y dejé caer sobre la carretera un ramo de claveles.

México

Y fue así como se inició aquí, entre nosotros, la increíblemente maravillosa historia de la más completa rejoneadora y torera que haya habido, cuya fama perdura en todos aquellos que nunca habremos de olvidarla, ya que nos llenó el corazón (a mí, desde mi temprana edad), al igual que a otros muchos que vivieron lo mismo en los ruedos del Viejo Continente.

Fue única.

Turno de Conchita:

Ella comenzó así sus primeras impresiones de este tan lindo y querido México:

Días de sol, charros vestidos de cuero, lagos azules y volcanes coronados de nieve. Campos de verde esplendor y desiertos de ardiente arena. Sabroso aroma de naranjos en flor. Tardes de toros y peleas de gallos. Días de manso mar y palmeras tropicales.

Noches de luna, charros de negro y plata. Dulces melodías, guitarras, serenatas e iglesias iluminadas. Suave aroma de gardenias, lagos tranquilos, velas amparando la brisa. Luciérnagas y lejanas lucecitas que suben por las colinas hasta confundirse con las estrellas.

Industrias de acero y oro, humeantes chimeneas y negras máquinas. Trabajo de tierra y pan, de tranquilos bueyes y humildes pastores. País encantado de águilas y leones, suave hogar del dulce venado y los maravillosos pajaritos de las 100 canciones.

¡México de mis recuerdos!

***

¡Lo anterior, reflejo de su aquel maravilloso sentir, su aquel maravilloso torear y su maravilloso expresar!

(Continuará)

(AAB)