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Ha sido práctica común desde los gobiernos priístas en la demarcación: Aleida Alavez

En Iztapalapa el PRD ha usado políticamente la ayuda social

Protagonistas dan cuenta de esa situación de cara a los comicios

Se enfrenta la izquierda dividida

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Durante la entrega de tinacos del Programa Emergente para el Cuidado del Agua del Gobierno del Distrito Federal en la colonia Adolfo Ruiz Cortines, delegación Coyoacán, en junio de 2009Foto María Luisa Severiano
/II y última
Periódico La Jornada
Lunes 23 de abril de 2018, p. 37

El uso político de la ayuda social no es nuevo en Iztapalapa. Desde los tiempos del PRI ha sido práctica común, que retomó el PRD al tomar el control de esta delegación, formada por barrios tradicionales y colonias emergentes asentadas sobre las faldas y laderas de sus cerros en la periferia, donde la pobreza no se detiene.

Un balance de estos años de los gobiernos perredistas, en voz de sus principales protagonistas, da cuenta de esa situación y de la que prevalece en la actualidad, de cara al nuevo proceso electoral, en el que se enfrentarán los mismos líderes, ahora divididos en dos partidos: PRD y Morena.

En 1997, ya con la izquierda gobernando en la ciudad, el primero en llegar a Iztapalapa como jefe delegacional fue Elio Villaseñor, quien fue sucedido por Ramón Sosamontes. Todo fue sorpresivo para nosotros y empezamos a aprender de la administración pública; no todo estuvo bien ni tan rápido como hubiéramos querido, expresó la diputada local de Morena Aleida Alavez, quien formó parte de ese primer equipo de trabajo.

En su módulo de atención, ubicado en Paraje San Juan, donde fue coordinadora territorial en aquellos tiempos, la asambleísta recordó que en los tiempos priístas las coordinaciones territoriales eran sucursales de venta de terrenos y consideró que fue hasta la llegada de René Arce, dirigente de Nueva Izquierda (NI), cuando comenzó a levantarse la delegación en cuestión de servicios, rescate de espacios y obras públicas.

Era el Arce de izquierda, que empezó bien, pero también causó polémica cuando decidió meter al Ejército a patrullar Iztapalapa. Después comenzó a trabajar para perpetuarse y controló durante nueve años la delegación. Primero dejó el cargo a su hermano Víctor Hugo Círigo y después impuso a uno de sus allegados, Horacio Martínez Meza, recordó.

Todo lo que se hacía era en nombre de sus líderes, y comenzó el reparto de apoyos sociales, sin gran presupuesto, reducidos a la entrega de despensas. Fue la época de mayor sectarismo de NI, coinciden en señalar distintos dirigentes políticos entrevistados, quienes expresaron que las diferencias políticas con el resto de los grupos del PRD se acrecentaron, a grado tal que se unificaron en su contra.

La ruptura se dio en 2009, cuando René Arce propuso a su esposa, Silvia Oliva, como candidata a la jefatura delegacional de Iztapalapa, y el resto de las tribus respaldó a Clara Brugada, quien obtuvo la candidatura pero el Tribunal Electoral se la arrebató. Después llegó el episodio de Rafael Acosta, Juanito.

Con Silvia Oliva “íbamos por el cuarto trienio, pero 15 días antes se nombró a Juanito por el PT, con el compromiso de dejarle la jefatura a Brugada, y todo dio un giro. Andrés Manuel López Obrador realizó 48 actos y en un hecho histórico logró revertir la votación y acabó con la hegemonía de Nueva Izquierda en Iztapalapa”, relató el ex diputado local Carlos Augusto Morales, quien formaba parte de ese grupo político.

En ese proceso se conjuntaron dos factores: por un lado, la presencia de López Obrador, y por otro, la intervención del entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, quien se volcó hacia Iztapalapa tras el bloqueo de sus iniciativas en la Asamblea Legislativa, controlada por NI.

Fue la revancha de Ebrard; nunca pensamos que nos fueran a ganar. Todos los aliados juntos representaban 25 mil votos y nosotros 90 mil. No esperábamos la avalancha, pero perdimos por 50 mil votos. No había duda, refirió.

A su llegada a la delegación, Clara Brugada diversificó los apoyos. En lugar de despensas amplió el abanico de los programas sociales: en especie y en efectivo. Uno de los más polémicos fue la entrega bimestral de vales por 300 pesos para la compra de gas. Sus detractores adujeron que era una medida populista y clientelar.

Alavez destacó que fue un gobierno con rostro social y de construcción con la gente. Fue el que propuso el primer presupuesto participativo, y eso es muy rescatable, pero también hubo sectarismo. Ella gobernó con su equipo y no hubo atención equitativa para el resto de los grupos políticos, pero los dejó hacer su trabajo, no como sus antecesores, expuso.

Cuestión de estilos

En el relevo de Clara Brugada los acuerdos se agruparon en torno a la figura de Jesús Valencia –apoyado por Marcelo Ebrard y su grupo, incluido Héctor Serrano–, quien dimitió tras el escándalo por utilizar una lujosa camioneta de la empresa Amexire, la cual se vio favorecida con contratos millonarios de la delegación.

En su gestión se mantuvieron algunos de los programas sociales de su antecesora, pero quiso imprimir su propio sello y priorizó el rescate de espacios públicos, entre ellos la modernización de la macroplaza y otros sitios, que le valieron severas críticas porque se situaban en barrios tradicionales.

En entrevista, el ex jefe delegacional aseguró que en su administración integró a todos los grupos que lo respaldaron y se les atendió en sus gestiones; “jamás condicionamos los programas sociales y mucho menos el agua.

Se me podrá criticar lo que quieran, pero recuperamos espacios públicos abandonados, que eran basureros y nidos de la delincuencia; ahí está el parque Uno. Atacamos las zonas con mayor delincuencia con un programa del gobierno federal, y los recursos del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social los utilizamos para regalar casas a la población más vulnerable, expuso.

Respecto del gobierno que encabeza Dione Anguiano, los ex perredistas consultados coincidieron en señalar que los temas centrales, como el del agua, la inseguridad, las grietas y la prestación de servicios, no sólo no se han atendido, sino que se han dado pasos hacia atrás.

El tema del agua no es algo que pueda resolver la delegación, hay que ser justos. Se reciben 4.5 metros cúbicos de agua por segundo y se requieren 6.5 metros cúbicos por segundo, y eso no depende de la autoridad delegacional, pero lo que sí es imperdonable es que la poca agua que llega se condicione; eso es un retroceso enorme, apuntó Valencia.

“Respecto de la inseguridad –añadió– ahí están los números: dejé la delegación con seis homicidios por cada 100 mil habitantes; ahora, según cifras oficiales, hay 35 asesinatos por cada 100 mil habitantes.”

Clara Brugada, a su vez, afirmó que todo lo que se había logrado para que Iztapalapa dejara de ser el traspatio de la Ciudad de México se perdió. Hoy vemos una delegación donde no hay progreso, sino deterioro y abandono en general; no hay claridad en la aplicación de los recursos públicos, todos los programas se condicionan y se utilizan políticamente, además se ejerce violencia contra los opositores, resumió.

Cuando yo estuve al frente teníamos 3 mil millones de pesos; en 2017 casi duplicaron el presupuesto, pero no se ven resultados. Quitaron los programas sociales universales y los dejaron para sus cuates. Recordemos que Dione Anguiano ganó por la compra de votos y lo denunciamos; la gente, por 200 pesos, vendió su voto y el gobierno le quitó lo que tenía: los programas sociales y los servicios básicos, apuntó.

Condicionados o no los apoyos a la población, las diversas políticas sociales que se han experimentado en Iztapalapa han tenido como fin asegurar el triunfo en los procesos electorales, consideró el especialista del Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Francisco Reveles Vázquez, quien al hacer un análisis de 15 años de los gobiernos perredistas, concluye que su contribución a la equidad social ha sido limitada.

En el texto Problemas de la democracia local: la gestión de gobierno en la delegación Iztapalapa de la Ciudad de México, estableció que las políticas sociales se han concretado de manera indistinta en transferencias directas: becas, pensiones, despensas, vales, tarjetas de descuento y ayudas monetarias, así como bienes diversos, como computadores y uniformes escolares, con resultados precarios.

A manera de ejemplo, refirió que la condición socioeconómica de los habitantes de esa demarcación no mejoró en los primeros 12 años de gobiernos perredistas, al mantenerse la mitad de la población con menos de dos salarios mínimos y ser la delegación con mayor pobreza en zonas urbanas.

Los resultados de la evolución de la pobreza de 2010 a 2015 presentados en febrero de este año por el Consejo de Evaluación del Desarrollo Social de la Ciudad de México revelaron que de las nueve delegaciones que lograron alguna reducción en el número de pobres, la delegación Iztapalapa está en el último lugar, al reducir los niveles de pobreza en ese periodo en 1.6 por ciento.

Por conducto del área de comunicación social se solicitó una entrevista con la jefa delegacional de Iztapalapa, Dione Anguiano, para conocer su postura al respecto. Nunca respondió.